🐾 𝔒𝔠𝔥𝔬 (ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 ℭ𝔬𝔯𝔱𝔬)

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Empezaron una vez más, siempre mirándose, Louis llevando el ritmo, marcando lugar, tiempo e intensidad de esas caricias nuevas que necesitaba tanto sentir. Primero las mejillas, suave, muy despacio. El cuello, palpando cada espacio lentamente, hasta llegar a los hombros, sonriendo de manera muy contenida. Fue el turno de los brazos, los codos, hasta detenerse por algunos minutos en sus manos, reconociendo cada dedo. Luego el pecho, tocando las clavículas, rozando apenas los pezones, que de todas maneras hicieron sonrojar a Harry, las costillas, el estómago, la cintura. A esa altura, las manos de Louis empezaron a ser casi quemaduras, dolían de tanta presión, su mirada se había oscurecido, se había perdido.

—Estoy aquí Lou, podemos detenernos, es tu decisión, lo haces maravillosamente bien, —dijo sin dejar de mirarlo, sonriéndole tiernamente.

Fue suficiente, lo supo cuando volvió a sentir una ligera presión en sus caderas. Se quedaron allí disfrutando, volviendo loco a Harry, pero no podía demostrarlo. Luego los toques llegaron hasta las rodillas, sintiendo la dureza natural de ese lugar y se aventuraron un poco más hasta llegar a los muslos. Era un lento vaivén melodioso, sin quererlo, lujurioso. Los ojos de Louis de un azul intenso, los de Harry, verde agua, los dos brillando. Un momento de duda, de expectación, antes de apenas rozar con sus dedos, el cierre de sus pantalones.

Harry no pudo más, cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás. —Lo siento, lo siento, lo siento. —pidió en medio de una angustia nueva. Miró a Louis y no sabía qué pensar, su novio estaba feliz.

—Amor, no te disculpes, no hay porqué, —lo consoló.

—Se supone que debería ayudarte, no ponerme así.

—¿Así cómo? —Preguntó jugando.

—Así, así, ya sabes, así, —contestó cubriéndose la cara con sus manos.

—¿Te gusto que nos tocáramos? ¿Sentiste bien tus piernas?

—Mis piernas casi... olvídalo. Me gustó mucho, no pensé que sería así, que se sentiría tan bien.

—¿Tus piernas, ¿qué? Dímelo.

—No insistas, no puedo, me da vergüenza, ya no me preguntes, —contestó un poco molesto. Pero su molestia no era con su novio, era con él mismo y las ganas intensas que sintió de abrir sus piernas para sentarse encima de Louis.

—Está bien, lo siento amor.

—No, no te disculpes, solo fue incómodo, pero dime, ¿cómo te sentiste? ¿Quieres repetirlo?

—Cuando logré conectarme contigo fue más fácil, a pesar del miedo, logré avanzar más de lo que imaginé. ¿No te molesta repetir?

—Me encantaría Lou.

Repitieron el mismo ejercicio una y otra vez, hasta que memorizaron la figura del otro con sus manos, hasta que se permitieron cerrar los ojos cuando tocaban algún lugar especialmente sensible, hasta que fue notorio el deseo de sentirse más aún.

—Hay algo que no te dije, —habló Louis. Elizabeth me dijo que si lo lograba, no podía avanzar más hasta hablar de nuevo con ella.

—¿Y eso qué significa realmente? ¿No podemos besarnos?, —puso cara de gatito regañado.

—Mi chico travieso, podemos. Lo que no debo hacer, es besarte y tocarte al mismo tiempo. ¿Estás bien con eso?

—Solo quiero sentirte cerca...

Louis lo tomó en brazos hasta dejarlo acostado y él se dejó caer a su lado. Se miraron una vez más, hasta que Harry recordó algo.

—Lou, no hemos hablado de lo que pasó en tu departamento.

You Are The Light In The Middle Of My Darkness, History Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora