🐾 𝔑𝔲𝔢𝔳𝔢

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Una nueva semana empezó, encontrándolos como siempre, en el hospital.

Harry ya había empezado a usar un andador, para seguir fortaleciendo sus músculos. Sus piernas seguían rígidas, pero al haber recuperado la movilidad de sus dedos, la marcha era un poco menos complicada. Luego de una hora, logró arrastrar los pies un par de centímetros, y quedó agotado. La terapia con su sicóloga había avanzado mucho, y aprovechó de preguntarle, si era como decía su mamá, de no dejar conversaciones pendientes. Ahí lo entendió, y decidió que nunca sería tarde para retomar ese diálogo con su novio.

Louis estaba en éxtasis. Se desahogó con Elizabeth, le contó todo lo sucedido, lo del ejercicio, de los besos, del deseo, de los dedos de Harry. Tuvo la autorización para dejarse llevar, para ver hasta dónde podía llegar sintiéndose cómodo, pensando que esa sensación de bienestar podía desaparecer en cualquier momento. También debía reflexionar en los avances de Harry, en cómo afectarían su relación.

Alice, estaba a un paso de aceptar la invitación de un compañero de trabajo, que llevaba meses pidiéndole una cita, que la había esperado cuando ella le contó que su hijo era lo más importante. Sabía que era un buen hombre, se lo había demostrado muchas veces con sus detalles, con sus palabras amables. ¿Podría tener tiempo aún de darse una oportunidad para volver a amar? ¿Sería tiempo de comenzar a soltar a Harry? No lo sabía, pero el hecho de planteárselo era un gran avance.

En el parque donde iban a pasear, aparecieron carteles con el retrato hablado de corbata. Se le estaba buscando, y había un número de teléfono para llamar. ¿Qué había pasado? Pues que, en una de sus salidas con Alice, se había escapado con su amiga llamada Olive, que, en ese encuentro, quedó embarazada. Se buscaba al padre, para que se hiciera cargo cuando nacieran los cachorros. La noticia sorprendió a los tres adultos, que solo pudieron reír, y pidieron cita inmediatamente para operarlo.

El día jueves en la tarde, se sentó Alice con su hijo a cenar. En medio de su conversación y sintiéndose muy nerviosa, le habló de Samuel, y de cómo había aceptado salir a tomar una copa el viernes en la noche.

—¿Y a dónde van? —Preguntó muy tranquilo.

—A un bar, al Skylounge.

—Dicen que la vista es hermosa. Me alegra mucho que salgas mamá, y más le vale a ese Samuel que te trate bien, —dijo sonriendo.

—¿No te molesta? No quisiera dejarte solo o que la cita con Samuel salga mal, no sé de qué hablar, ni cómo...

—Mamá, para. No podría molestarme, al contrario, te has dedicado tanto a mí, que te olvidaste de ti. Nada me haría más feliz que intentes rehacer tu vida, y te aseguro que todo estará bien. Eres tan dulce, tan especial, que, si ese Steve no se da cuenta, pues es un tonto.

Alice se sintió mejor, tranquila, su hijo era maravilloso. —¿Por qué no llamas a Louis para que te acompañe?

—No sé si sea buena idea, —respondió, sonrojándose otra vez.

—¿Por qué no sería buena idea estar a solas con tu novio? —Preguntó entrecerrando los ojos, divertida.

—¡Mamá!

—Es broma ranita, pero estaría más tranquila si te quedas con él acá o en el departamento de Louis.

—Voy a preguntarle, ¿sí?

—Bien. Voy a lavar esto y a trabajar un poco. Voy más tarde a dejarte un beso de buenas noches.

Harry sonrió y se fue a su habitación. De solo pensar en volver a estar con Louis lo hacía temblar, de miedo y de ansias. Tomó su teléfono y marcó, la voz de su novio enviando electricidad por todo su cuerpo.

You Are The Light In The Middle Of My Darkness, History Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora