Capítulo 17

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No me despierto acurrucada junto a Levi, para mi disgusto

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No me despierto acurrucada junto a Levi, para mi disgusto.

Cuando me despierto a las cómodas diez de la mañana, puedo escuchar el agua de la ducha correr. Levi no está a mi lado, por lo que la suposición segura es que se está duchando. Bostezo, alcanzando mi teléfono, deseando que mis mantas se calentaran como las de Levi.

Dios, mis sentimientos son francamente molestos ahora. Definitivamente es un flechazo, no una especie de versión del síndrome de Estocolmo que había estado cocinando en mi cabeza. Estar con Levi ha sido muy divertido: yendo a patinar, a cenar, acompañándolo a su carrera, estaba tan cómodo anoche frente a mis primos, besarlo cuando creo que la gente está mirando, incluso bailando con él. Realmente me estoy divirtiendo, y no me he divertido tanto en mucho tiempo.

Me gusta él. Me gusta estar cerca de él, me gusta tocarlo, me gusta besarlo. Y sí, tal vez siento esto con tanta fuerza porque no he tenido novio en mucho tiempo y extraño que me abracen, extraño que pregunten si estoy bien y extraño que me amen. ¿Pero es eso tan malo?

No, no es. No está mal. Joder, ¿qué hago desde aquí? Porque no quiero arruinar nada, no cuando tenemos que estar aquí por unos días más. No quiero hacer que esto sea incómodo o asustarlo de algún modo.

— Dios. –Murmuro para mi misma, encendiendo mi teléfono. Cuanto más pienso en esto, más ansiedad me da.

Veo que hay otra docena de mensajes de texto de Hange (le disparo algunos diciendo que lo estamos haciéndolo bien para saciar su necesidad de chisme pero dudo que le ayude por mucho tiempo) acabo de enviarlo cuando escucho que la ducha se apaga.

Levi estará fuera en cualquier momento. Solo actúa normal, me regaño a mi misma mientras elijo una de las aplicaciones de redes sociales para navegar. No seas idiota.

Unos minutos más tarde, la puerta del baño se abre. — Nini. –Levi saluda mientras sale, asintiendo hacia mi. Lleva un suéter oscuro sobre pantalones negros, y su cabello parece como si todavía estuviera un poco húmedo, Dios, es bastante atractivo. — ¿Dormiste bien?

Yo asiento. — Nada comparada a tu cama pero mucho mejor que tener que cuidar mocosos.

— ¿Planes para hoy?

— Cualquier cosa que nos mantenga fuera de esta casa. –Respondo dejando mi teléfono a un lado. — ¿Quieres ver como se hace el vino?

Levi voltea a verme y asiente. — Suena bien.

Yo me pongo de pie y me estiro. — Bien, luego de eso podría enseñarte a andar a caballo.

— ¿Sabes andar a caballo?

Yo asiento. — Claro, no soy tan buena como para competir, pero me defiendo. ¿Tú sabes?

Levi voltea a ver a otro lado y niega. — Nunca lo he intentado.

Una vez en Diciembre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora