Dos corazones

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El sonido del agua caliente corriendo dentro de la bañera se escuchaba pausadamente. Era un sentimiento desconocido. Sin embargo, reconfortante, cálido y muy placentero. Aquel sonido del líquido tibio correr por sus lados, el aroma a perfume que inundaba el enorme baño y la privacidad de la habitación encerrada por paredes de cristal turquesas... Todo eso conformaba un escenario celestial.

—Asmodeus está en camino.

Blitz bajó el celular y lo arrojó sobre el piso, sonido que perturbó la paz por escasos segundos. El plástico retumbó e hizo eco dentro del cuarto.

El ruido del agua se revolvió, Blitz acomodó sus brazos sobre la espalda de Fizz y se relajó. El bufón estaba sobre su cuerpo, lo abrazaba y mantenía sus ojos cerrados mientras reposaba su mejilla contra su pecho. Ambos estaban dentro de la bañera, cubiertos del agua cristalina y desnudos mientras se contenían el uno al otro. Un baño de inmersión, un descanso que necesitaban luego de la tormenta que se desató dentro de la habitación hacía un par de horas.

Por debajo del agua, ambos serpenteaban sus largas colas rojizas con blanco y negro, hasta entrelazarlas entre si y mantenerlas unidas.

—Esto... no se siente sexual, para nada.

Blitz observó el techo sin dejar de abrazarlo y acariciar de arriba hacia abajo, muy lentamente, la espalda de Fizzarolli. El sonido del agua correr les otorgaba paz, el líquido les regalaba protección y calma debido a su agradable calor y aroma. Aquella espalda blanca con manchas rojas mostraba las zonas sin quemaduras en el cuerpo de Fizz, quien mantenía sus ojos cerrados y se permanecía quieto contra el pecho de Blitz, acurrucado, marcando una respiración pausada y necesitado de toda la paz que le brindaban los latidos de su corazón.

—Es porque no lo es.

Respondió abriendo un poco sus ojos adormilados. Su cuerpo se dejó vencer cuando Blitz acarició con paciencia y cariño sus cuernos carcomidos y rotos, fue invadido por una relajación absoluta ante ese contacto tan cercano e íntimo que le estaba permitiendo realizar.

El baño que tomaban estaba sanando un poco el desastre que se volvió Fizzarolli luego del episodio de Mammon. Blitz necesitaba apaciguar aquella crisis nerviosa que lo había obligado actuar de una forma irreconocible. En ese momento, lo sentía como aquel mejor amigo de su infancia que lloraba por las noches y que solo se tranquilizaba cuando se sumergían a la bañera juntos y jugaban con una inocencia que en la actualidad no existía.

No obstante, podía recuperar algo de eso. Ya no poseían intensiones sexuales o emocionales. El shock y el dolor del arrepentimiento y el comprender que ya no había nada más allí, fue lo suficientemente fuerte como para que pudieran detenerse.

Allí, en esa bañera llena de transparentes aguas cristalinas que se sentían bien, ambos podían sentir sus pieles y contenerse el uno al otro. Calmaron sus corazones, sus miedos y sus terrores de volver a ser abandonados el uno por el otro, al menos por unos largos minutos.

—¿Cómo te sientes? ¿Mejor? —preguntó Blitz al sentirlo muy cómodo sobre su pecho. Ya no tenía dificultades para respirar, ya no lloraba ni sollozaba. Su ataque de pánico había terminado por completo gracias a la tranquilidad del baño de inmersión.

—Al menos... puedo respirar con calma —admitió Fizz con una voz baja y casi anestesiada. La sensación de que Blitz lo protegía entre sus brazos era muy hermosa. No había forma de que pudiera negar eso.

—Ese día, cuando Mammon vino a nuestro circo y le mostré mi rutina, se fijó en mi talento —Fizz empezó a relatar aquella historia lejana que parecía un sueño luego de tantos años recorridos—. Apostó e invirtió en mi después de enterarse del accidente. Hizo un trato con Ozzie y él me reparó y cuidó de mi en mi rehabilitación.

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