Ellie:
El ambiente que presencian mis ojos se está volviendo algo común para mí. Las luces cegadoras y brillantes del primer piso; las mesas dispuestas de forma simétrica, blackjack, ruleta, poker, dados. Jugadores profesionales, buscadores de emociones, tramposos; los susurros de todos estos se entremezclan con la música del lugar.El cambio de luz al entrar en la zona vip, la poca visión hasta que tus ojos se acostumbran a la nueva y casi inexistente iluminación. La barra en forma de semicírculo, vitrinas llenas de alcoholes, whiskys, tequilas y vinos.
La plataforma cubierta por cortinas de satín rojo que se abren al empezar los espectáculos. Mujeres bellas y exóticas de diferentes nacionalidades en conjuntos diminutos, encargadas de suplir las necesidades de los miembros más importantes del club.
Oscuro, perverso y peligroso.
Me asusta cuánto me atrae y lo cómoda que me siento en este lugar, como si hace años fuera parte de esto.
Paseo los ojos por el sitio, reconozco a la mayoría de los presentes; en el balcón se encuentra Nathaniel supervisando que todo vaya bien abajo.
No podría explicarlo, pero hay algo en él que me hace mantener las distancias, es la única persona del lugar que me intimida.
Me acerco hasta la barra, cuando Damiano me abandona, Max se convierte en mi lugar de escape.
—Hola bombón —me saluda el bartender.
—Hola melocotón —le respondo con la confianza que hemos alcanzado.
—¿Te pongo lo de siempre? —pregunta y asiento—. ¿Cómo van esas clases?
—Bien, aburrido. ¿Cómo va la relación clandestina con el hombre poderoso del cuál no me quieres decir nombre? —inquiero tomando la copa que me da.
—Baja la voz, alguien podría escucharte —dice mirando a todos sitios.
—Deja la paranoia y ya cuéntame —digo dándole el primer sorbo a mi Cosmopolitan.
—Seguimos viéndonos furtivamente, mira -señala su muñeca— este reloj me lo regaló ayer. ¿No es precioso? —dice el rubio con emoción.
—Es precioso, tiene buen gusto.
De repente retira su brazo de mis manos y se dirige al otro extremo de la barra, como si mi toque le hubiese hecho daño.
—Roja —por el apodo enseguida reconozco de quién se trata.
—¿Se te ofrece algo, Nathaniel? —pregunto mostrando mi incomodidad ante su presencia.
—¿Has invitado a mi casino a tu amiguita Alexa? —dice sin más y siento como mi pulso se acelera.
—¿Cómo sabes de Alexa? —pregunto ahora más a la defensiva, siento mi corazón latir aceleradamente.
—¿Interrumpo algo? —la voz de mi italiano se interpone en la tensión del momento, Nathaniel da media vuelta y se marcha—. ¿Eso qué fue?.
—Nada —me limito a contestar.
Me da un beso en la frente y se retira por la misma dirección que se marchó Nathaniel.
Algo ocurre, está tenso y con su mente dispersa, como fuera de este lugar. Sin poder detenerlo mis pies se mueven tras el rastro del hombre, manteniendo la debida distancia.
Entra a una de las oficinas y ni se preocupa por cerrar la puerta, acelero mi paso y me acerco lo suficiente para escuchar.
—Se me está acabando la paciencia Lombardi, ya ha pasado más de un mes —la voz de Nathaniel truena.
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Completamente Suya
RomanceObsesión. No lo puedo definir de otra manera, porque solo tiene un nombre y es: Obsesión. Alexa Layton; estudiante, obediente, entregada, complaciente, y aún así odiada por su madre. Parsley Case; seductora, luchadora nata, agente secreta, despiadad...