Capítulo #1

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"Lleva un dolor en sus ojos que nunca he podido entender, estoy segura que antes de conocer a Beatrice sus ojos eran felices, pero esas cosas son mejor no preguntarlas."

Los último rayos de sol desaparecen, tornando el cielo de un violáceo oscuro, la temperatura se torna más violenta y fría y por inercia me cruzo de brazos intentando conservar el calor

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Los último rayos de sol desaparecen, tornando el cielo de un violáceo oscuro, la temperatura se torna más violenta y fría y por inercia me cruzo de brazos intentando conservar el calor.

Camino desprevenida por las calles inmersa en mis pensamientos, aveces creo que el guionista de mi vida se mamó tanto, que mi personaje está en modo leyenda y nadie me enseñó como activar los malditos poderes.

Podría compararme con Cenicienta; a pesar de vivir en una mansión, mi habitación es de apenas unos pocos metros, por mi cuenta corre la realización de la mayoría de tareas de la casa, tengo un hermano insufrible y una madre peor aún.

Toma esa Cenicienta, por ahí ya estoy peor que tú.

¿En qué parte llega el hada Madrina que me guiará hasta un príncipe azul que me salvará de las garras de un hermano y madre malvados?

Mi madre me odia. ¿Por qué? A mí también me gustaría saberlo. ¿Cómo es posible que el ser que está predestinado a amarte desde antes que nazcas, no lo haga? Guionista haz una intervención y explícame esa parte de la trama.

El tintineo de la pequeña campana me saca de mis pensamientos y atravieso la puerta con la mirada perdida, me acerco hasta la dependienta que me dedica una sonrisa coqueta.

—Buenas noches, vengo a recoger mi pedido.

—Buenas noches —teclea algo en el computador— ¿Alexa Layton?

—Sí —digo a lo que le entrego mi identificación.

Me entrega unos papeles los cuales relleno y firmo apresuradamente, se los devuelvo y pone en mis manos el cofre negro con decoraciones en dorado que guardo en mi bolso.

—Gracias, que tengas una bonita noche —me despido de la dependienta que frunce el ceño ante los papeles que le devolví.

—Eh... señorita no rellenó su número de teléfono —dijo y sus mejillas se tiñeron de rosado.

—No me gustan las chicas, buenas noches —los tonos de rojo siguen aumentando en sus mejillas.

—Yo.. no —balbucea—. Buenas noches.

Me marcho del local con una pequeña sonrisa en los labios. Cuando en el cuestionario ví "número de teléfono" escrito a lapicero me di cuenta enseguida que no era una pregunta reglamentaria.

Aunque no me gusten las chicas cosas como esas siempre aumentan el ego, a todos nos gusta gustar, ¿verdad?.

El violáceo del cielo desapareció y ya está en un tono casi negro y son muchas las estrellas que lo adornan. ¿Mi Hada Madrina estará atrapada en una de esas estrellas? Sonrío por la estupidez, tienes 21 años Alexa, no 15; me regaño mentalmente.

Completamente Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora