Capítulo #5

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"La odio y me odio a mí, en la misma medida, por dejar que me siga dañando con su veneno, por no poder responderle."

En el transcurso de la cocina a mi habitación estar inmersa en mis pensamientos me impide ver el cuerpo con el que choco, ocasionando que el batido que ésta llevaba en la mano se bote, llenando su suéter y el piso de la mezcla

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En el transcurso de la cocina a mi habitación estar inmersa en mis pensamientos me impide ver el cuerpo con el que choco, ocasionando que el batido que ésta llevaba en la mano se bote, llenando su suéter y el piso de la mezcla.

—Niñata estúpida —los gritos no se tardan en aparecer—. Arruinaste mi suéter.

Su odio hacia mí no es algo que me tome por sorpresa sin embargo no puedo evitar que un pinchazo me ataque el corazón cada vez que dispara contra mí.

—Yo... —las palabras se niegan a salir de mi boca—. Lo siento —digo y me dispongo a seguir a mi habitación.

—¿A dónde crees que vas? El piso no se va a limpiar solo.

Sigue su camino y yo me quedo paralizada en medio del salón, conteniendo las lágrimas que amenazan con salir. La odio y me odio a mí, en la misma medida, por dejar que me siga dañando con su veneno, por no poder responderle.

—Toma —tira los instrumentos de limpieza a mis pies y yo clavo mi mirada en el suelo, no quiero que me vea así; frágil a un golpe de romperme—. Mírame a los ojos.

Me niego a mostrarme débil ante ella, me niego a que sepa que por mucho que me empeñe en demostrar que sus acciones ya no me lastiman, aún lo hacen.

Doy la vuelta una vez más y me toma unos segundos emprender la huída. Sus manos se hunden en mi cabello y el fuerte tirón que le da frena mis pasos y me muerdo los labios para evitar hacer ningún ruido. Ninguna señal de dolor.

—Vas a limpiar malditamente bien el suelo —dice en mi oído, sin dejar de jalar mi pelo— porque las personas como tú solo sirven para eso. Eres mugre deberías estar feliz de estar entre ella.

Escupe las últimas palabras y se marcha, yo quedo con un fuerte dolor de cabeza, pero no tan fuerte como el del corazón.

Cuando sus pasos ya no se escuchan las lágrimas brotan de mis ojos sin permiso, se me hace imposible contenerlas, lloro en silencio, me permito sacar todo sentada en el suelo del salón, junto a la mancha.

A veces me siento como la mancha de esta familia, el error que estropea ese cuadro perfecto. Realmente nunca he hecho nada mal, al menos que yo recuerde. Siempre he intentado ser la hija perfecta, siendo la mejor en todo lo que hago.

Pero, su odio hacia mí, me hace cuestionarme todo, me hace maldecir hasta mi existencia.

La pila de libros me espera sobre la cama, la cantidad de trabajos por hacer me abruma, no obstante es una buena manera de alejar todo de mi mente, bloquearla por un rato.

Me pierdo entre textos y más textos de leyes, penalizaciones, delitos y diferentes casos; nutriéndome de todo cuanto puedo. Mi carrera es algo que me apasiona demasiado, no tuve ningún problema en elegirla, porque tenía claro que esto era lo que quería ser.

Completamente Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora