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La calma de sus brazos

Katherine Lombardo

En ningún momento se me ocurrió escaparme como lo hice hace horas atrás, sin embargo, me arrepiento en hacerlo. No estuvo bien, pero mi mente alocada necesitaba alejarse de todo.
Cuando me desperté y vi a Christopher a mi lado, me sentí plena y con oxígeno en mis pulmones, no obstante, recordé lo que paso en el puerto y me dolió demasiado, así que, decidí alejarme de una manera extremadamente estúpida.

Es el Boss de la mafia quien entre sus brazos me lleva dentro del departamento, no me aparta en ningún momento cuando me deja arriba de la cama. Sentada en dónde me había dejado, observo que va al baño y enciende el agua para la bañadera.

-No quiero bañarme, quiero descansar - murmuro débilmente cuando se acerca a mi

-Te vas a enfermar si te quedas así, italiana - me saca la campera dejándola en el piso.

Estaba empapada, al igual que él, pero Christopher solo se estaba preocupando por mi en este momento.

-No quiero ir al agua - sacudo la cabeza en negación

-No te pregunté, ni siquiera te pedi una respuesta tuya - me saca la ropa dejandome desnuda adelante de él - no discutas, será en vano hacerlo.

Me facilita con sus manos levantarme ante la debilidad que tengo encima, trago saliva cuando me ayuda a entrar a la bañera; continuamente a eso, me sienta y solo clavo mis ojos en la pared que había delante mío. No tenía fuerzas para pelear, yo solo quería dormir, y si pudiera haría que me pongan en las máquinas dónde te congelas y nunca más despertas. Bueno si lo haces, pero después de un tiempo.

-Christopher, quiero dormir - murmuro girando mi cabeza hacia él. Le hace caso omiso a mis palabras.

Se estaba sacando la ropa para entrar conmigo. Segundos después se mete en la bañadera quedando detrás de mi.
Sus manos con sumo cuidado pasan por las cicatrices siguiendo las heridas de estás que quedaron en mi espalda cuando todo sucedió en el lugar abandonado.

-¿Te duelen?

Niego lentamente con la cabeza sintiendo las llamas de sus dedos pasando por las cicatrices que quedaron. Suelto un suspiro cuando me da un beso casto en el hombro.

-Háblame, italiana - susurra con una especie de dolor en la voz

Silencio, es lo único que recibe por el momento. Lo necesitaba, era lo que me dejaba pensar en que estaba hundida hasta la mierda.

Sus manos se van a mi cintura con lentitud, me jala hacia él; y en ese preciso momento cierro los ojos sintiendo la calma que necesitaba en este momento, y esa calma solo me la podía dar él.

-¿Serías fuerte por mi?¿Y recordarme de dónde vengo? - le inquiero sin mirarlo mientras abro los ojos - si quieres que no me caiga en esa oscuridad, llévame contigo al aquel infierno en dónde los dos pertenecemos.

-Si, sería fuerte para ti, como también recordarte de donde vienes, italiana - admite con cierto poder, como si la respuesta fuera una decisión correcta. Vuelve a hablarme en un murmuro - Yo estoy ahí, solo que tú te quedaste en el camino de la oscuridad - susurra en mi oído - mírame, italiana - me giro hacia él con los ojos llorosos. Sin embargo, no estaba llorando como las otras veces, solo sentía las gotas de lágrimas caer por mi mejilla - termina de caer en el infierno, te sigo esperando.

-¿Solo los dos?

-Si, solo nosotros dos, sin nadie más - me da un beso en los labios y deja que apoye mi cabeza en su pecho - quiero tener la oportunidad de recuperar lo que tuvimos, ya es agotador las idas y vueltas, y para ti también lo es

Cayendo en el infierno [Completa]  +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora