Capítulo V

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—Más te vale que estés aquí para cenar, mocoso —escuchó al otro lado de la línea.

—Si, si, te oí la primera vez que me lo dijiste.

—Te lo repito porque eres un cabeza dura que hace lo que se le da la puta gana —escuchó como su madre soltó un suspiro al otro lado de la línea—. Esto es serio, Katsuki, deberías venir, contarle la verdad a Izuku de porqué te fuiste y disculparte por aquellas horribles palabras que le dijiste, ¿No crees?

—Ya entendí vieja bruja, iré a la estúpida cena, deja de joder de una puta vez.

—¡¿Cuántas veces tengo que decírtelo?! Por más que tengas veintiún años, sigo siendo tu madre, ¡Así que tratame con-! —Cortó la llamada.

Como supuso, no paso mucho tiempo desde que Deku se fuera, para que su madre lo llamara indicándole que tenía una cena en casa de los Midoriya, había esperado ingenuamente tener más tiempo para prepararse mentalmente. Ahora su mejor opción era volver a su apartamento para darse una ducha y cambiarse por ropa normal.

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Entró por la ventana, ignorando como su vecina casi muere de un infarto al ver a un hombre con dos espadas —con sangre— entrar un piso arriba de donde ella vivía.

Un ruido proveniente de su cocina lo alertó mientras se quitaba la máscara y la tiraba por ahí; probablemente algún bastardo logró encontrar donde vivía. Genial, ahora debía mudarse de nuevo.

Tomó un cuchillo para acabar rápido con el que fuera que hubiese sido tan estúpido como para allanar la casa del rubio, y lo lanzó apenas visualizó al objetivo: un tipo de más o menos su edad con el cabello rojo puntiagudo que se estaba tomando su cerveza.
Ni siquiera se molestó en advertirle sobre el objeto afilado que se dirigía a su cabeza cuando reconoció quien era el "enemigo".

—¡Auch! Eso duele, bro —el cuchillo rebotó contra su piel y cayó al piso.

—¿Qué mierda haces en mi casa a esta hora, pelos de mierda? —lo que le faltaba: no sólo se topaba con Deku como Deadpool y tenía que verlo como Katsuki en un mismo día, sino que debía lidiar con el idiota de Kirishima —su amigo— y sus estupideces.

—También me alegra verte —habló sarcástico—. Me sentía solo —decidió que era mejor responder a la pregunta del otro—. Además tu nunca vienes a visitarme, si fuera por ti ni siquiera me verías.

—Ese es el punto: no ver tu cara de mierda —su fastidio aumentó, cuando al abrir la heladera, ya no encontró ninguna otra cerveza—. ¿Te tomaste toda mi cerveza, maldito bastardo?

—Hoy estás más irritado de lo normal, ¿Sucedió algo? —lo mejor era cambiar de tema antes de que el rubio terminara lanzándole más cosas, aunque estás jamás pudieran causarle daño, claro.

—Me he encontrado con el maldito Deku y ahora tengo una cena con él —dejaría pasar solo por esta vez lo de su bebida.

El pelirrojo por primera vez desde que Katsuki había entrado, dejó de tomar de su cerveza, mirándolo asombrado.

—¿Deku? ¿Ese el que tenía el pelo verde? —Bakugo asintió de mala gana— ¿El de pecas? —de nuevo, una afirmación de parte del contrario— ¿El que era tu amigo de la infancia? —estaba empezando a impacientarse— ¿Al que le mentis-?

—¡Si! Joder, el único Deku que hay —soltó un gruñido—. La vieja ha llamado amenazándome con asistir a esa cena de mierda donde tendré que volver a verlo.

—¿No acabas de decir que lo habías visto ya?

—Lo vi como Deadpool, al inútil casi le roban. Tiene suerte de que justo haya sido uno de los bastardos que me debían favores.

—Entonces no debe ser tan malo si ya lo viste —el cenizo soltó otro gruñido, ¿Qué no era tan malo? ¡Era terrible! ¿Qué pasaba si Izuku le reclamaba? Él no podría juzgarlo, ni haría nada por defenderse, se lo merecía completamente. Ante el silencio del otro, el de sonrisa afilada decidió agregar algo más—. Tu tranquilo bro, si quieres puedo ir y darte apoyo moral —Bakugo arrugó su ceño ya fruncido de por sí.

—Preferiría que me hicieran tragar una bomba —Eijiro sería de todo menos útil en esa situación—. Ni siquiera debería ir.

—No es nada varonil ocultarse de los problemas, ¡Debes ir y enfrentarlos como hombre! —si fuera por Katsuki ya lo habría golpeado, lástima que probablemente terminaría con la mano rota y el pelirrojo apenas y sentiría algo.

Resulta que antes de escapar de manera definitiva de ese infierno al que denominaron laboratorio, se encontró con Kirishima, quién también era participe de aquellos experimentos para mejorar su salud. En su caso, se debía a la falta de calcio en sus huesos, lo que lo volvía extremadamente débil ante todo. Terminaron apoyándose mutuamente para salir de allí antes de que el fuego los consumiera a ambos, aunque más tarde descubrieran que eso sería prácticamente imposible: mientras que Katsuki terminó despertando la habilidad de regenerar cualquier parte de su cuerpo, volviéndolo inmortal; Eijiro se volvió completamente inquebrantable: nada podía herirlo a gravedad, si algo lo golpeaba bastante fuerte podría llegar a sentir una leve punzada, pero nunca terminaría hiriéndolo.

—Bien, iré a ducharme y espero que cuando salga, tu trasero esté a kilómetros de aquí o yo mismo me encargaré de comprobar si eres completamente indestructible.

—Planeaba quedarme a dormir y hacer una divertida pijamada, pero viendo tu mal humor mejor me iré. Seguro que Denki me recibe mejor —reprimió el impulso de golpearlo. Por lo menos ya se deshizo de él.

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Caminó —pues no tenía mucha prisa por llegar— hasta llegar a la antigua casa que le traía tantos recuerdos. Era increíble que aún después de tantos años la casa siguiera casi igual y la señora Midoriya no se haya mudado.

Luego de debatirse un par de minutos si llamar a la puerta o no, soltó un suspiro y decidió que su mejor opción era entrar de una vez para así terminar con esto lo más rápido posible. Si bien no había visto ningún rastro de enojo o posible rencor de parte del pecoso cuando lo vió contestar la llamada esa mañana, existía la posibilidad de que Deku haya recapacitado y se diera cuenta de que debía estar molesto con Katsuki.

Apenas toco el timbre y la puerta fue inmediatamente abierta por la adorable peliverde que recordaba en su adolescencia; tal vez tenía una o dos arrugas más, pero fuera de eso seguía exactamente igual.

—¡Oh, Katsuki! Mira cuánto has crecido —en sus mejillas se formaron hoyuelos cuando sonrió—. Me alegra tanto que hayas llegado bien, últimamente hay muchos robos por aquí cerca —reprimió una mueca al darse cuenta por como sonaba la voz de la mayor, que el peliverde probablemente no le había contado nada a su madre—. Pasa, afuera hace mucho frío.

—No te preocupes, se defenderme, dudo mucho que algún imbécil se atreva a meterse conmigo —respondió mientras se adentraba más en la casa.

—¡Katsuki no insultes en casa ajena! —no podían faltar, por supuesto, los regaños de su madre.

Llegó a la sala, donde se encontró a sus padres sentados en uno de los sillones frente a una pequeña mesa que tenía algunos aperitivos.

—Hasta que decides llegar mocoso —el cenizo solo le dirigió un gruñido.

—Solo falta Izuku, aunque dijo que estaba de camino, ¿Le habrá pasado algo? —esta vez fue el castaño quien habló, mostrando preocupación por el menor de ojos verdes.

—Esta mañana cuando hable con él parecía normal, pero ha estado medio olvidadizo estos días... Sólo espero que no le haya pasado nada —el más joven de los Bakugo chasqueó la lengua.

—Seguro que el nerd está bien, deberían dejar de preocuparse —después de todo, ¿Qué tantas probabilidades habían de que lo atacarán por segunda vez en el día?

Tu amigable y vecino, Spiderman y ¿Deadpool?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora