Tu amigable y vecino, Spiderman y ¿Deadpool?

Capítulo XVIII

Luego de volver a la casa de su madre —siendo echado de su apartamento por Shoto cuando este se cansó de asegurarle al pecoso que estaba bien—, explicó muy por encima la situación de su compañero de piso y se ofreció a llevarla a ella y a los Bakugo hasta el aeropuerto como salida para evitar que indagarán más en el tema.

Katsuki no quiso acompañarlos porque "ya había tenido suficiente tiempo de convivencia con la vieja bruja de su madre y ahora quería aprovechar la casa para él solo", por lo que después de un hermoso intercambio de palabras entre su progenitora que se basaron en insultos, el cenizo se encerró en el cuarto de Izuku y los demás iniciaron su viaje hacia el aeropuerto.

Ahora que lo pensaba mejor, Katsuki se la pasaba la gran mayoría del tiempo encerrado allí o saliendo a quién sabe dónde; no debería preocuparse, después de todo, el rubio tenía todo el derecho de hacer lo que quisiera y gozaba de cualquier libertad, pero aún así Izuku no podía evitar pensar que había algo que le estaba ocultando y que no se aislaba simplemente porque no le gustara convivir con la gente.

«Aunque no sería nada extraño que Kacchan estuviera encerrándose solo para no estar con la tía Mitsuki, es algo que solía hacer cuando éramos niños.» No pudo reprimir la sonrisa ante la nostalgia de ese pensamiento.

Sin embargo, de nuevo, habían otras cosas que requerían su atención en lugar del particular aislamiento de su amigo de la infancia; como por ejemplo, Yagi Toshinori. No había podido hablar con Deadpool desde que lo vio por última vez en su departamento, pero intercambió un par de mensajes para actualizarlo con la información que le había dado Melissa (si, el psicópata de rojo consiguió de alguna forma su número y ahora se mandaban mensajes de vez en cuando sobre datos que lograban obtener o coqueteos de parte de Deadpool que eran completamente ignorados), y también recibir más datos sobre Tomura Shigaraki y algunos de sus socios. Era increíble como Deadpool sabía tanto de ese hombre, Izuku comenzaba a hacerse la idea de que el mercenario tenía algo verdaderamente personal con ese tipo.

Bajó del auto ayudando a cargar un par de valijas e ignoró como el mismo guardia del día anterior lo miraba curioso al notar que nuevamente estaba en el aeropuerto.

—Muchas gracias por traernos hasta aquí, Izuku —Masaru le sonrió al mismo tiempo que se alejaba para cargar las valijas en las cintas que las llevarían al avión.

—Por favor, asegúrate de que Katsuki no se meta en ningún problema y se comporte —le rogó Mitsuki mientras ayudaba a su esposo con el equipaje.

—Creo que algunas cosas nunca cambiarán —habló la peliverde mientras miraba a su amiga—. Mitsuki se preocupa mucho por Katsuki, muy a su manera, claro.

Izuku hizo un sonido de afirmación.

—Es la misma manera que usa Kacchan, después de todo —madre e hijo se miraron y compartieron una sonrisa divertidos.

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—¿Prometes que me llamarás todos los días? —el avión estaba por irse e Inko seguía hablando con su hijo sin querer dejarlo ir.

—Si, mamá. Ahora apresúrate que perderás el vuelo —abrazó por última vez a su madre y la vio desaparecer entre las puertas para subir al avión.

Izuku soltó un suspiro y pegó la vuelta dispuesto a irse nuevamente a la casa. No negaría que iba a ser divertido poder convivir un rato a solas con el cenizo, tal vez así pasaría más tiempo con él en vez de estar por ahí.

Cruzó las puertas para salir del gran edificio y se encaminó al auto, tan absorto en sus pensamientos sobre lo que haría, que no se percató de la voz rasposa del tipo cuando estaba por abrir la puerta del vehículo.