XIII

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Su corazón todavía se siente cálido y lleno de felicidad por pasar el día anterior con Leo y Mateo, se sintió con un paso más allá en la relación que están construyendo, se siente bien.

Hoy, por otro lado, tiene asuntos que atender.

Ya ha pospuesto el tiempo suficiente su reunión con Robert Lewandowski. 

Se prepara, las sombras están inusualmente tranquilas hoy, sin emitir sonidos ni hacer movimientos, lo pone tenso. Lleva consigo la grabadora y su cuaderno de notas, espera obtener algo de información que pueda servirle. Manuel le traerá los archivos junto al reproductor al siguiente día, si el polaco no se ajusta al perfil del asesino o tiene prueba contundentes de estar en otro lugar ese día, estará en un callejón sin salida sin más pistas que unas notas desordenadas.

El sol lo acompaña en su trayecto, dejando menos espacio a la oscuridad de la cuál sus peores miedos pueden levantarse para atormentarlo. Llega a la casa, algo asombrado al ver que es más pequeña de lo que creyó en un principio. La puerta se abre para él después de minutos y se encuentra de frente con Lewandowski. Él sonríe, dando un paso a un lado para invitarlo a entrar, el ambiente se siente más frío una vez pone un pie adentro.

Él lo guía sin decir palabra por habitaciones y pasillos hasta su oficina, un lugar con un sofá contra la pared, un escritorio y estanterías, sin ventanas. Lewandowski toma asiento detrás del escritorio y le hace un gesto con la mano para que tome uno de los dos lugares disponibles. Una vez que se sienta, su sonrisa se hace más amplia, pero el hielo en sus ojos no se desvanece.

—Powitanie. ¿Qué lo trae a mi humilde morada? 

Algo le dice que sabe exactamente el motivo por el cuál está aquí. No parece alguien fácil de engañar y Gerard había escrito que es el más cerrado de sus supuestos aliados, alguien que no quiso escuchar una sola palabra de su parte, mejor tener cuidado.

—Como sabe, investigo el asesinato de Gerard Piqué, sigo buscando al responsable. 

Su sonrisa disminuye. —¿Y por qué eso lo traería a mi hogar?

No dice nada, pero su mirada debe hablar por sí misma. Hasta ahora, Lewandowski no le ha apuntado con un arma ni lo ha amenazado de forma sutil con una gran cantidad de guardias. De hecho, se ve bastante desprotegido estando solo en ésta oficina que no parece tener nada que le pueda servir como arma.

—De verdad, no estará pensando que fui yo quién lo hizo. 

—Gerard dejó cartas en las que lo apunta como uno de los posibles sospechosos. Solo estoy haciendo mi trabajo. 

Él asiente, sus ojos se desvían por segundos a algún lugar debajo de su escritorio. Cuando levanta la mirada, tiene una sonrisa que lo pone nervioso, campanas de alarma sonando en su cabeza. 

—Dígame, ¿cree que es ético hacerle sexo oral a su cliente? ¿también es parte de su trabajo? —Lo toma con la guardia baja, no tiene forma de negarlo, está escrito en toda su expresión. —Lionel es... Importante, para mí. En los últimos seis años, se había distanciado de Gerard, lo suficiente para que yo me sintiera más tranquilo de dejarlo vivir con ese tipo. Aún así, tomé mis precauciones. 

Seis años atrás, después de una habitual pelea que hizo a Leo querer salir de casa para olvidar sus problemas, la noche que quedó embarazado. Había dicho que Gerard estuvo varios meses ausente por negocios, pero seguro también quería disfrutar lejos de su esposo. Una vez que Mateo nació, entiende que Leo no quería tener nada que ver con su marido. ¿Dónde entra Lewandowski en la ecuación?

—¿Y usted cree que es correcto espiarlo de esa forma?

—Leo sabe de las cámaras en su sala, tal vez se le olvidó que estaban ahí. Aún así, lo importante aquí es por qué usted, detective, decide que es buena idea besarlo y meterse en su vida con tan poco tiempo de conocerlo.

Expediente 65Donde viven las historias. Descúbrelo ahora