Capitulo 11

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El ascensor celestial cerró sus puertas ante Azirafel, y descendió del cielo hasta la tierra.

Uno, dos tres y...

¡Din!

El ascensor se abrió y Azirafel salió del él.

Azirafel notó algo extraño... Un aroma diferente en el aire... Pero, ¿Qué era? Azirafel salió corriendo y no paró hasta llegar frente a la puerta del departamento de Crowley.

- ¿Crowley?.- Azirafel tocó a la puerta pero nadie respondió.

Con un pequeño milagro Azirafel se deshizo del cerrojo que cerraba la puerta y entró.

No había nadie... Crowley no estaba, y una extraña sensación de desesperación se albergó en el pecho de Azirafel...

Los humanos viven poco, pero... ¿Qué tan poco?

En eso, una mano tocó el hombro de Azirafel y esté dió un pequeño salto del susto.

- Hey, Ángel.- Dijo Crowley confundido por la reacción del ángel.

- Oh Crowley, no me asustes así.- Se quejó Azirafel mientras una de sus manos estaba fija sobre su pecho.

- Lo siento, ¿Estás bien?.

- Si... ¿Dónde estabas?.- Preguntó Azirafel mientras recobraba el aliento.

- Salí un momento...- Dijo el pelirrojo tratando de evitar indagamientos sobre su "salida".- Por cierto, compré un par de crepas.

Hace un par de días Crowley había encontrado la aparente única debilidad de Azirafel, las cosas dulces, y muy en especial, las crepas. Pero eso no fue lo único que descubrió Crowley. Descubrió que no solo Azirafel tenía una debilidad, si no también él, y esa era sin duda alguna, ver comer a Azirafel. Por muy raro que pudiera parecer, así era, y Crowley aprovechaba cada oportunidad para saciar los dulces deseos de su ángel, y también los de él.

- No te hubieras molestado, querido.

- Pasaba por allí y decidí traerte un par.

- Gracias, realmente amo las crepas.

- Lo sé, ángel.

Y así transcurrió la tarde. Azirafel y Crowley comieron crepas hasta la noche, bueno, solo Azirafel, Crowley solo lo veía comer.

- Ángel... ¿Qué hay de bueno en el cielo?.- Dijo Crowley recostandose en la alfombra.

- ¿A qué te refieres?.- Azirafel hizo lo mismo y se acostó junto a Crowley.

- La gente suele idealizar el cielo... Ya sabes, piensan que en el cielo está todo lo mejor, todo lo bueno y puro que puede existir.

- Es que así es.

- Últimamente... También lo creo así.

- ¿Enserio?

- Si, después de todo... El cielo te tiene a ti.- Crowley sonrió y sus mejillas de ruborizaron.

- ¿A mi?.- El ángel tocó sus mejillas para calmar su naciente sonrojo.

- Ángel...- Crowley acarició con delicadeza la mejilla de Azirafel.

- Te amo, Crowley.- Dijo Azirafel en un susurro para Crowley.

- Yo también, Ángel.

No querían besarse, querían pasar todo lo que quedaba de ese día justo así, acostados en la alfombra, Crowley acariciando la mejilla del ángel para luego quedarse dormido, y con eso, sin querer le otorgaba a Azirafel la vista más hermosa de todas, ver a Crowley durmiendo, y era una vista que Azirafel quería seguir viendo todo el tiempo posible.

- Buenas noches, cariño.- Azirafel dió un pequeño beso en la frente de Crowley.

Las estrellas brillaban más de lo usual esa noche, el cielo regalaba una de las vistas nocturnas más hermosas, y por un momento, por ese corto instante a los lejos se pudo escuchar el breve canto de un ruiseñor, ese que presagiaba los acontecimientos más importantes, y ese que al parecer estaba bastante contento con la escena.

Pero no todos los que apreciaban dicha escena estaban contentos con ello, o al menos no el arcángel Gabriel, quién gracias a la representación de la tierra a escala que tenía en el cielo, era capaz de ver todo lo que sucedía en ese instante.

- Esto es malo... Muy malo.- Murmuró Gabriel con notable nerviosismo.

Su nerviosismo era tal que no vió a ese curioso Ángel que lo contemplaba.

- ¿Sucede algo?.- Preguntó el ángel Muriel apareciendo sorpresivamente de la absoluta nada.

- Oh, no... Todo esto está perfectamente bien.- Gabriel se colocó frente a el globo terráqueo y así evitó que Muriel lo viera.

- ¿Seguro?.- Muriel intentaba ver.

- Por supuesto. Ahora, vuelve a tu puesto.

Muriel hizo un puchero con los labios, y se resignó a tener que obedecer al arcángel. Muriel se marchó y Gabriel se quedó solo en el lugar.

- Diosita no estará nada contenta...

(🥀)

𝐿𝑜𝑠 𝑀𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑁𝑜 𝑉𝑎𝑛 𝐴𝑙 𝐶𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora