Capitulo 5

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- Crowley, dame el volante.- Ordenó Aziraphale.

- ¡Claro qué no! Es mi precioso Bentley, nadie pone una mano encima del volante, nadie que no sea yo.- Dijo Crowley notablemente orgulloso de ser el único que ha puesto una mano sobre el volante del Bentley. Bueno, después de su anterior dueño.

- ¡Mataste a alguien!, ¡Y vas a exceso de velocidad!, ¿Cómo es qué te concedieron la licencia de conducir.- Aziraphale arrugó la frente.

- No tengo licencia.- Dijo Crowley con gran tranquilidad.

- ¡¿No tienes licencia?!

Apesar de que Aziraphale se ofreciera una y otra vez a conducir el Bentley, Crowley no lo dejó. Así que Aziraphale no pudo hacer más que ponerse a rezar durante todo el trayecto.

- Oye, ¿Dónde vives?.- Preguntó Crowley.

- Oh, en los mismos departamentos que tú.- Dijo Aziraphale sin darle mucha importancia.

- ¡¿Qué?!.- Gritó Crowley asustando a Azirafel.

- ¿Qué sucede? Ahora soy tú vecino.

- ¡¿Desde hace cuánto?!

- Oh, no recuerdo realmente, pero creo que desde hace un par de meses.- Mintió Azirafel.

- ¿Por qué me acosas?

- No te estoy acosando, Crowley ya te lo dije, soy tú ángel de la guarda.

Crowley decidió aguantarse las ganas de seguir la pelea, eso no era común en él, pero debía hacerlo, un policía lo había multado hace un par de días por conducir, logró escapar antes de que le pidieran su licencia, cosa que el no tenía. Así que Crowley no quería que volviese a repetir esa situación, tal vez no tendría la misma suerte. Aunque ahora tenía un ángel de la guarda.

Crowley finalizó el trayecto al llegar a los departamentos dónde ambos vivían.

- Bájate ya.- Dijo Crowley saliendo del auto.

Crowley y Azirafel entraron al lugar. Crowley parecía llevar prisa, y camina rápidamente, claro, con su inusual manera de caminar.

- ¡Adiós Crowley! Qué tengas un excelente día.- Azirafel se despidió aunque solo recibió un gruñido de Crowley, a modo de despedida.

Pasó una semana, para ser exactos.

Azirafel solía salir a los pasillos justo a la hora que sabía que Crowley saldría, Azirafel le saludaba sonriente, pero Crowley intentaba evitarlo a toda costa. Azirafel era un acosador, digo, ángel de la guarda, que parecía no rendirse nunca.

Era Sábado por la mañana. Crowley se levantó más temprano de lo usual, hoy le tocaba lavar a su preciado Bentley. Una persona normal llevaría a su carro a un autolavado, para que se encargaron de la limpieza de este, pero no Crowley, no, el prefería lavarlo el mismo, ponía de escusa que la gente de autolavado era inepta, y que rayarían su preciado Bentley, o peor aún, podrían destrozarlo o hacer un daño irreparable. Crowley cuidaba a su Bentley cómo a un hijo.

- Vas a quedar precioso.- Crowley pasaba una esponja con jabón por el retrovisor de su auto.- ¿A quién engaño? ¡Eres perfecto!

Azirafel pasaba "casualmente" por el lugar, y se extrañó de ver a Crowley hablando solo. Después de unos minutos observandole, comprendió que no hablaba solo, hablaba con su auto.

- ¿Necesitas ayuda?.- Preguntó Azirafel acercándose a Crowley.

- No, puedo solo.- Dijo Crowley sin descuidar el lavado de su auto.

- Es mucho trabajo.- Insistió Azirafel.

- Si, mi trabajo.

- ¿Por qué no quieres qué te ayude? Sería más fácil entre los dos.

- Solo yo puedo poner mis manos encima de mi Bentley.

Azirafel era persistente, así que Crowley no tuvo de otra más que dejarle ayudarle a lavar a su preciado Bentley.

- Bien ya está todo listo.- Dijo Crowley orgulloso con sus manos en sus caderas.

- Solo falta enjuagarlo.- Añadió Azirafel.

- Cierto, abre la llave de la manguera.

Azirafel hizo caso, pero en cuanto abrió la llave accidentalmente apuntó con la manguera a Crowley.

- ¡Mierda!, ¡No a mi! Yo ya me bañé.- Crowley se escudaba la cara con sus manos, y a su vez, hacía de escudo para proteger a su Bentley.

- ¡No puedo!,¡Se atoró!.- Azirafel intentaba cerrar el grifo con todas sus fuerzas, pero parecía inútil.

Azirafel no tuvo más opción, y sin pensarlo más, chasqueó sus dedos, un pequeño milagro que cerró el grifo.

- ¡Listo!.- Dijo Azirafel con emoción.

- ¿Cómo hiciste eso?.- Preguntó Crowley boquiabierto.

- Te lo dije, soy un ángel, así que hice un pequeño milagro.- Dijo Azirafel acomodándose su saco.

- ¡Pensé que bromeabas!

- Claro que no, los ángeles no bromeamos.

- Si no hubiera visto ese milagro no lo creería.

- Si, a las personas normalmente les cuesta creer.

- No puedes culparme, soy racional.

- Yo también, y un ángel.

- Eso parece.

(🥀)

𝐿𝑜𝑠 𝑀𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑁𝑜 𝑉𝑎𝑛 𝐴𝑙 𝐶𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora