Capitulo 1

371 26 0
                                    

El cielo no es para vagos que pasan su vida robando en las calles, no, no, pero eso cambió hace un par de siglos atrás. Ahora el cielo estaba interesado en redimir a esos malechores que eran un eterno dolor de cabeza, ¿Por qué? Bueno, parece que el príncipe de las moscas y el arcángel supremo han tenido serías diferencias, y los dos se niegan a permitir que las almas vayan al bando contrario, por ello el arcángel supremo ha decidido mandar angeles sumamente capacitados para vigilar a los humanos irredimibles, y convertirlos en personas dignas del cielo.
Entre estos angeles enviados a la tierra, se encontraba Aziraphale, un ángel de un rango intermedio, había cometido cierto error y casi era desterrado al infierno, pero Gabriel no iba a dejar que Beelzebúb se quedara con uno de sus más leales angeles, no , no, por ello le dió una "segunda oportunidad" y para que Aziraphale enmendara su error, debía ser el ángel de la guarda de cierta personita, un total caos andante, un buscador de problemas... Anthony J. Crowley.

- Si, si, al carajo con eso.- Dijo Crowley sentado con las piernas alargadas sobre otra silla.

- Esto es enserio.

- Tranquilo, lo tendré todo listo para el fin de semana.

Crowley se paró e hizo un ademán de despedida, para después dirigirse a su coche, su amado Bentley de 1926. Desde su adolescencia, Crowley se dedicaba a un par de cosas ilícitas, asuntos no muy legales, y un día, cuando el grupo de malechores que le acompañaban a robar en una casa, justo en la cochera, Crowley se encontró con el amor de su vida, el Bentley, y bueno, ahora es suyo, ya saben, el que se lo encuentre se lo queda.

Crowley subió a su auto y manejó por la ciudad, sin un rumbo fijo, aunque unos kilómetros después se estacionó en un estanque de patos, que había encontrado en su camino y pensó que era un buen lugar para fumar un poco.

- Agh, odio los patos.- Dijo Crowley viendo cómo un pato salía del agua en dirección a la banca dónde se encontraba sentado.

El pato rascaba sus plumas con su pico, tenía hambre, pero Crowley no traía comida para patos, no sabía muy bien lo que comían los patos, pero cuando era un niño, la niñera lo llevaba al parque, dónde justo al lado había un estanque, con patos, su niñera le había comentado que los patos comían chícharos, y que por el contrario a cómo la gente pensaba, los patos no deben comer pan, les hace daño, aunque su niñera dijo que el pan mataba a los patos, y Crowley se quedó con ello.

- Carajo, ya, bien iré por sus chícharos.

Crowley se vió rodeado por varios patos hambrientos, y por ello no tuvo más opción que levantarse a comprar una lata de chícharos a la tienda más cercana.

Un viaje rápido, aunque se tardó un poco más, debido a su pelea con el cajero por qué le faltaba un peso para comprar los chícharos, el cajero le dijo que no había problema, pero Crowley no dejaba de quejarse de los precios, y de gritar que si eso seguía así, los patos se morirían de hambre, por lo que el gerente lo sacó casi a patadas, y además, no le cobraron los chícharos.

Cuando Crowley regresó al estanque, se encontró con un sujeto que lanzaba descaradamente pan a los patos, esto lo enfureció más, ¿Cómo se atrevía?

- ¡Oye tú! ¡Hijo de tu la gran p****! ¡Deja de hacer eso!.- Crowley gritaba molesto.

El sujeto tenía un sombrero beish y un saco y pantalón del mismo color, con cabellos rubios, y parecía bastante asustado cuando Crowley comenzó a gritarle.

- ¿Qué?.- El hombre podría jurar que Crowley iba a golpearle, así que retrocedió.

- ¡Vas a matarlos!.- Gritó colérico Crowley.

- Claro que no, tenían hambre, solo les dí pan.- El sujeto mostró la bolsa con pan que tenía en la mano.

- ¡Por eso! ¡Los patos no comen pan!

- ¿Enserio? Parecen felices.- El sujeto se encogió de hombros.

- Ah, a ver si tú vas a lucir feliz cuándo te golpee.- Amenazó Crowley.

- No, espera, tranquilo.- El sujeto hubiera llamado a la policía en otras circunstancias, pero Crowley era su "protegido", y no estaba allí para mandarle a la cárcel.

- ¡Tranquilo tú estúpido!.- Crowley corrió enojado hacía Aziraphale.

Aziraphale pensó que le golpearía, por ello se tapó la cara con las manos, pero al quitar las manos, se encontró con Crowley sentado en el suelo, se había caído.

- Oh, Crowley, permíteme.- Dijo Aziraphale tendiendole la mano para ayudarle.

- ¡No quiero tú ayuda!.- Crowley golpeó la mano de Aziraphale.

Crowley se levantó a cómo pudo y se sacudió la ropa, estaba tan enojado que no se percató de que el sujeto le había llamado por su nombre.

- Me llamo Aziraphale, o Azirafel.- Dijo Aziraphale dándole la mano.

- Me importa un carajo tu nombre, idiota.- Gruñó Crowley acomodándose sus gafas negras.

(🥀)

𝐿𝑜𝑠 𝑀𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑁𝑜 𝑉𝑎𝑛 𝐴𝑙 𝐶𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora