Capitulo 18

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Azirafel no lo pensó un segundo más e intentó desatar a la anciana, aunque en el momento en el que dió un paso, Hastur y Ligur se levantaron de sus asientos.

- ¿Qué? ¿Enserio creíste que sería tan fácil? - Dijo Hastur.

- Realmente no, justo por eso...- Azirafel chasqueó los dedos para hacer reaparecer a su espada flameante.

Gabriel frunció el entrecejo. Él no tenía un arma, ni siquiera estaba enterado de que debía traer una, así que mejor retrocedió manteniéndose detrás de Azirafel, no es que Gabriel fuera un cobarde, más bien, le gustaba su cuerpo físico, y no quería desintegrarle, y menos por culpa de un par de demonios, así que le dejaría toda la pelea a cargo de Azirafel.

- Cobarde.- Le dijo Ligur a Gabriel.

Gabriel solo ladeó los ojos.

Azirafel peleaba astutamente contra Hastur y Ligur,pero era obvio que no podría que solo, así qué intentó convencer a su jefe de ayudarle, aunque fue en vano.

- ¡Gabriel has algo! - Se quejó Azirafel.

- ¿Cómo qué?

Azirafel le señaló con la mirada hacia la anciana, ahora que él mantenía ocupados a Hastur y a Ligur, era el momento perfecto para desatar a la Nana de Crowley. Gabriel comprendió en seguida lo que debía hacer, y se escabulló en silencio hacia la anciana para desatarla, una vez liberó a la anciana, Azirafel hizo caer a Hastur, y Ligur quiso ayudarle, pero en ese momento se dió cuenta de que habían liberado a la anciana.

- Maldita sea, Hastur.- Dijo Ligur haciendo que su amigo volteara para darse cuenta también.

Azirafel no iba a desaprovechar la distracción que se había creado, y con su espada envuelta en fuego los apuñaló por la espalda, primero a Hastur y luego a Ligur, y estos cayeron al suelo para desintegrarse en un abrir y cerrar de ojos.

- Bien hecho.- Dijo Gabriel cruzandose de brazos.- Lo hemos logrado, desintegramos a esos sucios demonios.

- ¿Desintegramos? - Azirafel arqueó una de sus cejas, en señal de reproche.

- Bueno, desintegraste.

De repente un grito se escuchó en la cocina, aunque más bien había sonado cómo un gruñido muy alto, Azirafel y Crowley se miraron por un segundo, Azirafel sabía que ese grito no había sido de Crowley, conocía muy bien su voz, pero sin embargo, Gabriel aunque nunca le había oído gritar de ese modo, supo que se trataba de Beel. Seguido se ese grito de Beel, se escuchó otro, y esta vez Azirafel si reconoció la voz de Crowley.

Ambos corrieron hasta la cocina, y con estupefacción miraron la escena.

Beelzebúb se encontraba sangrando a causa del cuchillo que tenía enterrado en el brazo, y Crowley yacía a sus pies, con un cuchillo clavado firmemente en su pecho, y aparentemente ya sin vida.

- ¡Crowley! - Gritó Azirafel abalanzandose a un lado del cuerpo de Crowley.

Azirafel tomó con sus manos la cabeza de Crowley y la recostó sobre sus piernas, a modo de que estás le sirvieran de almohada.

- Crowley, despierta.- Las lagrimas se hacían presente en los ojos de Azirafel.

Las manos de Azirafel, esas misma que un día se deslizaron sobre los cabellos rojizos de su amado, sacándole una dulce sonrisa a este, hoy de igual manera lo hacían, aunque ahora ninguno de los dos sonriera, y lo único que hay son lágrimas, lágrimas que eran una suplica por la vida del ser qué más amaba.

- Azirafel...- Fue lo único que Gabriel dijo, y eso fue más que suficiente para hacer saber a todos los presentes dos cosas.

La primera : Azirafel le había consolado cuando Beelzebúb lo rechazó, y ahora, aunque pareciera sorprendente, Gabriel también estaba dispuesto a consolarlo, aunque las palabras se le habían acabado en ese instante, al ver esa escena.

La segunda : Crowley no estaba muerto, al menos no aún, podía sentirle aunque sus pulsos fueran demasiado débiles.

Azirafel comprendió esto, y ubicó su mano en el cuello de Crowley, y aún con la esperanza colgando de hilo, checó su pulso, corroborarando que Crowley aún no estaba muerto, aún podía salvarle, así que lo cargó cómo lo hizo aquel día en qué un pequeño Crowley casi perdía la vida, pero Azirafel le devolvió aquella vida, y ahora estaba dispuesto a volver a hacerlo, y lo haría las veces que fueran necesarias.

- Azirafel...- Dijo Crowley en lo que parecía ser uno de sus últimos alientos.

Azirafel con lágrimas en los ojos se forzó a sonreír para Crowley.

- Oh querido, no gastes fuerzas, te llevaré al hospital, todo estará bien, enserio.- Dijo Azirafel con la voz quebrada y a punto de romper en llanto.

- Mi ángel... - Dijo Crowley en el que fue su último aliento.

Gabriel ya no pudo sentir más su presencia, y Azirafel aún con su mano en el cuello de Crowley, no pudo sentir más los débiles pulsos de este.

Crowley había muerto.

(🥀)

𝐿𝑜𝑠 𝑀𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑁𝑜 𝑉𝑎𝑛 𝐴𝑙 𝐶𝑖𝑒𝑙𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora