Capítulo 26

243 12 1
                                    

Dahn Min
12 años de edad.

—Oh, eres super lindo. ¿Cómo te llamas?

—Dahn.—Susurro, al mismo tiempo que mi corazón palpita con nervios.—Dahn Min.

—Eres muy lindo, y educado, ¿verdad, amor?

El hombre se acerca y me mira con recelo, al igual que a la mujer que hace un momento me estaba hablando.

—Él va a ser el niño que nunca me pudiste dar.—Es lo único que dice y un escalofrío me recorre cuando su mano toca mi hombro y le da un fuerte apretón.—Lo queremos adoptar.

¿Adoptar?

¿Adoptar?

¿Por fin me van adoptar?

La emoción no puede evitar invadir mi cuerpo, me lanzo al cuerpo del hombre, uniendonos en un abrazo, pero casi a los segundos siento un fuerte empujón que me termina separando de él.

—¿Qué haces? Un hombre no puede abrazar a otro hombre.

Miro a la mujer, que probablemente va a ser mi nueva mamá; ella hace una mueca, pero finalmente termina asintiendo, dándole la razón a ese hombre, así que yo, simplemente hago lo mismo. E intento ignorar que ese pensamiento no es correcto.

(...)

—Señora, ¿le ayudo con la comida?

Ella, mi “mamá” me mira con miedo, y sus ojos se mueven por toda la casa en busca de ese hombre, ese hombre que aunque intento ocultarlo, le tengo un odio inmenso.

Simplemente me da asco.

—¿Cómo dices eso, Dahn? Si tu padre te escucha, me va a castigar.

—¿Por qué?—Pregunto sin poder evitarlo.—Papá siempre ayudaba a mamá, ambos decían que la casa era responsabilidad de ambos.

Ella ríe.

—No, Dahn, la única responsabilidad de la mujer es cuidar a sus hijos, mantener la casa y la comida lista y ser una buena mujer para su esposo, y el hombre solo se tiene que dedicar a mantener a su familia. La mujer no trabaja.—Me explica constantemente delicadeza y lentitud, como si eso fuera hacer que justifique sus respuestas, pero aún así, no puedo evitarlo sentir enojo ante ellas.

—Ser ama de casa también es un trabajo. Y uno muy cansado, señora. No veo la necesidad de menospreciar a alguno de los dos, ambos son muy importantes.

Ella solo me mira con el ceño fruncido, puedo ver un sentimiento en sus ojos que no logro identificar, pero simplemente termina negando con la cabeza y soltando una risa falsa.

—Piensas muy raro para tu edad.—Me dice y revuelve mi cabello.

—Igual usted.—Le respondo y ella me mira con la boca entreabierta. Pero finalmente, no dice nada.

—Ve a buscar a Eli, Dahn, por favor.

Solo asiento y camino hacia su habitación, me quedo en medio de dos habitaciones. Hasta golpear la habitación de Elizabeth.

Pecando Entre Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora