El guardián de los astros

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Se escondió en los pasillos de la biblioteca y aprovechó que Blitz dormía profundamente en su habitación. Stolas tomó algunos libros de los estantes, empezó a apilarlos entre sus brazos y, al final, tomó asiento sobre el piso y apoyo su espalda contra la madera para enfocarse en el contenido de las enciclopedias.

Pasó algunas páginas de los primeros libros, estaba leyendo rápido y engulliendo conocimiento. Sus pupilas viajaban de un lado a otro con gran velocidad. Sin embargo, se detuvo cuando llegó a la mitad del primer manual y apretó el libro con sus dedos. Sus ojos se nublaban un poco, su vista se oscurecía y se cansaba más rápido que antes. El brillo del día llegaba desde los ventanales de la biblioteca personal que poseía y, aún así, todo se veía oscuro por la falta de luz de sus propios ojos.

Suspiró agotado e intentó pasar algunas páginas más. A veces el frío de su cuerpo era tan extremo que sus propios pensamientos se congelaban. Estaba harto de sentirse así y de que los pensamientos intrusivos lo perjudicaran de esa forma. Recordar como podía leerle historias fantásticas a Via y como le mostraba las estrellas con su gran cantidad de magia...

Se cubrió el rostro con sus manos y se acurrucó en su lugar. Debía detenerse. Debía dejar de pensarlo todo el tiempo. En cada momento, a cada hora, algo se cruzaba allí y la recordaba. Tal vez ya no podía abrir portales dimensionales, pero aún así... Necesitaba el suficiente poder para que otros pudieran utilizar el libro.

Rebuscó entre los tantos manuales que tomó de la estantería. Buscó hechizos simples, la manera de poder al menos sincronizar su habilidad con la frecuencia baja de su alma débil. Stolas necesitaba intentarlo hasta que funcionara, necesitaba ser fuerte como antes porque toda su felicidad dependía de que ese libro fuera útil para Blitz.

El brillo en sus manos empezó a rodear las páginas doradas. Gimió con gran esfuerzo rompiéndose la voz al intentar formar y canalizar su poder entre sus manos. Quería que su alma brillara, no importaba cuánto doliera o cuánto de su cuerpo debiera sacrificar.

—Funciona... mierda... FUNCIONA —formó puños con sus manos para dar el máximo de su fuerza espiritual y que su hechizo de medición surtiera efecto.

Sin embargo, jadeó muy adolorido al soltar el libro y al expandir una ventisca de magia fallida a su alrededor. Los estantes retumbaron un poco, pero todo siguió en su lugar. El libro cayó al suelo y Stolas se arrodilló en el suelo sosteniendo su pecho lleno de dolor físico nuevamente. Jadeó demasiado fuerte y empezó a maldecir entre dientes, golpeó el piso con su puño y negó con la cabeza ante ese espantoso dolor que le atravesaba el pecho como si le estuvieran mutilando la carne.

Levantó la mirada con sus ojos apagados y quiso intentarlo de nuevo. Intentarlo de todas las malditas veces que fueran necesarias hasta que funcionara y hasta que su cuerpo ya no pudiera más. Su magia era esencial y sin ella, él no servía para nada.

—Stolas.

Las manos de Blitz rodearon su cintura y lo asustaron. No creyó que lo encontraría. El escandalizado imp atravesó la biblioteca a las corridas luego de despertar, era obvio que escucharía la sacudida de poder que en realidad había retumbando la mansión entera. Se arrodilló ante el príncipe y frunció el ceño con enojo y preocupación hacia él.

—Ya deja de forzarte a escondidas de mí —le reclamó—. Aún no estás apto para usar magia, te agota demasiado. Tienes que entenderlo.

El rostro exasperado de Stolas se reflejó al instante. Bajó la mirada jadeando demasiado afectado por el dolor físico y sintió odio e impotencia por lo débil que era su cuerpo en ese estado.

—Necesito recuperarme lo más rápido posible. El juicio de Asmodeus es muy pronto —pronunció muy preocupado por él acontecimiento—. Aunque sepa las leyes, debo estudiar e idear estrategias. No puedo seguir perdiendo el tiempo, necesito más poder.

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