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Amity

¿En que momento Amity empezó a asesorarse de moda con su hermana? Sabiendo perfectamente que ella sabía vestirse, y muy bien, ¿Entonces por qué le había pedido ayuda ahora?

Simple, porque entró en pánico, desde que invitó a cierta chica a la fiesta no había dejado de pensar en que se pondría, como se peinaría, como se maquillaría, entre otras cosas, así que optó por pedirle ayuda a su hermana, quién estaba muy consciente de la situación que estaba pasando y quién la provocaba.

Ah, y su madre también se ofreció a ayudarla.

Pero hey, lo logró, había maravillado a la morena sin darse cuenta, pero aunque lo supiera, no sabría decir si ella quedó más impresionada con lo atractiva que se veía su invitada.

En estos momentos se encontraba en una habitación desolada de la mansión de Skara, esperando a Noceda, quién había bajado por unas bebidas para ambas ya que habían cuadrado quedarse ahí y conversar, ella estaba encantada, y odiaba estarlo.

Porqué se suponía que no debía emocionarse por estar con ella, no debía sonrojarse al escucharla hablar de cualquier cosa, sin embargo, ese sentimiento de emoción que emanaba al verla y hablarle, le era satisfactorio, era cómo salir de su mundo y viajar a uno nuevo, uno en el que sólo estaban ella y Luz.

—Quiero pensar que te gusta la soda de fresa—finalmente apareció, con una botella enorme de soda de fresa y dos vasitos metidos uno dentro del otro—, pero si quieres voy por Coca-Cola.

—Asi está bien, la Coca-Cola me hace llorar.—Amity se acomodó en el borde de la cama, cruzada de piernas y acomodando su cabello, no sabía porqué, pero lo hizo.

—A mi también, exceso de gas—mencionó la castaña divertida, empezando a servir la soda—. Agarraste la guitarra, ¿Cierto?

La peliverde se vió algo confusa, ella si la agarró, pero no supo cómo pudo saberlo, quiza por la diferente posición en la que la dejó, pero es que era minuscula esa diferencia.

—Si... pero no la toque—admitió, mirando la guitarra que estaba en la cama—. ¿Sabes tocarla?

—Claro. No tanto como Slash, pero si lo suficiente como para sacar una canción a oido—mencionó la de traje que servía las bebidas, y al ver la cara de confusión de la peliverde, sonrió—. ¿No sabes quién es Slash?

—No, pero me imagino que es un guitarrista.—admitió la de ojos dorados.

—Y uno muy bueno—le refutó la castaña—. Pero bueno, yo no juzgo a incultos.—dijo divertida, ofreciéndole su vaso de soda a la contraria.

Amity la fulminó con la mirada, pero no pelearía con ella solo por eso. Le agradeció y bebió el refresco junto con ella; quería escucharla tocar la guitarra aunque fuera un poco, pero la sola idea de pedirle que tocara alguna canción, le daba vergüenza.

—¿Estás bien, Blight?

—¿Eh? Si, claro—murmuró—, ¿Que te hizo pensar que no?

—Pues disociaste mucho—dijo inocentemente, que haya notado eso le pareció muy tierno de su parte por alguna razón—. O pensabas en algo de lo que yo no se, o tengo algo en el cuello.

DelincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora