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Luz

—¡Kiddo, hey, despierta!

—¡Edalyn debemos irnos!—de lo poco que lograba escuchar, eran disparos acompañados de un pitido ensordecedor—¡Los demás no resistirán mucho!

—¡Tiene que despertarse!—eran los gritos desesperados de Eda, ¿A quien se referiría?—Luz, por favor, despierta. Tienes que levantarte.

Sus susurros en su oído se sentían como miles de moscas en el, que poco a poco se metían en su cabeza, aturdiéndola más. En eso se empezó a hacer presente un dolor terrible en su abdomen, un dolor punzante que la obligaba a gritar, pero no lo hacía.

Al abrir los ojos se encontró la mirada esperanzada de su mentora, pudo jurar que vió un trayecto de lagrima en su mejilla sucia.

—Bien, tranquilízate. Tienes una bala en el abdomen, pero te pondrás bien, te pondrás bien, Luz.—esas palabras se sentían más para ella que para si misma.

Ella ni podía respirar, sentía dificultades y aún así estaba siendo puesta de pie lentamente, terminó cayendo otra vez ya que al doblarse para levantarse el dolor en su abdomen se hizo aún peor.

—Vamos Luz, por favor. Debes intentarlo.

—Tenemos que levantarla entre ambos, pero debe ser rápido—alcanzó a ver como Owlbert se acercaba, tenía un rasguño en la frente y juraría que era una herida de una bala que pasó rozando por ahí—. ¿Ya tiene conciencia?

—Algo—alcanzó a pronunciar tranquila—. L, ¿Puedes hablar?

—¿Dónde...—lo hacía tan lento y con tanto esfuerzo que no había tiempo para terminar su pregunta.

—¿Dónde estamos? En los.. los barrios bajos, tranquila. Te llevaremos a un refugio para curarte.—tenía sentido, si iban a un hospital sería un problema mucho peor. Pero ella no iba a preguntar eso.

No pudo volver a articular algo más que no fuera un quejido al ser levantada por Owlbert y Eda, fueron a dejarla justo en una camioneta que no era en la que antes estaban escapando de la policía, ¿De que se había perdido?

Al recostarla en los asientos de atrás, su tutora se sentó a su lado poniendo su cabeza en sus piernas como si fuera lo más delicado del mundo. El muchacho se subió al asiento del piloto y encendió el vehículo, apenas sintieron el motor encenderse y ya había puesto en marcha su camino.

—Eda, es muy probable que no quedemos bien con esa gente—decía mientras manejaba a gran velocidad entre las calles—. Nos llevamos el botín, los dejamos solos y para colmo, en pleno tiroteo con esos tipos.

—Ya veremos como arreglar eso, pero primero está la vida de Luz.

—A...

—¿Luz? ¿Que ocurre?—de inmediato tuvo su atención, y debía pronunciar con que fuera algo que denotara su pregunta.

—Amity...—alcanzó a decir, notando el rostro sorprendido de la de cabello cenizo que miró de reojo al conductor.

—Después, Luz.—no podía nombrar a la millonaria frente a otros, nadie más que sus amigos y Eda conocían la existencia de su relación. Pero en ese momento no le importaba, necesitaba saber de ella.

—Ami..

Fue lo último que alcanzó a susurrar antes de volver a perder el conocimiento, ¿Que le pasaba? Ella no se puso así ni cuándo tuvo esa bala en el hombro, probablemente por la euforia de ese momento.

Cuándo despertó, estaba viendo el techo de la casa búho, escuchando a King hablar con su peluche, Francoise; murmuró algo que ni ella entendió pero que si alcanzó a escuchar su pequeñito.

DelincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora