26.

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Amity

Ella no era alguien que perdonara tan fácilmente, y el hecho de que Nate golpeara a su novia por celos era algo que nunca le perdonaría al chico. Aunque el no supiera que lo había visto en vivo y en directo, los rumores se esparcían muy rápido en Hexide.

—¡Luz, espera!—iban tan rápido que empezaba a tropezarse, no era buena para correr en tacones por más pequeños que fueran.

—Ah... lo siento, Amity—paró obediente y la tomó de la cintura para estabilizarla—. ¿Te encuentras bien?

—¡Eso te pregunto yo a ti!—exaltada revisó la mejilla de la morena, se empezaba a hinchar poco a poco y cuándo tocó la carne hinchada, Luz se quejó en voz baja, cerrando un ojo—¡Te dió muy duro, Luz!

—No es para tanto, Amity. Hay gente que golpea más duro y gente que recibe peores-

—¿¡Quieres dejar de hacer de cuenta que tus problemas no importan!?—nunca le alzaba la voz de esa manera tan fuerte, era un reclamo que nadie le había hecho y se le notaba, la latina estaba muy sorprendida.

—Lo siento. No lo vuelvo a hacer.—parecía un perro regañado, y eso bastaba para ablandar su corazón.

—Perdoname, no debi gritarte. Pero me enoja que minimices tanto el como puedes sentirte.

—Ya te dije que no lo haré otra vez.—repitió, tomando la mano de su novia.

—No tienes que hacerlo por mi, hazlo por ti—la morena se veía muy sorprendida por las palabras que llegaban a salir de su boca, ¿Es que nadie le había dicho todo esto antes?—. Vamos a mi casa, lo menos que puedo hacer es curarte.

—¿Cuándo será el día en que vayamos a tu casa sin necesidad de que me cures alguna herida?

—Ya pasó una vez.

—No cuenta, yo no entré.

Soltó un bufido divertido sin poder estar enojada con Luz. Caminaron hasta la motocicleta, se pusieron los cascos y fueron directo a casa de Amity, sus hermanos ya sabían del vehículo de la latina y siempre le pedían en secreto que los llevara a dar una vuelta.

Y como toda una niña exclusiva que era ella, no se los permitió y no por petición de la peliverde. Claro que no.

—No necesitabas comprarme un casco.—no le molestaba, pero ese tipo de cascos no eran muy baratos y no quería ser una molestia financiera para alguien que no era su padre ni su madre.

—Si llega a pasar un accidente y no llevas casco, cualquier daño que te pase no me lo perdonaría—al estar abrazando a la castaña por detrás, no podía ver su rostro, pero estaba segura de que era muy bonito, sonriente y rojo—. Y así me ahorro pagarte el hospital o algo así.

—Es un casco, Luz. No una armadura.—su risa le llegó a los oídos tenuemente, el motor de la motocicleta acaparaba gran parte de su capacidad auditiva.

—Igual, eres un "poco" conocida, Blight. Aunque no es muy raro que te vean conmigo algunas personas en la calle, si que sería raro verte abrazando a alguien en una motocicleta. Te protejo aunque no lo creas.

—Has recibido como 3 amenazas, un golpe durísimo, un corte de navaja y todo eso por mi. Claro que te creo.—sintió el estómago de la piloto contrarse por la risa, mientras ella pensaba en si de verdad era tan indefensa.

DelincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora