27.

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Luz

Los gemidos de Amity la tenían absorta en pensamientos obscenos, nunca disfrutó tanto un sonido como aquel que se le filtraba en los oídos acompañados de leves suspiros que le erizaban la piel.

También le encantaba tocar la piel de su novia, ¿Que crema usaría para tener una piel tan tersa y suave? Era maravilloso sentir y poder probar su piel.

No le había quitado ninguna prenda pero tenía muchas ganas de hacerlo y sabía que Amity también, pues se aferraba a ella, se alzaba un poco su propia blusa y tomaba sus manos para ponerlas sobre sus pechos, aun por encima del sostén.

Pero ella era muy nerviosa cuándo se trataba de la Blight, la adoraba a mas no poder y tocarla para ella era un privilegio, pasaría casi todo el día admirando su belleza interior y exterior.

Y la otra parte del día se lamentaría por estarla engañando. Ella entregaba con total confianza su corazón y cuerpo a Luz, creyendo que sabía con quién se metía.

Afortunadamente para ambas, el deseo y amor acaparaba más los pensamientos de la morena en esos momentos.

No era una experta para tocar a alguien, pero si se trataba de su novia claramente se esforzaría por hacerla sentir bien.

Su rodilla chocaba leve pero insistentemente en la entrepierna de su chica, rozando a la intimidad y lograron hacerla gemir un poco bajo. Sus labios se encargaban del área del cuello de la Blight para arriba mientras que sus manos exploraban el abdomen pálido.

—Luz...—murmuró entrecortadamente, acariciando el cabello castaño y abriendo más sus piernas.

Y por más que deseara "eso" con ella, no iba a permitir que Amity se entregara a ella sin saber a lo que se dedicaba desde hace años. Para calmar las hormonas de ambas, movió sus manos a las mejillas de la peliverde y la besó con suavidad.

—Amity, te adoro—le confesó, ella ya lo sabía pero le gustaba escucharlo—. Pero tenemos que esperar más.

La cara de la adolescente era para reírse, no sonreía y tenía los ojos bien abiertos viéndola. Después, logrando entender, se quejó, sentándose junto a la latina y poniendo su barbilla en su pecho.

—¿A ti te gusta hacerme sufrir?—cuestionó, con los ojos cerrados y el ceño fruncido.

—Algo así, princesa.

Sintió el pellizco de su novia en el hombro y se quejó riendose, sintiendo como se apartaba de su lado.

—Si no me vas a tocar a mi, toca la guitarra entonces.

Le estaba sorprendiendo que, Amity siendo tan propia y aveces penosa para hablar esos temas, lo estuviera diciendo tan abiertamente, como si fuese algo que practicaban muy seguido cuando no era asi.

—Bueno pero, avísame con tiempo—la princesita no captó porqué le decia eso, y tuvo que justificarse—. Te estás acabando mi repertorio, tengo que aprenderme más canciones.

—No es necesario Lu, me gustan las canciones que te sabes. Pero no me molestaría que aprendieras más de Taylor Swift.

Rió mientras revisaba la hora en su celular, ya era un poco tarde, y le mandó mensaje a Eda para avisarle que muy probablemente llegaría más tarde.

DelincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora