15. Juntos

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Emma se colocó la playera de Sergey, se dirigió al baño para preparar la bañera agregándole un líquido espumoso que encontró en la repisa y lo llevó hasta allí. Él se sumergió y ella comenzó a frotarlo con una esponja. Fue delicada con sus movimientos, ya que no quería incomodarlo más de lo que ya podía estar.

Lo dejó un rato allí con sus pensamientos. Él estaba ido aún, con la mirada perdida. Ella le acarició el rostro y él la miró a los ojos.

—¿Te quedarás conmigo? —le preguntó con un hilo de voz.
—Así es, mi amor.
—¿Estás segura?
—Lo estoy, precioso.

Emma le dio un casto beso en los labios en dónde quiso transmitirle todo el amor que sentía por él. Ella le había dejado una toalla cerca de la bañera para que se cubriera al salir.

El chico permaneció un rato más. Ella decidió darle un poco de espacio y se dispuso a recoger la ropa que estaba regada en el piso. Tomó el bowl que contenía aún palomitas y se lo llevó a la cocina. Lavó los platos que usaron en la tarde para darle el chance a que su novio se vistiera.

Aprovechó luego de meterse al baño. Se dio una ducha rápida y se fue a la habitación, para ponerse el vestido que habían comprado horas antes.

Sergey tocó la puerta y miró con ojos brillantes a la chica que tenía en frente. El vestido le quedaba precioso, no pudo resistir el impulso de abrazarla.

—¿Te sientes mejor? —le dijo ella.
—Sí —mintió.

Sergey apretó los labios en una línea recta. Comprobó la hora en su reloj, el cual marcaba las seis con veinte minutos. Le extendió su mano a Emma, quien la entrelazó con la suya y salieron de la casa. Abordaron el auto y él lo puso en marcha.

Iban de camino a la reunión de Violet. Viajaron todo el trayecto en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Sus vidas habían cambiado hacía unas horas atrás y tenían que intentar disimular.

Al llegar a la zona, Sergey disminuyó la velocidad y finalmente se detuvo para estacionarse. Abrieron las puertas casi al mismo tiempo al bajar y se tomaron de la mano. Antes de qué él tocara la puerta, ella le apretó ligeramente el agarre. Con su tacto lograba bajarle los niveles de estrés cuando notaba que estaba tenso o frustrado.

Al entrar a la casa fue abrazado por Nastya y Nicolay le estrechó la mano para volver a la reunión. Nastya cerró la puerta una vez que estaban dentro y se quedó atendiendo a la pareja.

—Pero qué linda jovencita —le dijo Nastya a Emma— me encanta tu vestido. Si tuviera unos veinte años menos, no dudaría en comprarme uno igual. Por cierto, soy Nastya —le extendió la mano.
—Gracias, Sergey me lo compró —dijo con algo de pena— un placer señora Nastya, soy Emma.
—Estás en tu casa, querida. Estamos reunidos en el jardín, vengan conmigo para darles algo de beber.

Los chicos siguieron a Nastya hasta la cocina donde esta les dio a cada uno una lata de gaseosa. Eran menores de edad y no quería tener problemas con Elena por darles alcohol.

Al entrar estaba Elena junto a Yulia. Nicolay estaba encargado de la parrillada, Inessa estaba junto a Faddei en una esquina conversando. Sergey saludó a su bisabuela primero, la cual lo envolvió en un abrazo. Faddei le dio la mano al chico y saludó a Emma. Luego se dirigieron a la homenajeada y soltó por un momento a su amada para darle un abrazo.

—Felicidades por tu éxito, Violet —dijo él al deshacer el abrazo y volver al lado de su novia.
—Gracias lindo —le respondió con cariño. Al ver la cara seria que puso Emma, ella misma se anticipó a presentarse.
—Hola corazón, soy Violet —le dio un beso en la mejilla y un ligero abrazo— tú debes ser la novia de mi primo. Es un gusto conocerte.
—El gusto es mío, soy Emma —dijo más aliviada— Sergey no me dijo que tenía un prima tan linda.
—Honor que me haces, bella; pero tú no te quedas atrás. Me encantó tu vestido.
—Gracias —dijo tímidamente la chica— Sergey me lo compró —comenzó a ruborizarse.
—Me mata de ternura esta chica —dijo Violet con emoción— ¡se ha sonrojado!

Los secretos de familia se ocultan en casa: justicia para Sergey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora