Capítulo extra: Antoine Volkov y Lorena Ivanova

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POV ANTOINE

Mi mamá Elena siempre me lo decía, que ella no era una buena mujer para mí. Sin embargo, yo siempre encontraba argumentos para defenderla. Pero la verdad es que yo mismo me estaba convenciendo de que cometí una equivocación al elegirla como la madre de mi hijo.

Inclusive ella me mintió, no quería hijos. Actué como un canalla cuando le cambié las píldoras anticonceptivas por aspirinas, pero es que quería desesperadamente formar una familia con la mujer que amaba. A veces cuando Dios no permite las cosas, es porque no es su voluntad y no deben suceder. Pero el ser humano siempre de terco y soberbio quiere volver realidad sus caprichos.

Pensé que iba a cambiar con nuestro hijo, pero no fue así. Ella me buscaba y no es que no la deseara, es que tenía muchas presiones en ese momento. Vivir en esa urbanización era sumamente costoso. Y por más que le insistí que vendiera la casa y nos mudáramos cerca de mis madres, ella lo desestimó. Decía que no le gustaba como eran ellas y no quería que nuestro hijo se fuese a afeminar.

Llegó un punto en que discutíamos demasiado y no entendía su bendito empeño en querer trabajar justo ahora. Nuestro hijo estaba pequeño y necesitaba a su madre. Ella quería dejarlo al cuidado de algún extraño pero me negué. Y no era paranoia, es que la tasa de abuso infantil se había disparado en los últimos meses.

Le insistí que con ese contrato que me salió resolveríamos mucha cosas. Y le dí un ultimátum: me mudaría a otro urbanismo más barato. Y lo haría con ella o sin ella. Pero cuando me enteré de lo que sucedió con Sergey, quise matarla. Pero me sentí peor por no estar ahí y defender a mi pequeño. No tenía conocimiento de que Lorena lo había dejado solo con aquel desgraciado. No soporté. Por más que mi madre Elena intentó disuadirme no podía dejar de pensar en eso. El mismo día que me dijeron puse la denuncia y no vi que hicieran nada. Así que tomé una decisión radical.

Sé que eso no le devolvería la estabilidad física ni emocional a mi pequeño, pero al menos le haría un favor al mundo. Una basura como esa no debería de existir. Un maldito degenerado que se escuda en su poder y dinero para hacer lo que le da la gana y andar por la vida con total impunidad. No tengo la certeza de que mi hijo haya sido el único pero esa clase de malnacidos son unos depredadores. Tuve un compañero de clases que su abuelo lo violaba y lo amenazaba con matarlos a todos. Cuando cumplió diecisiete y juntó todo el valor, sencillamente lo mató. Y luego de haber hecho justicia, se suicidó porque estaba demasiado roto. Me dolió mucho enterarme a lo último y no poder ayudarlo, es tan horrible. No me imagino como sería que en mi familia hubiera alguien así y doy gracias a Dios todos los días porque eso no sucedió.

Para mí si hubo justicia, no alcancé a matarlo pero me apresaron. No me leyeron mis derechos, me negaron mi llamada y me intentaron intimidar. Porque yo no era un importante político o CEO o millonario manejador de modelos. Por ser sencillamente yo, un muchacho sencillo en busca de la justicia de los hombres. Pero la balanza estaba en mi contra.

Sentí un alivio de ver a mis madres y agradezco enormemente que no trajeran a Sergey. No quiero que se haga una idea de que su papá es una mala persona e imite mis acciones. No tuve noticias de Lorena y no me sorprende. Me duele porque aún la amaba y quería que nos arregláramos. Pero en vista de las circunstancias, dudo mucho que eso sea posible. Me esperan muchos años de cárcel porque toqué a un intocable.

POV LORENA

Sé que las personas me tildan de frívola y materialista, sólo porque estuve en el mundo del modelaje y me cuidaba demasiado; además de proteger celosamente mi vida privada ya que soy una figura pública. Después de que tuvimos a Sergey me quería lanzar al agua con mi marido, pero mi representante me convenció de que eso le haría mal a mi carrera. ¿Y quién era yo para cuestionarlo? Yo sólo era la chica humilde que atendía mesas en aquella cafetería sencilla. En cambio él era un poderoso magnate y tenía la particularidad de descubrir diamantes en bruto y pulirlos. Él fue el único que creyó en mí, cuando el resto me rechazó.

Desde entonces me dediqué a obedecer sus órdenes sin cuestionar, ya que él pensaba en mi futuro. Un futuro vacío hasta que lo conocí. Aquel pelinegro de mirada verdosa que se sonrojaba al mirarme, lo cual me parecía de lo más tierno. Aquel chico que podía ser tan dulce y apasionado al mismo tiempo. Giorgio quiso persuadirme de mi relación, pero esta vez no lo escuché.

Estuve a punto de abandonar mi carrera. Cuando Antoine me propuso formar un hogar, debo decir que la idea me entusiasmó al punto de que quería una pausa. Pero Giorgio me convenció de que estaba en mi mejor momento y no podía tirar a la basura mi futuro. Además, yo aún le pertenecía. A menos que le pagara lo que él había invertido en mí.

No quería mentirle ni que pensara que desistí de lo que habíamos decidido, así que elegí la opción de las píldoras orales. Pensé sólo usarlas unos cuantos meses y ya, pero lamentablemente los cálculos me fallaron. Fuí parte del dos por ciento de las desafortunadas en lo que concierne a la efectividad de ese método. Noventa y ocho por ciento de efectividad y yo fuí un jodido dos por cierto. Lloré al enterarme que estaba embarazada y la verdad mis emociones estaban demasiado revueltas.

Después de tenerlo mi carrera se fue en picada. No pude volver a las pasarelas y sólo me volví una modelo de revistas de maternidad y lencería. Antoine tuvo que trabajar mucho para costear todos los gastos de mi urbanización y mi estilo de vida. Nuestro poco acercamiento íntimo y encima mi suegra queriendo meterse en la crianza de nuestro hijo, terminó por hacer más tensa la situación. No me hacía gracia sus demostraciones de afecto constantes y no quería exponer a mi hijo a eso. Pienso que tenían que respetar el entorno de Sergey.

Admito que me dieron celos cuando a Antoine le salió aquel contrato. Él despegaba y yo me hundía. Aparte de eso lo iba a tener mucho más lejos de mí. Y aunque yo no era la mejor madre, no conectaba con mi hijo. Me asustaba pensar que él sienta el rechazo que tuvo de mí al concebirlo. Sergey era un niño tan dulce y yo no lo supe apreciar.

Nunca pensé que eso pudiera pasar. No me dí cuenta del cambio de conducta del niño. Y mucho menos entendí porque era grosero cuando Giorgio venía a verme. En una oportunidad me vino a ofrecer una sesión de fotos para una importante marca de ropa interior. La paga sería tan alta que con eso me liberaría de mi manejador.

La cita era cerca de casa. Él se ofreció a cuidarlo como otras veces lo hizo y yo no lo vi mal. No quería tener que hablar con mis suegras lesbianas. Sólo un par de horas y listo. Todos ganábamos, pero resulta que sólo hubo un ganador en todo esto.

Antoine estaba destrozado. Pensé que me iba a pegar por lo enojado que estaba y aunque lo hubiera merecido, no lo hizo. Lo ofendí en su orgullo y lejos de acercarme, lo terminé alejando.

Estaba fuera de mí, de verdad que no sabía qué pensar. Lo fui a confrontar y ahí dejó de lado su careta de amabilidad para mostrarme su verdadero rostro; el de un mounstro despiadado.

—Scarlet se está poniendo muy linda —dijo con voz lasciva— no es de mi gusto pero eso se puede arreglar. A mí particularmente me gustan los chicos rubios como Sergey... Y aún no acabo con él. Más te vale que no abras la boca y controles a tu maridito —me sujetó firmemente del cuello— o me encargaré de que desee estar muerto. Conozco la rutina de todos —me soltó cuando ya me estaba costando respirar y caí arrodillada buscando aire.

Se acomodó la corbata como si nada, se pasó la mano por el cabello con normalidad y se dirigió a la puerta. Antes de marcharme me dio una última orden. Que retirara los cargos.

Tuve que hacerlo para salvaguardar la vida de todos. Sé que Antoine me odiaría y pensaría lo peor de mí, pero lo prefería a que lastimara a su familia. Pero él lo rompió y el padre de mi hijo resolvió tomar la justicia en sus manos. Antoine se manchó las manos de sangre para darle justicia a nuestro hijo. Y aunque le pedí a Dios que muriera, una parte de mí no quería, porque Antoine no merecía pagar por mi error.

Cuando me enteré de que fue asesinado no pude más. Me enviaron unas fotos de como lo dejaron y aunque no me lo dijeran, sabía que había sido él. La culpa no me dejó vivir por mucho tiempo, así que tomé una decisión propia por primera vez en muchos años. Busqué todas las pastillas que encontré en la casa y junto a una botella de vodka que me habían regalado hacía años atrás, decidí decir adiós a este mundo cruel.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2023 ⏰

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Los secretos de familia se ocultan en casa: justicia para Sergey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora