20. Detonante

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La señora Manilao miró a su hijo con angustia y sorpresa. Este en cambio, estaba bastante seguro.

—Yo pensé que... —se le cristalizaron los ojos a la señora.
—Perdóname mamá, no era mi intención que te enteraras de esto. Cuando tuve el accidente hace un año no fue que crucé la calle distraído... me le lancé a un auto. Él... —suspiró pesadamente— él acudió al colegio para hacer una donación. Y me llené de temor. Con sólo mirarme logró desestabilizarme. Me sentí pequeño y débil —dijo esto último con lágrimas en los ojos y voz temblorosa.

La señora Manilao se apresuró a abrazar a su hijo. Nicolay veía la escena con comprensión. Puso una mano en el hombro del chico, el cual sorbió su nariz y lo miró a la cara.

—Esta vez lo atraparemos, te doy mi palabra. Has sido muy valiente muchacho. Me alegra que hayas decidido testificar. Me pondré en contacto con ustedes pronto. No se preocupen, conozco la salida —dijo esto último dirigiéndose a la puerta principal y cerrando tras de sí. 

Nicolay acudió a la casa de los Volkov - Katin. Pero por no avisar con antelación, no encontró a la pareja.

—La señora Elena se fue a la clínica y la señora Yulia está en su oficina —le dijo la chica. ¿Hay algún avance?
—Tenemos tres de los cuatro testigos que necesitamos. Necesito que me hagas un favor. Cuando estén solos, habla con Sergey. Sólo tú puedes convencerlo de que testifique. Has sido muy importante para él y sé que a ti si te va a escuchar.
—Le prometo que haré todo cuánto pueda señor Lazarev. No podemos dejar que ese desgraciado siga libre.
—Cuento contigo Emma. Y por favor, llámame Nicolay. No le sumes más años a mi ser —le dijo en tono bromista— si alguna te llama, diles que voy en este momento a la clínica.

Nicolay se despidió, abordó su auto y se fue al Hospital Clínico Leninskij. Al llegar pidió hablar con la directora y esta le pidió que la esperara en el cafetín de la clínica.

—Disculpa la espera Nico, estaba apoyando con una sutura. Cuéntame —dijo sentándose— ¿Qué es eso tan importante que no podías decirme por teléfono?
—Tenemos tres testigos —dijo contento— sólo nos falta convencer a Sergey y le delegué esa tarea a Emma. Si tu nieto accede, ya puedo armar el caso para ir contra ese degenerado. Te aseguro que no volverá a ver la luz del día.
—Gracias a Dios, Nicolay —entrelazó sus dedos— este asunto me tiene muy mal. Estoy evitando a mi madre porque no quiero que intervenga.
—Bueno, eso es todo por ahora. Avísame en cuánto tengan la aprobación de Sergey y saluda a Yulia de mi parte.
—Lo haré, gracias por todo Nico. Salúdame a Nastya y a Violet.

Nicolay se retiró y Elena volvió a sus labores en su oficina.

Mientras tanto, en casa de los Volkov - Katin...

Emma se encontraba en la cocina cuando Sergey llegó. Este se acercó, abrió el refrigerador y tomó un poco de jugo de naranja directamente del cartón.

—Cariño, si te ve tu abuela le va a dar algo —dijo risueña.
—Tú me guardarás ese secreto —la abrazó por la cintura y recostó su cara en su cuello— ¿Qué tal tu día?
—Bastante aburrido —hizo un mohín— me puse a limpiar toda la casa y ahorita estoy haciendo el almuerzo. ¿Cómo te fue a ti?
—No es lo mismo sin ti, cariño. Tu amiga Amelia te mandó a decir que la llames. ¿Qué cocinas?
—Pasta bolognesa para mi novio lindo —le dijo coqueta— ve a ducharte, ya va a estar.

Emma terminó de cocinar y fue a ducharse. Esperó que Sergey saliera de la ducha para hacerlo ella. Luego bajaron juntos al comedor y entre los dos pusieron la mesa.

Comieron en silencio, ya que Emma estaba maquinando cómo proponer el tema y lograr convencer a Sergey. Queria aprovechar que estaba de buen humor pero no quería hacerlo enojar o que se sintiera mal.

Los secretos de familia se ocultan en casa: justicia para Sergey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora