Gabriela estiró sus brazos, acompañando aquel perezoso estiramiento con un gran bostezo. Llevaba desde el termino de la cena tirada encima del sofá viendo la televisión y comiendo golosinas. Cayó en cuenta de que ya era tiempo de irse a dormir y apagó la televisión, se puso de pie y tomó el puñado de chocolates que había separado mientras comía dulces, como solía hacer cada vez que pasaba el rato en la sala. Se dirigió a la cocina y, tras depositar los chocolates en el bote de la basura, tomó un vaso y lo llenó con un poco de agua. Después retrocedió unos pasos y se recargó en la barra de mármol frente al refrigerador con el vaso de agua a la altura de la cara. Se le veía pensativa, dubitativa.
Alzó la vista y miró de reojo aquella nota que estaba pegada en la nevera, asegurada con un pequeño imán para que no se cayera. Sus ojos se volvieron inmediatamente y, con mayor atención, leyó lo que tenía escrito. Era la larga lista de medicamentos que Isaac debía consumir a lo largo del día, todos los días. Miró la hora del último y al checar el tiempo en el pequeño reloj de manecillas que estaba colgado en la pared a la par del refrigerador, su gesto perspicaz se transformó a uno travieso.
Ya sabía cómo manipular a Isaac. Sabía que sus actitudes dulces, tiernas y teñidas de amabilidad le gustaban mucho a él y que cuando las ejecutaba, Isaac no se negaba a nada.Era una excusa perfecta para irrumpir en su habitación y divertirse un rato con él antes de irse a la cama. Llenó el vaso que tenía en las manos con un poco más de agua, buscó y revisó los medicamentos, hasta que encontró aquel que Isaac necesitaba tomar antes de dormir. Tomó una píldora y después emprendió su camino rumbo a la habitación de Isaac.
Al llegar y abrir la puerta, la luz tenue de la lámpara a la par de la cama era la única que iluminaba la habitación. Dirigió su vista hacia los surcos de luz que se escapaban por la pequeña abertura al pie de la puerta del baño, y el sonido del agua cayendo le dejó en claro que Isaac estaba duchándose.
Dejó el vaso de agua y la píldora sobre la mesita de noche, y comenzó a pensar en muchas cosas, como por ejemplo: entrar al baño. Pero la descartó de inmediato y decidió esperarlo pacientemente sobre la cama, sentada al pie de esta, apoyándose sobre la palma de sus manos. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y jugueteando con sus piernas, moviéndolas de arriba a abajo, y de un lado a otro. Estaba impaciente por verlo salir de la ducha, por verse golpeada por ese delicioso aroma a coco y sentir la frescura que emanaba el cuerpo de Isaac cuando recién se duchaba.
Después de unos minutos, el sonido de la puerta siendo abierta la hizo abrir los ojos y levantar la cabeza, para después centrar sus ojos en la silueta del hombre que había comenzado a desear desde los últimos minutos, ansiosa por hacer «cositas» con él.
Él había salido del baño vistiendo un pantalón de pijama acompañado de una playera blanca de esas que tanto le gustaba usar para dormir, mientras que con una toalla se quitaba los restos de humedad del cabello. La había mirado de reojo, pero tras procesar la figura que yacía en su cama, se sorprendió de ver que era Gabriela.
—Hola —saludó ella, sonriente.
Isaac apretó los labios y se mostró un poco afligido, no muy contento de verla allí.
Quiso cuestionar su aparición tan repentina en su habitación, pero Gabriela fue más rápida y se le adelantó.
—Es hora de tu última medicación, así que me tomé la molestia de traértelo a la cama —le habló con esa gentileza, con esa voz dulce que Isaac pocas veces había escuchado, pero que tanto le enternecía el corazón.
—Gracias —susurró él, en respuesta al gesto de ella por evitarle bajar y subir las escaleras.
Él tomó el pequeño saquito de la pijama y se lo colocó, lo abotonó y después se subió a la cama, adentrándose en las suaves y calientitas cobijas. Después Gabriela se puso de pie y se sentó a la par de él, tomando el vaso de agua y la píldora para después entregárselos. En cuanto ella hizo esto, cuando estuvo frente a él, con esa aproximación, le había dejado ver toda su silueta perfectamente iluminada por la luz de la lámpara. Ella vestía una falda corta, como ya era costumbre, pero esa vez acompañada de unas medias que le adornaban y cubrían hasta medio muslo. Sin olvidar aquello que había captado más la atención de Isaac, y era esa ajustada y delgada blusa de manga larga que le dejaba ver los pezones erizados a través de la tela. Gabriela no estaba usando sostén e Isaac era lamentablemente débil al verla tan expuesta de esa forma.
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ELIJAH © (Parte I y II)
Teen FictionUna repentina adopción. Una familia misteriosa. Un joven con un devastador padecimiento. Mentiras, engaños y muchos secretos... "Dos desconocidos" con un futuro condenado por el pasado. ¿Preparado/a para hacerle frente a los Müller? 🤭 ¡Bienvenido/a...