14. El día no puede ponerse peor

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Día lunes.

Un día que parecía poco prometedor y que estaba muy lejos de ser un excelente inicio de semana.

Isaac se sentía abrumado, y el hecho de estar consciente del giro que estaba tomando su vida desde las últimas semanas lo dejaban abatido a grandes escalas.

Odiaba trabajar para su padre. Incluso si Derek lo ayudaba, Isaac seguía odiando tener que ocupar su tiempo en cosas relacionadas con su padre. El negocio familiar le importaba un soberano pepino, y el que su padre hasta quisiera que estudiara negocios o economía lo dejaban postrado en el piso con la autoestima y las ganas de seguir existiendo desvanecidas.

Las clases avanzaron con normalidad, nada fuera de lo común. Había permanecido evasivo con Gabriela durante toda la mañana antes de llegar a la escuela, e incluso durante las pocas clases compartidas.
Además, el nuevo ingreso de una alumna "ejemplar", con un historial académico en excelente crecimiento y conducta impecable había estado haciendo mucho ruido durante la mañana.

—Isaac —lo llamó Sam, mirando con acongojo cómo Isaac solo le había dado un par de mordidas al emparedado. Ni siquiera se había terminado la cajita de leche que había tomado, y con la fruta tampoco se había molestado en probarla. Isaac hizo un gesto con la cabeza sin mirarlo, haciéndole entender a Sam que lo estaba escuchando—. ¿Estás bien?

Isaac torció la nariz.

Odiaba que le preguntaran eso todo el tiempo.

Por supuesto que no estaba bien. Se sentía irremediablemente cansado, agotado, abatido, al borde del colapso. Además de que había pasado todo el resto del domingo deprimido por el rechazo de Gabriela, y evadirla durante la mañana había sido un duelo casi insuperable. Por primera vez agradecía que ella no los estuviera acompañando en la mesa.

—¿Te rechazó? —cuestionó Grayson de pronto, mientras le daba una mordida a su hamburguesa. Isaac abrió los ojos en par y, en cuanto Sam miró esa reacción suya, supo que Grayson estúpidamente había dado en el blanco.

Isaac bajó la mirada, torciendo la nariz y apretando los labios.

—Isaac... —masculló Sam, entendiendo la situación.

—¿Cómo estuvo? —indagó Grayson, para después darle un trago a su limonada.

Isaac comenzó a decir todo lo que había pasado el día anterior por la tarde. Fue muy específico y no se saltó detalle alguno, o bueno, sí lo hizo. Lo único que había omitido era la identidad de tal chica, pero Sam ya sabía muy bien de quién se trataba.

Un vuelco se le formó en el estómago y tragó saliva con dificultad. Si tan solo Isaac supiera todo el embrollo que había entre Grayson y ella, y no solo con Grayson. Cuando se enterara de que también se había metido con Roger...
Sam se sentía entre la espada y la pared y no había encontrado el momento ni las palabras para hablar de eso con Isaac. Además, Grayson no tenía ni idea de todo lo que había estado sucediendo entre Isaac y Gabriela, porque de una cosa había que estar seguros, y es que si Grayson hubiera sabido antes lo que había entre su mejor amigo Isaac y Gabriela, no habría dudado ni un segundo en rechazarla y quitarle los ojos de encima.
El mayor error de Isaac había sido no confiar en Grayson y decirle lo que estaba pasando aunque, a decir verdad, no era un requisito obligatorio compartirle todo a sus amigos.

—Es una puta. Ya está —concluyó Grayson, dándole un último trago a su limonada, para después poner el vaso sobre la mesa con estrépito—. ¿Cómo se atreve a decirte que son tonterías? Que se vaya a la mierda.

Los oídos a Isaac le sangraron al escucharlo decir aquellas groseras palabras, y Sam miró a Grayson con cara de: «¿Hablas en serio?»
Justo acababa de mandar a la mierda y de llamar puta a la mujer con la que llevaba semanas teniendo sexo. Vaya que la vida era muy irónica a veces. Si tan solo Grayson supiera...

ELIJAH © (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora