Una palabra: desastre.
Isaac creía que era la única palabra para describir la noche anterior, aunque no todo había estado tan fatal. Aquellos frenéticos labios definitivamente terminaron por conquistarlo y no se creía capaz de superarlo.
Se sintió decepcionado al no ser capaz de persistir ante los apasionados besos que ella le otorgaba, y es que le resultaba en extremo difícil seguir su ritmo. Lo besaba con una maestría asombrosa y se sentía ridículo al tratar de mover la boca y no lograr complementarse con los movimientos de ella.
Pero eso sí, no iba a negar el hecho de que, de alguna forma, le encantaba sentir a su lengua ser satisfactoriamente envuelta por la de ella. Sus pulmones colapsando, intercalándose con su errática respiración, lo que le provocaba ligeros pinchazos en el pecho. Nunca creyó que aquellos horribles síntomas serían producto de una experiencia como esa, de una experiencia de la que ella y solo ella estaba siendo la productora, de una experiencia tan... placentera.
Un jueves por la mañana, Isaac se encontraba en la cocina sentado a la par de la isla desayunando un delicioso tazón de cereal con fruta mientras leía uno de sus libros favoritos.
Había ocasiones en las que su madre no atendía su negocio por las mañanas y se tomaba la molestia de prepararle un delicioso desayuno. Siempre estaba encantado de probar los tantos asombrosos platillos que le hacían volar el paladar, pero era una pena que su madre estuviera muy ocupada últimamente.Hizo un tierno puchero al pensar en aquello y, al paso de algunos minutos, la presencia de la persona que no quería ver ni en pintura se presentó en la cocina. Y no, no era porque la detestara, sino porque el recordar la noche anterior lo avergonzaba a niveles inimaginables. No había podido verla con claridad porque no tenía sus gafas puestas pero, el simple hecho de que ella estuviera ahí, besándolo de aquella forma, era suficiente para encenderle las mejillas.
—Hola. —Sonrió ella, aparentemente de muy buen humor y aquello lo tomó por sorpresa.
La miró por el rabillo del ojo y, tras ver la manera en la que vestía, se tomó el atrevimiento de comérsela con los ojos, mientras se escondía «discretamente» detrás del libro que leía. Ella vestía otra vez una falda de mezclilla, un poco más larga que la vez anterior. Definitivamente las faldas le sentaban de maravilla e Isaac comenzó a adorarlas, esperanzado a que, de preferencia, las usara todos los días.
Se sonrojó, escondiéndose más detrás el libro, avergonzado de sus pensamientos tan atrevidos. Y se sintió ligeramente acelerado en cuanto ella pasó a su lado, caminando hacia la nevera para sacar la leche. La dejó sobre la isla, no muy alejada del tazón del cereal de Isaac y reposó sus antebrazos sobre el fresco mármol.Gabriela dejó escapar un cargado suspiro, lo que hizo que Isaac se girara, sin saber que al hacerlo, a la par suya estarían los senos de ella y no su cara.
Sintió que el corazón se le saldría disparado por la boca. Soltó un saltito sobre su asiento y Gabriela rio tiernamente, cosa que le gustó mucho a Isaac.—¿Por qué no me diriges la palabra, bombón? —habló con una tierna y coqueta voz, tomándole el mentón a Isaac y regalándole un pequeño beso en la punta de su nariz.
Isaac se mantuvo en silencio. Y la verdad es que no era una opción, más bien, su boca era incapaz de moverse y la lengua la tenía hecha nudo.
—¿Acaso quieres que...? —Y entonces se vio interrumpida al ver cómo Isaac se levantaba de la silla como resorte, alejándose de ella y caminando hacia el fregadero para depositar el tazón ahí y lavarlo rápidamente.
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ELIJAH © (Parte I y II)
Novela JuvenilUna repentina adopción. Una familia misteriosa. Un joven con un devastador padecimiento. Mentiras, engaños y muchos secretos... "Dos desconocidos" con un futuro condenado por el pasado. ¿Preparado/a para hacerle frente a los Müller? 🤭 ¡Bienvenido/a...