—¿Cómo está Isaac el día de hoy? —Andrea preguntó, mientras se llevaba un pedacito de panqué a la boca.
Todos lo sabían.
Era demasiado obvio.
Y el primero en detectarlo había sido Grayson, experto en ese tipo de cosas.
Andrea se sentía fuertemente atraída hacia Isaac. Desde que supo que él había tenido una recaída no paró de preguntarse todo el tiempo por cómo iba su recuperación y, en cuanto Isaac dejó el hospital, las ansias de verlo nuevamente por la compañía de los Müller y en la escuela la estaban matando.
Incluso pensó en ir a visitarlo a su casa, pero la realidad le cayó como un balde de agua fría. Ella y él no tenían ningún tipo de acercamiento, al menos no uno tan significativo, y tampoco podía decirse que tenían alguna especie de amistad. Eran completamente ajenos uno con el otro, así que con qué cara llegaría con él; además, ¿de qué hablarían?Era tan deprimente.
—Isaac está bien —respondió Gabriela, con ese molesto desdén.
También todos lo sabían. Sam ya tenía una breve idea de todo ese mal humor, al igual que Andrea y Grayson, quienes pudieron presenciar esa incómoda escena del día anterior en la salida en la que Gabriela le soltó una buena bofetada a Sam.
Grayson cuestionó mucho a este último por mensajes de texto y hasta lo abrumó con cientos de llamadas, pero Sam nunca le contestó. Y Andrea...Bueno, Andrea prefería mantener distancia en ese tipo de situaciones. Sentía, hasta aspiraba la hostilidad de Gabriela. Sabía que algo no andaba bien con ella. Podía hasta palpar el fuerte cambio tan drástico de su personalidad. No se comparaba ni un poco a la niña que ella recordaba.
Una niña linda, tierna, amable, servicial; una que siempre curvaba las comisuras aunque fuese solo un poco para acompañarlos en sus risas. Alguien honesta, simpática, dulce...
¿Dónde había quedado todo eso?
Ahora lo único que veía en Gabriela era una mujer... mala.
Gabriela siempre tenía ese ceño que le resultaba tan escalofriante, teñido de maldad. No la había visto sonreír con sinceridad ni una sola vez hasta el momento. Era desdeñosa y parecía estar malhumorada todo el tiempo. Y la única vez que la pudo presenciar en ese complejo estado de vulnerabilidad, había sido aquel fin de semana en su casa, en la que Gabriela la abrazó, se desfogó y lloró a mares.
Parecía ser que la imponente Gabriela tenía una debilidad, y esa era solamente una (o al menos era lo que Andrea creía hasta el momento). Lamentablemente no lo sabía todo y había algo más que podía quebrar a Gabriela con tan solo escuchar su nombre. Por fortuna, nadie lo sabía, y estaba empeñada a no dejar ni una sola pista de ello. Al dejar la casa hogar se había dedicado enteramente a enterrar ese pasado y todo lo que sucedió.
Decidió que lo que sucedió allí, se quedaría allí.
Pero no podía evitar que las cosas se le vinieran a la mente todo el tiempo, sobre todo, protagonizando esas horrorosas pesadillas, las cuales la hacían despertar a medianoche empapada en sudor, con la boca seca y con las manos empuñadas fuertemente en los edredones. Aquello parecía perseguirla, haciéndose presente en sus sueños, y hasta cuando soñaba despierta.
Gabriela se puso de pie en cuanto el aroma a chocolate caliente le inundó la nariz. Lo detestaba. Si había algo que le repugnara más que nada en el mundo, era el chocolate.
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ELIJAH © (Parte I y II)
أدب المراهقينUna repentina adopción. Una familia misteriosa. Un joven con un devastador padecimiento. Mentiras, engaños y muchos secretos... "Dos desconocidos" con un futuro condenado por el pasado. ¿Preparado/a para hacerle frente a los Müller? 🤭 ¡Bienvenido/a...