Reo estaba jugando una vez más al estúpido juego de Doctor Mario, no sabía cuántas veces se había pasado ese juego. Pero luego de meses de estar solo nuevamente, lo único que podía hacerlo feliz eran esos juegos que su profesor le había dejado junto con su Nintendo Nes.
Mientras jugaba, había una tranquilidad en el ambiente, Reo era feliz, pero también tranquilo. Quería cumplir la promesa que le hizo a su profesor antes de que esté se fuera, pero le costaba tanto encontrar una chispa, algo que encendiera su vida, como pirotecnia en el cielo, solo para él, dedicado a hacerlo feliz.
Su vida, poco a poco se iba llenando de luz, hasta que sus padres, siempre amargados, siempre pensando en las cosas materiales, le arrebataron esa pequeña antorcha a la que intento aferrarse con todas sus fuerzas.
Había puntos, en los que se sentía tan solo, que Reo ya no podía ver la luz al final del túnel.
Su profesor le había dicho, que le pasaría, que se sentiría solo, y le había dicho que solo se tendría a si mismo, que sería la única persona que podía ayudarse. Amarse a si mismo era la solución. No podía depender de nadie.
No lo sabía en ese momento, pero luego de que sus padres despidieran a su profesor. Cualquier lazo o cariño que sentía Reo hacia sus padres despareció, los único que los mantenía unidos era los lazos de sangre y el podrido dinero.
No eran una familia, eran socios en el negocio de la vida.
De alguna forma, liberarse de esas limitaciones hizo a Reo una persona mucho más feliz. Era raro, pero sonreía más, reía más, se permitía mucho más que nunca ser un niño de tan solo 10 años.
Quería vivir una vida acordé a su edad, disfrutar de lo poco que le quedaba de infancia.
Había perdido lo poco que le quedaba, se lo habían arrancado de la manos. Pero luego de experimentar esa perdida, se sentía sorprendentemente menos vacío. No, sin lugar a dudas no era la persona más feliz del mundo, pero luego de terminar por quinta vez seguida un juego viejo de Mario, se sintió feliz, y rió y sonrió, como si hubiera conseguido el mayor logro en su vida.
Estaba solo, se sentía solo, igual que antes. Pero ahora, se permitía a si mismo ser feliz, alegrarse por las pequeñas cosas, disfrutar la vida.
Lo que Reo no sabía y nunca espero, fue que un día, cuando sus padres lo llamaron para que conociera a uno de sus clientes, conociera a la persona que ilumine su vida, que la llena de un calor tan hogareño, que lo haga sentir completo, menos solo.
...
El niño de pelo morado había pasado casi todo el día encerrado en su habitación. Pues sus padres habían traído de visita a uno de sus clientes y a su hijo para cenar.
Lo que menos quería Reo era tener que enfrentarse a la visita, pues como siempre, terminaría en un ambiente muy incómodo, y prefería evitarse eso.
Así que no saldría de su habitación hasta la hora de la cena, o al menos, así lo había planeado en un principio.
Pero sus padres nunca le dejaron ser feliz y estaban totalmente en contra de la situación, así que llamaron a Reo para que fuera a su oficina y conociera a la visita.
Si se hacía amigo del hijo de su cliente, podrían tener otro cliente estúpidamente rico asegurado. Necesitaban que Reo sacará sus inexistentes dotes para socializar.
Sin más opciones, el niño se dirigió hacia la oficina que compartían sus padres con la cabeza agachada.
Y sin siquiera tocar la puerta de la oficina, Reo abrió de par en par de entro con la cabeza en alto, como siempre lo hacía, con la cabeza en alto y el pecho inflado con orgullo.
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Blue Lock: Conectando los Goles
FanfictionEntre los 300 delanteros elegidos para formar parte del proyecto Blue Lock, había un infiltrado en el peor equipo, en el equipo Z. Un mediocampista que debería evaluar el rendimiento de los jugadores de primera mano y bajarles los humos para que el...