Había pasado una noche espantosa. Luego de su última jornada de trabajo, tras la conversación con su jefe y el extraño intercambio con Alejandro, intentó mantener la mente ocupada para evitar conectar con sus emociones. Podía sentir como estas aumentaban en su interior amenazando con desbordarla y temía cuál pudiese ser el resultado. Sin embargo, nada parecía funcionar. Ninguna película despertaba su interés, la música la aturdía en lugar de cobijarla y era incapaz de concentrarse en la lectura.
Con el sueño no le fue mucho mejor. Después de dar vueltas en la cama durante horas, finalmente se quedó dormida, pero entonces, las pesadillas comenzaron y todo el esfuerzo que había empeñado para dejar atrás lo vivido en la última misión fue en vano. Lo peor era que en cada situación recreada de forma macabra por su inconsciente aparecía su compañero, quien sin decir nada la observaba con innegable rechazo. Varias veces intentó acercarse y explicarle, pero él se alejaba cada vez, evitando así el contacto.
Abrió los ojos de golpe, presa del miedo y la desesperación. Una capa de sudor cubría su cuerpo al tiempo que respiraba de forma agitada y su corazón retumbaba, acelerado, dentro del pecho. Le llevó un par de minutos comprender que solo se trataba de un sueño. Dios, había sido tan vívido... En este, su amigo la observaba desde un rincón de la habitación mientras ella, apoyada sobre sus rodillas y con ambas muñecas atadas a la cabecera de la cama, recibía los violentos y constantes embates de Ariel Deglise.
Las lágrimas inundaron sus ojos y un doloroso gemido escapó de su boca ante el impacto de dicho recuerdo. Si bien no había habido testigos, la escena evocaba a la perfección un suceso tan real como desagradable. El empresario tenía gustos muy particulares que ni siquiera los de inteligencia habían podido prever. Ciertas inclinaciones que, si bien ella no compartía, se había visto obligada a satisfacer en pos de seguir adelante con la investigación. Antojos perversos que la dejaron expuesta, violentando por completo sus límites.
Temblando de pies a cabeza, se levantó de la cama para dirigirse al cuarto de baño. Una vez dentro, abrió la ducha y sin molestarse en comprobar la temperatura, se metió debajo del agua. Se sentía sucia y asqueada. Si bien era consciente de que todo estaba en su mente, no podía dejar de percibir el olor a sudor y sexo que impregnaba el ambiente durante sus encuentros íntimos con Ariel, potenciados aún más por la pérdida de visión a la que él la sometía cuando le vendaba los ojos. Se estremeció al evocarlo y alzó la cabeza para recibir la cálida lluvia sobre su rostro.
Tomándose más tiempo del habitual, procuró conectar con la sensación del agua que se deslizaba sobre su cuerpo hasta lograr finalmente que la tensión la abandonara. No había forma de que pudiera seguir así. Si apenas comenzaba con sus vacaciones forzadas y los pensamientos ya la agobiaban, ¿qué sucedería entonces más adelante? Tal vez su jefe no estaba tan errado, después de todo. Quizás, si se iba, si se alejaba un tiempo de lo que la hacía recordar aquellos nefastos meses, podría encontrar un poco de paz. Si se quedaba allí, por el contrario, solo conseguiría volverse loca.
Con la decisión tomada, cerró la ducha y salió del baño para comenzar su día. Unos minutos después, vestida con su ropa más confortable, se dirigió a la cocina para prepararse el desayuno. Con la primera de varias tazas de café frente a ella, encendió la notebook. No iba a seguir dándole vueltas al asunto. Allí sola no encontraría más que remordimiento, culpa y auto conmiseración. En lugar de eso, viajaría a Tandil y se quedaría con su hermana el tiempo que fuera necesario. Si había alguien que podía ayudarla a sanar —aparte de Alejandro, claro— era ella.
Cecilia le llevaba cuatro años y siempre fue muy protectora con ella. Era una mujer dulce y alegre que le encontraba el lado positivo a todo y no se dejaba abatir por el desánimo cuando las contrariedades se presentaban. Martina, por su parte, tenía una personalidad más seria y reservada. Si bien era una persona sencilla, le resultaba difícil abrirse a otros. Quizás se debía a su trabajo o simplemente era algo inherente a su carácter, no lo sabía, pero solo unos pocos contaban con su completa confianza.
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Línea de fuego
Storie d'amoreLibro 4 Serie Peligro. ♡ Martina es una valiente agente encubierta de la Policía Federal. Siendo la única mujer en su unidad, se asegura siempre de mostrarse fuerte e inalcanzable frente a los otros y, por esa razón, acepta sin dudarlo una arriesgad...