💔𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟭💔

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Eddie jugueteaba con una vieja pluma entre sus dedos, ajeno a cualquier circunstancia que ocurriera fuera de su consultorio en el ajetreado hospital en el que laboraba, distraído, deslizaba la pluma de una mano a otra mientras se sumergía cada vez...

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Eddie jugueteaba con una vieja pluma entre sus dedos, ajeno a cualquier circunstancia que ocurriera fuera de su consultorio en el ajetreado hospital en el que laboraba, distraído, deslizaba la pluma de una mano a otra mientras se sumergía cada vez más en sus pensamientos.

No había vuelto a ver a Richie desde la última vez que lo visito y, honestamente, no recordaba cuánto tiempo había pasado ya de ello, de todas formas, aunque, hubiera sido una hora, para él era una eternidad.

Era un cobarde, tal como Richie le había dicho, lo sabía.

Desde niño se había caracterizado por serlo; era un miedoso e histérico, además de cobarde chico y para su desgracia, el paso de los años no había podido borrar aquello.

Achino sus ojos y parpadeo un par de veces en un vago intento de no llorar. No lograría nada llorando, lo sabía muy bien.

Sus lágrimas no harían que Richie volviera o su madre lo aceptara. No harían nada, aparte de hacerlo ver y sentir más débil de lo que ya era.

Lo sabía de sobra, cada noche se dormía entre lágrimas con el inmenso dolor de no haber nacido siendo mujer, estaba seguro de que todo sería más fácil de ser así; podría amar a Richie y él podría amarlo sin correr peligro, es más, ya hasta incluso estuvieran casados.

Odiaba ser él.

―Oye, Eddie ―la puerta abriéndose de golpe y la voz de Jess, lo sobresaltó―. ¿Crees que puedas darme el expediente del paciente de la habitación 311? ―preguntó sin percatarse aún del semblante de su amigo ―. ¿Qué tienes?

Eddie se obligó a sonreír.

―Nada ―sorbió su nariz ―, alergia.

Jess entrecerró los ojos y negó.

―Mientes.

―Claro que no ―se puso de pie dejando la pluma en el bolsillo de su pantalón―. No tengo porque mentirte.

―No me mientes a mí ―vociferó Jess cruzándose de brazos y la tristeza embargando su corazón ―, te mientes a ti, no eres feliz y se nota en tu mirada.

Ed bajó la mirada como quien acepta su derrota por unos instantes antes de volverla a ver, rio sin ganas.

―La felicidad no existe, Jess.

Los recuerdos de Richie riendo al ver una tonta película, su sonrisa al bailar o su mirada de asombro al verlo cocinar un nuevo platillo, le dijeron lo contrario.

Mentiroso, mentiroso, pensó.

―Eddie...

―Jess, estoy bien.

―No lo creo, desde que fuiste a ver a Richie hace semanas andas cada vez más horrible, sin ofender.

Eddie se arrepentía de haberle confesado aquel secreto a la mujer en una noche de ebriedad, Jess no lo juzgaba, es más, lo apoyaba. Ella se había vuelto su confidente, sabía que deseaba su bien, pero eso no era suficiente.

ɪɴᴇꜰᴀʙʟᴇ | ᴮⁱˡˡ ᴰᵉⁿᵇʳᵒᵘᵍʰ ²✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora