Los días siguientes podrían decirse que fueron una montaña rusa de emociones para Milán. La mayoría de las noches lloraba hasta quedarse dormida preguntándose si estaba haciendo lo correcto.
Bill ya no era su problema, ¿por qué se aferraba a querer ayudarlo? No lo sabía.
Él había vuelto y, de nuevo su vida estaba de cabeza.
―¿En serio irás a ayudarlo? ―la voz de Daniel la hizo detenerse.
Suspiró.
Como lo había presentido, Daniel no estaba de acuerdo. Odiaba la idea de hecho.
―Ya hablamos de esto, Daniel ―susurró con voz cansada.
―Da igual, sabes lo que pienso al respecto ―intentó dar varios pasos para acercarse, pero se alejó―. No tienes que hacerlo.
―Sigue siendo mi esposo...
―Uno que te abandonó y no solo eso, te trato de la peor manera por un estúpido correo ―la interrumpió―. No le debes nada a ese imbécil.
―Daniel ya basta ―Ally apareció regañando a su esposo.
―Déjalo, Ally ―Milán los miró―. Él tiene razón, sin embargo, esta vez no le haré caso. Te quiero, Daniel, pero esta vez, aunque te enojes conmigo y aunque pienses que soy una estúpida, no me voy a echar hacia atrás.
―Milán, yo...
―No ―esta vez fue su turno de interrumpirlo―. No necesito más sermones en donde indirectamente me dicen que soy una tonta o estúpida, ya lo sé.
Milán los miró una última vez, para luego marcharse.
Ella ya se había cansado de escuchar una y otra vez lo mismo. Estaba cansada de ello. Sabía que se arrepentiría, pero aún así estaba dispuesta a seguir adelante. Tal vez era una masoquista.
Al llegar al hospital le sorprendió no encontrar a la madre de Bill, durante varios días Milán trataba de estar presente, más no entraba mucho en la habitación ―solo cuando sabía él estaba dormido―, sabía que era una cobarde por ello, pero a partir de ese día no podría huir.
La mano de Milán se detuvo sobre el pomo de la puerta, pudo distinguir la voz de Bill del otro lado, pero no estaba solo. Recostó su oído a la puerta para escuchar mejor.
―Tu no lo entiendes, William ―exclamó molesta Audra―. No puedes irte con ella, es tu ex esposa. ¿No lo entiendes?
Bill la miró.
No recordaba quién era ella ―bueno no recordaba a nadie―, solo sabía que esa extraña mujer decía ser su prometida. No lo comprendía.
¿No debería sentir, aunque sea un mínimo interés por ella? A fin de cuentas, si era su prometida ―como ella afirmaba― él debía sentir algo al verla.
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ɪɴᴇꜰᴀʙʟᴇ | ᴮⁱˡˡ ᴰᵉⁿᵇʳᵒᵘᵍʰ ²✔
Hayran Kurgu"𝗗𝗶𝗰𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗽𝗲𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 𝗿𝗼𝘁𝗼, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗲𝘀𝗼 𝗺𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿𝗮, 𝘀í 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝘆 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗮𝗹𝗺𝗮 𝗿𝗼𝘁𝗮." Milán ya no creía en los felices para siempre, mucho menos en los amores verdaderos...