Richie sonrió ante las palabras de la madre de Bill. La señora Denbrough era una mujer muy dulce y él no pudo evitar desear que su madre fuera así.
Para su madre, él era un adefesio que se iría al infierno por el hecho de ser gay. Aún podía sentir el filo de tales palabras atravesar su corazón y el dolor bajó el desprecio de su mirada.
Él no se arrepentía de nada como su madre deseaba sucediera, solo había una cosa de la cual se arrepentía; entregarle su corazón a quién no debía.
Todas las noches pensaba en él, en cómo decidió terminar todo antes de luchar con él. El cómo prefirió a su madre.
Eddie había sido un cobarde.
Se despidió de la madre de Bill con un inmenso abrazo y subió a su auto para volver a su frío departamento. Tal vez él le había pedido de más a la vida o fue muy ingenuo para no darse cuenta de que la felicidad no existía para personas para como él.
Quiso dejar de ser un secreto y se convirtió en nada.
¿Fue mucho pedir?
Tal parecía que sí.
Aparcó el auto en el estacionamiento y bajo de él, suspiró en un intento de ahuyentar los tormentosos pensamientos que lo hacían retroceder cada vez más cerca del abismo.
Subió por las escaleras lentamente como si su cuerpo fuera de ladrillos, cada paso era una tortura. Hoy se cumplía un año desde que Eddie se había marchado, 365 días en los que lo esperó, pero él no volvió.
Detuvo su andar en medio del pasillo hacia su apartamento, abrió los ojos incrédulo e indeciso se acercó tan solo un poco.
―¿Qué haces aquí? ―soltó sin pensar.
Eddie bajó la mirada, nervioso.
―Lamento venir sin avisar ―murmuró sin mirarlo.
―No importa ―intentó restarle importancia, aunque estaba a punto de desmayarse.
Eddie retuvo el aliento al verlo acercarse, el perfume de Richie se coló por sus fosas nasales al acercarse a abrir la puerta y, por instinto, cerró los ojos.
―Yo solo quería pasar a saludar ―confesó sin abrir los ojos.
―Bueno, aún existo ―quiso bromear―. Pasa si quieres.
Eddie asintió y lo siguió en silencio.
Miró con curiosidad el lugar que fue su hogar tiempo atrás, todo lucía desolado; un deje de tristeza lo embargo, habían demasiadas revistas sobre la mesa de la sala y fotografías que no tardó en reconocer.
―Estos días te he visto en el hospital, pero no había podido saludarte.
―Estuve yendo a lo de Bill.
―Lo sé.
Richie lo observó, mordió su labio antes de desviar la mirada.
Eddie era tan jodidamente perfecto y el verlo de traje solo lo hacía replantearse qué tan factible seria abalanzarse sobre él.
―Sé que tenemos un acuerdo de mantener un trato formal, pero no me es suficiente.
Richie no pudo evitar reír al escucharlo.
―Nada te es suficiente, Eddie.
―Richie...
―Es la verdad ―lo interrumpió―. Yo no te fui suficiente.
Eddie negó, sin pensarlo dos veces Richie se acercó a él.
Sus rostros quedaron a centímetros del otro y su respiración se mezcló convirtiéndose en una sola. Eran uno solo. Eddie elevó el rostro para mirarlo mejor y su aliento se cortó. No podían, pero querían.
―No... yo... no es así ―relamió sus labios bajó la mirada de Richie.
Richie se permitió acercar su mano hasta el rostro de Eddie, acaricio su rostro para luego descender lento por su clavícula todo esto sin despegar su mirada de la de él.
Antes tan siquiera de que su mano llegará a su pecho, Eddie lo tomó del cuello de su camisa y lo atrajo hacia él en un beso lleno de necesidad.
Sus labios danzaron a través de una indescriptible melodía. Una melodía en donde ambos eran los protagonistas. Una melodía en donde las palabras sobraban para decir su sentir.
Las manos de Richie desabotonaron con desespero la camisa de Eddie, el chico acercó más su cuerpo al de su amado y con sus manos empezó a recorrer su cuerpo incapaz de pensar con claridad lo que estaba sucediendo.
Y, entonces, lo recordó.
Se alejó de Richie como si su tacto quemara, la mirada que recibió lo hizo sentir la peor basura que podría existir en el mundo, pero se lo merecía. Era un imbécil, era un cobarde y era un mentiroso.
Se mentía a sí mismo todos los días, se decía que todo estaría bien, pero era mentira.
―Lo siento ―pidió disculpas con la voz rota.
Él estaba roto.
―¿Por qué? ―la gélida voz de Richie podía congelar a cualquiera―. Me pides perdón por ser un cobarde o ¿por qué?
Frente a frente, Eddie no fue capaz de sostenerle la mirada.
―Tú no lo entiendes ―sus ojos ardieron debido a las lágrimas acumuladas.
Richie rio.
―No ―negó―. Tú eres el que no lo entiende. Me mandaste al carajo, mandaste al carajo todo lo que éramos, nuestra felicidad por el miedo de que vean quién eres ―exclamó molesto―. Las promesas se cumplen, lástima que fuiste tan cobarde para no luchar por nosotros.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Eddie que se encontraba en silencio incapaz de formular alguna palabra. En su mente cruzaba el frío recuerdo de su madre y su deseo de hacerla sentir orgullosa. ¿Valía la pena sacrificar su felicidad?
―Lo siento, Richie ―susurró minutos después.
No espero una respuesta, caminó hasta la salida con su corazón hecho añicos. Él no merecía a Richie, no merecía nada.
Richie apenas perdió a Eddie de vista se dejó caer sobre el sofá, cubrió su rostro con ambas manos y se permitió llorar.
Sentía su corazón quebrarse con cada sollozo que escapa de sus labios.
¿Por qué amar tenía que doler tanto?
Ojalá pudiera volver el tiempo atrás en donde era feliz.
Ojalá el dolor desapareciera junto a sus recuerdos.
Deseaba ser feliz, pero parecía imposible. Tal vez él estaba destinado al dolor y a la soledad de un amor imposible.
Tal vez Eddie no era para él.
Tal vez esa era una manera de la vida castigarlo por ser como era.
Tal vez...
Hola, espero les guste el capítulo.
No se olviden de votar y comentar de ser así.
Se les quiere.
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ɪɴᴇꜰᴀʙʟᴇ | ᴮⁱˡˡ ᴰᵉⁿᵇʳᵒᵘᵍʰ ²✔
Fanfic"𝗗𝗶𝗰𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗽𝗲𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 𝗿𝗼𝘁𝗼, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗲𝘀𝗼 𝗺𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿𝗮, 𝘀í 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝘆 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗮𝗹𝗺𝗮 𝗿𝗼𝘁𝗮." Milán ya no creía en los felices para siempre, mucho menos en los amores verdaderos...