El problema de todos.

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Actualización 3/3
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Capitulo 25:

...—Un dato muy interesante,¿Me podrías contar más de esos conocimientos?—una sonrisa coqueta fue creada en su rostro.

—¿Aa?

—Quiero saber más de tus ideas íntimas y exitantes,—su vista fija en mis pupilas.— de eso hablas, ¿o me equivoco?

—No, no te equivocas, pero....

—Nunca has tenido novio,¿Cierto?—dijo.

—Claro que si.

Él enarcó una ceja divertido.

—No mientas,—paso su lengua por sus labios,—Debes saber muchas cosas, pero lastimosamente no las has puesto en práctica¿No?—la luz que se escabulle por la ventana deja al descubierto sus pupilas dilatadas, una expresión pervertida.

Asentí, mandándome el pequeño nudo de saliva que se había hecho en mi garganta.

—¿Necesitas un voluntario?, Ya tienes a uno,—ladeó su cabeza, su espalda tomó la postura normal, rígida.—Se que también estás interesada en mis conocimientos.

¿Qué?
Soy la dramática, ¿O en verdad el guapo robot andante, me está invitando a hacer porquerías?

—¿Qué locuras dices?,—Fue lo único que salió de mis labios.

—Palabras locas, pero que las tienes en mente,—Murmuró.

Por los dientes de Chimuelo... ¿Qué está pasando?

Sus manos apoyadas en el césped lo ayudaron a levantarse. Mi cabeza mirando a lo alto, y él con su cabeza agachada, con sus ojos fijos en los míos. Su gran estatura y su rostro oscurecido, me hicieron sentir insegura.

El intento de poner rígida mente mis brazos fracasó. Nuevamente un nudo en mi garganta se interpone entre el aire y mi saliva.

Aire, regresa a mí.

Lentamente sus piernas se doblan, hasta quedar en cuclillas cerca a mí, sus manos posicionadas en sus rodillas, con aires de chico malo.

En un abrir y cerrar de ojos, su rostro estaba a un mínimo centímetro del mío. Su fría mejilla rozar la mía, hasta escuchar un susurro.

—Se lo que quieres, y tengo la capacidad de hacerlo realidad,—dijo.

—Pero que mier...—Murmure.

No podía explicarme lo que estaba pasando con el masculino que me acompañaba, «Ese cambio tan repentino y extraño de él», pero de algo si estaba segura, y era que esto ya no me estaba gustando en absoluto.

Su mirada, su rostro, sus sonrisas y lo más raro, sus palabras, me estaban inquietando, «Por andar de confianzuda, ¡eh!»

—No te dolerá.

—¡¿Qué?!,—Reaccione,— que te pasa imbécil...

Una ola de risas se hicieron presentes en mi oído. Mi acompañante se alejó de mí, nuevamente en pie, caminando hacia el vidrio que nos rodeaba.

Me levanté lo más ágil posible, y caminé en dirección a él hasta quedar detrás. Desde mi lugar pude sentir su aura de burla, hacia, MÍ.

—¿Enserio?,—Resoplo.

—¿Por qué te sorprende?,—Preguntó, dándose cuenta lo ingenua que suelo ser,—Te dije, no me gustas, no me intereso en chicas menores,—Hizo una pausa.—con las cuales no puedo estar.

Ni En Mis Sueños ©[En Proceso] En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora