No fue sorpresa para la gente de las murallas escuchar la noticia de que la población en general estaba casi al borde de la extinción. Cuantos más adultos morían, menos niños existían. La gente no se reproducía como lo hacía anteriormente
Así que el...
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Lewin se había quedado dormido después de un cuento. Levi tuvo que inventar una historia del mundo exterior. Algo que al principio definitivamente no quería hacer, pero después de un par de suplicas por parte de su pequeño, se le logró convencer.
Le habló un poco sobre la brisa fresca del exterior, la cual podía jurar era mucho mejor que la del interior. El gran bosque extenso, con aroma a pinos, y el cielo estrellado. Evito hablar sobre los titanes.
Aun así, Levi se imaginó a sí mismo nuevamente en una expedición. Con cierto hombre cabalgando a su lado.
Levi lo cubrió con su manta favorita y le dio un beso en su cabello de oro sedoso cuando Lewin quedo plenamente dormido. Oliendo su dulce aroma del cual sabia nunca lograría cansarse.
Salió hacia el porche con una taza de té humeante en sus manos. Sentándose en la silla. De vista tenía el maravilloso cielo estrellado. Los grillos cantaban, el viento soplaba.
Levi suspiró al pensar en que debería hacer a continuación. Los demás ancianos quienes siempre lo apoyaron ya no estaban ahí por igual. Uno a uno, se fueron marchando conforme cada año transcurría.
El vacío y dolor de la perdida volvía a inundar a Levi. Al menos estaba feliz de que Lewin hubiera podido conocer a la mayoría de ellos.
Ahora, sus propiedades se habían quedado sin dueños. La tienda que pertenecía a la pareja, Levi se había asegurado de limpiarla siempre que podía, así como cualquier otro hogar de uno de ellos. No podía arriesgarse en vender a alguien de la ciudad, aun cuando eso fue algo que ellos acordarían que se haría una vez que fallecieran.
Lo único que le quedaba a Levi era seguir ahí, cuidando del pueblo sin nombre por su cuenta.
Pensó, que no todo se sentiría tan solitario si tuviera a alguien más a su lado.
"Cada día se parece más a ti" Menciono. Sabiendo que Erwin nunca lo escucharía. Abrazó su cuerpo intentando cubrir el frio que comenzó a sentir
¿Cómo estaría? ¿Pensaría en él? Levi no lo sabía. Y no tenía manera de hacerlo. Pero todos sus pensamientos sobre Erwin terminaban igual. Seguramente él seguiría como siempre.
Levi podía imaginarlo en su oficina, por la madrugada haciendo el papeleo, escribiendo con su caligrafía perfecta, tomando una taza de café para evitar el sueño. Probablemente escuchando algo de música que sabia algunas veces Erwin hacía.
Así era como Levi quería recordarlo. Siendo el comandante que siempre quiso ser.
El corazón de Levi se estrujó. De nuevo.
En pocos minutos, gracias al cansancio y a aquella taza de té caliente, fue que se quedó dormido soñando con algo que probablemente nunca sucedería.
