• MALDICIONES •

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— Ten más cuidado, la próxima vez podría atacarte de verdad.— Decía Nanami, mientras observaba atento la mirada molesta de Fushiguro, luego de que aquel hermoso y esponjoso felino blanco lo mordiera.

El azabache solo buscaba cargar a Yuuji un momento antes de salir a una misión... un par de días antes, el peli rosa había sufrido un accidente con una maldición de grado especial, misma que lo regresó a la edad de tres años, anterior a ser exorcizada por su mentor.

— Ese gato.— dijo por lo bajo, sosteniendo su herida.

— Es el gato de Gojo, parece que se encariño mucho con Itadori, no deja que nadie se le acerque.— a Nanami le había sucedido lo mismo la primera vez.

Por ello dejó de intentarlo.

— Se nota que es suyo, es igual de territorial.— Se puso de pie, las rodillas comenzaban a dolerle.

Y tenía razón, Satoru le había dejado una importante misión en sus patas, proteger a su ahora pequeña pareja mientras él no se encontraba... lo estaba cumpliendo al pie de la letra.

— A Itadori no parece molestarle.— el rubio respondió, suspirando un poco por el cansancio, no sería un problema si no fuera por que necesitaba llevar al menor con Shoko para su revisión de rutina.

Necesitaba un plan.

— Bien, será mejor que me vaya ahora. Ijichi nos espera cuanto antes.— camino hasta la puerta de la habitación, no sin antes dar un último vistazo a Yuuji.

Quien abrazaba con mucho gusto al gato, mismo que se restregaba contra sus ropas. 

  Cualquiera que los viera en ese momento y no los conociera, creería que solo es un gato común y corriente que busca estar cerca de su amo, pero se estarían equivocando, pues ese peludo de común no tenía nada y de corriente mucho menos. 

Su tamaño sobrepasaba el estándar de su raza, y esas pequeñas gafas negras solo le hacían lucir más arrogante de lo que ya era. 

— No te preocupes por él, me aseguraré de mantenerlos vigilados.— el rubio coloco una de sus manos sobre el hombro de Megumi para tranquilizarlo un poco. 

— Con su permiso.— salió de ahí muy rápido, no podía perder más tiempo... confiaba en la madurez del mayor, así que iba más tranquilo que antes, pero conservando sus ganar de cargarlo por última vez.

El rubio suspiro de nuevo, intentaría otro método.

— Yuuji... ¿Te gustaría salir al jardín para jugar un rato.?— propuso.

Recibiendo una enorme sonrisa como respuesta, estaba aburrido, así que no podía negarse... sin embargo, una vez más el enorme felino se puso a la defensiva, siseando para alejar al más alto.

— Me rindo...— dijo, sacando su móvil del bolsillo para hacer una llamada. 

~ ¿Qué sucede.? creí que ya estarían aquí.~ al otro lado de la línea hablaba la castaña.

— Lo siento mucho, pero... ¿Podrías venir a la habitación de Itadori.? tenemos una situación algo complicada aquí.— tomo asiento en la silla del escritorio.

~ ¿Qué sucedió.? ¿Todo esta bien con él.?~ estaba un poco confundida. 

— Si... es solo que...— froto el puente de su nariz.— el gato de Gojo no me deja acercarme y tampoco permite que salga de aquí, hace un rato casi ataca a Fushiguro.— su relato parecía un mal chiste.

A lo que la castaña no pudo evitar reír un poco. 

~ Típico de él... no te preocupes, iré en un rato.~ ya lo conocía, por ello no dudaba de lo que escucho. 

Sin más, cortó la llamada... ser niñero era muy agotador. 




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— ¿Quién es un buen gato.?— Satoru por fin estaba de vuelta, en sus brazos dormía Yuuji plácidamente... el aroma del albino siempre lo relajaba. 

Luego de escuchar todas las quejar por parte de los otros hechiceros, no pudo evitar premiar y elogiar a su mascota por el excelente trabajo realizado.   

— Por supuesto que tú lo eres.— acaricio su lomo.

Durante toda su misión se mantuvo preocupado, esperando volver cuanto antes... nunca había visto a una maldición capaz de alterar no solo el físico, sino también la memoria y el poder maldito. Agradecía que Yuuji estuviera con Nanami en el momento del accidente, aun así, se culpaba por no protegerlo debidamente. 

Viendo el lado positivo, podía sacar muchas fotografías de su pequeño novio en su etapa de niño, ya que este aseguraba no tener ninguna. 

— Veo que te divierte causarle problemas a los demás.— en el lugar hacía acto de presencia Geto, su mejor amigo.

— Solo hice lo que debía.— dejo salir de forma arrogante.— no podía dejar que cualquiera se acercara a él.— acariciando de forma suave la mejilla del peli rosa. 

— Debo admitir que fue divertido ver como aislaba a Yuuji de los demás, hasta que me toco a mi recibir una de sus mordidas.— tomo asiento a su lado.— ¿Por qué no me dijiste que no es un gato normal.?... la maldición que contiene es muy rara.— podía verla en su interior, incluso si no la mostraba. 

  — Eso es por que tampoco lo sabía, al descubrirlo supuse que mis padres querrían deshacerse de el y yo ya le había tomado mucho cariño.— ambos observaban atentos como el minino ahora se acicalaba en el sofá frente a ellos, ignorando sus palabras.—  Mantenerlo en secreto no fue difícil, nadie parece notarlo, excepto tú.— reía.    

— Ya veo.— hubo silencio después de eso. 

Siendo ese preciso momento en el que Itadori despertó, solo para volver a su tamaño original. 

Las prendas, al ser pequeñas se rasgaron, dejando expuesta su piel blanquecina. 

— Oh... lo tengo todo al aire.— dijo como si nada.

Los mayores se miraron mutuamente por unos segundos. 

— ¡Suguru, sal de aquí.!— ordeno el albino, tapando sus ojos de forma torpe. 

El alboroto no se hizo esperar, Yuuji buscaba cubrir su desnudez con lo que fuera, al mismo tiempo que Satoru empujaba fuera de la habitación al peli negro, no quería que nadie más lo viera como los dioses lo trajeron al mundo. 

Todo frente a los brillantes ojos azules de ese felino blanco.



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Historias Cruzadas  [GoYuu] [One-Shot's]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora