• AVIONES DE PAPEL •

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Odio...

De verdad lo odiaba demasiado

Pero..

También lo amaba con locura.

¿Cuánto tiempo más podría resistir?

— Yūji, de verdad lo siento... por favor, abre la puerta... no estoy enojado, sólo quiero saber cómo estás.— trataba de hablar con un tono tranquilo para no asustar al chico peli rosa.

Quién al otro lado de la puerta no dejaba de sollozar, debatiéndose internamente el "qué hacer". Como ya era costumbre en los últimos años, tenía que soportar los golpes y abusos que sufría por parte de su pareja destinada, cada vez que esta misma se molestaba, incluso por cosas que no tenían nada que ver con él.

Mientras su mente le decía que dejara de ser un idiota y lo abandonara de una vez por todas, su corazón le pedía a gritos que no lo hiciera y que una vez más creyera en sus palabras.

"Prometo que voy a cambiar, por ti."

Sin embargo, el golpe en su mejilla izquierda no expresaba lo mismo.

— ¡Basta, basta, basta! cierra la boca y déjame pensar tranquilo... ¡No quiero escuchar tú maldita voz!— gritó con todas sus fuerzas, sujetando sus lacios cabellos para tirar de ellos.

El cambio tan repentino en su comportamiento, actitud y forma de llevar su vida diaria estaban dando como resultado indicios de ansiedad y esquizofrenia. Además de pertenecer a una línea de sangre con antecedentes en esas enfermedades .Los ataques se volvían cada vez más frecuentes, al despertar, antes de dormir, durante las horas de trabajo y sobre todo; después de cada pelea con el chico de cabellos albinos.

— Entonces abre la maldita puerta para que pueda darte la estúpida medicina.— respondió de la misma forma, pateando la puerta sin cuidado.

Satoru una vez más se estaba dejando dominar por su fuerte e incorregible carácter... odiaba tener que lidiar con la molesta enfermedad que el rosado comenzaba a presentar, pero que se negaba a soltar; pues primero muerto antes que verlo en brazos de otro.

Yūji lloró más fuerte al escucharlo, dejándose caer sobre el suelo, escondiendo su rostro entre las piernas. Aquellas voces en su interior le pedían abrir la puerta y dejar que su destinado cumpliera con su deber de cuidarlo y protegerlo de los males que lo acechaban día con día. Pero todo eso era falso, jamás se había preocupado realmente por su bienestar... sólo le importaba tenerlo como trofeo.

— Escucha, necesitas el medicamento... abre la puerta, lo tengo en mis manos, olvidemos por un momento los problemas que el idiota de Sukuna ocasiona en nuestra relación.— pedía.

Su voz dejo de ser grave para sonar más suave y baja... sin embargo, sus intenciones no eral realmente las que tanto alardeaba; lo único que buscaba era abrir la puerta para encarar de nuevo al rosado. Ante esa amabilidad tan falsa, el más bajo término por caer, con palabras cubiertas de miel y espinas. Se levantó del suelo y abrió lentamente, esperando recibir un cálido y protector abrazo, pero en su lugar llegó lo contrario. .

— ¡Escúchame bien, pequeño pedazo de mierda! espero que sigas igual de caliente como en el momento que estabas con ese imbécil, porque ahora mismo te voy a mostrar lo que pasa cuando actúas de la misma forma que una zorra con todo el que se te cruza.— habló con fuerza el albino, mientras se abalanzaba sobre el más bajo.

Aprisionando fuertemente su cuello y besándolo violentamente por todo el rostro.

—Es... espera, dijiste que traías mi m... medicina.— intentaba hablar al mismo tiempo que peleaba por un poco de aire, pero era inútil, el más alto conocía muy bien las maneras de retener a una persona sin importar cuanta fuerza poseyera.

—¿Crees qué me importa tu estúpida medicina?— dijo, antes de arrancar sin cuidado las ropas del menor.

Arrojándolo dentro de la regadera.

Provocando un fuerte golpe en la cabeza del peli rosa, mismo que trajo consigo un sangrado nasal, acompañado por las miles de lagrimas que descendían por sus mejillas. Sabiendo que una vez más todo terminaría de la misma dolorosa manera.


— Deja de llorar de una maldita vez y toma tus drogas.— el albino regresaba al baño, deteniéndose en la puerta para arrojar aquel frasco de pastillas, las cuales salieron dispersas por todo el lugar.

Pero no hubo respuesta o movimiento por parte del más bajo, quien permanecía en el suelo frío de aquel lugar, perdido en lo más profundo de sus pensamientos. Satoru sólo chasqueo la lengua, volvió a fumar de su cigarrillo y después se retiro de ahí, no sin antes dar un último comentario.

— Asegúrate de limpiar tu maldita sangre del baño antes de que vuelva... odio tener que usarlo viéndose así.— ordenó, tomando su abrigo y saliendo de la habitación.

Marchándose donde sus amigos... quería un trago que le hiciese olvidar los duros problemas que enfrentaba. Una vez que el peli rosa supo que estaba completamente solo, intento ponerse de pie... pero fue inútil, su cuerpo estaba muy lastimado y no contaba con las fuerzas suficientes para hacerlo. Tuvo que esforzarse mucho para que su brazo derecho logrará alcanzar las perillas de la regadera... dejando que el agua fría lo mojara por completo. Llevándose no sólo la sangre y el semen que salían de su parte baja... sino también las emociones negativas junto con las lagrimas que una vez más abandonaban sus grandes gemas doradas.

En su mente las voces no dejaban de atormentarlo... pero tampoco tenía las ganas suficientes para ir en busca de sus medicinas. Las cuales comenzaban a disolverse por culpa del agua que caía sobre ellas.


〈 Deja de ser su juguete 〉


〈 Sabes que él ya no te ama 〉


〈 No los escuches, solo quieren alejarte de su amor 〉


〈 Ven con nosotros, estarás mucho mejor 〉


〈 Él cambiara 〉


〈 Te ama 〉


Con una discusión interna, un terrible dolor por todo el cuerpo y su corazón destrozado estaba a punto de llegar a su limite, odiaba tener que amarlo tanto, pero... ¿Cómo renunciar a su destinado?, aquel que portaba la misma marca que él.



Historias Cruzadas  [GoYuu] [One-Shot's]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora