Capítulo 47

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"¿Merlon Vegetta? Ay Quackity, el pobre niño no tiene la culpa de tus cosas raras."

Lágrimas inundaban sus ojos mientras miraba su reflejo en el espejo del baño de su habitación.

"¿Ya ves cómo si puede? Nuestro hijo es un excelente niño, aunque no me gusta que le estés contagiando tu sensibilidad y rareza."

Se tiró en el suelo, recargado sobre la pared, trataba de ahogar su llanto.

"¿Escuela pública? No, mi linaje no va a tener una mancha tan horrible como esa, él merece lo mejor, lo que yo elija es lo mejor."

Abrazó sus piernas con fuerza, ya no podía parar de llorar.

"Si Merlon, te quiero, eres mi hijo, no hagas preguntas tan estúpidas."

—¿Merlon?

"A veces pienso que haberlo adoptado fue un error para nosotros, es una carga extra."

—Merlon, abre la puerta, por favor.—recargó su cabeza en la puerta, apenas podía sostenerse.

—¡No! ¡Soy igual que él!—gritó rompiendo en llanto, no pudo aguantar más.

—Merlon, sal de ahí, tu apá te necesita.

—Tengo miedo, me van a meter a la cárcel... Soy un monstruo.

—No irás a la cárcel, eres demasiado joven para eso...—habló con un tono más tranquilo—Además, fue en defensa propia, no directamente a ti pero sabías que podía ser peor.

La puerta se abrió despacio, dejando ver el rostro del menor asomándose.

—¿Usted lo cree?—el más alto asintió con confianza—¿Y si no?

—Tienes como papá a uno de los mejores abogados, él mismo lo dice, ¿crees qué te va a dejar ir a la cárcel?—el otro negó—¿Ves? Vas a estar bien.

Merlon salió del baño aún con la cabeza agachada, el castaño acarició sus cabellos para darle un poco de consuelo. Ante esta última acción, el pequeño lo abrazó.

—¡Lusu!—se escuchó a Cochi desde abajo—¡Ya viene la policía y ambulancias, bajen!

El más bajo se apartó del español, mirándolo con mucho temor.

—Tranquilo Mer, no te vamos a abandonar.—le dedicó una sonrisa para brindarle más seguridad.

—¡Apúrense! ¡No puedo cargar al Beni y al Quackity al mismo tiempo!

Horas después, mientras el sol y la brisa fría se adueñaban del amanecer, Quackity despertaba en el hospital, el olor, el ambiente y toda la vibra le eran ya muy reconocidos.

En su habitación no había nadie más que él, cosa que le preocupó al instante, recordaba vagamente lo último que sucedió, temía lo peor.

Un chico castaño con una bandana azul en la frente se hizo presente, traía con él unas flores y una bolsa del Oxxo.

—¿Quién chingados eres? ¿Qué haces aquí?—preguntó muy desconcertado el azabache.

—Ah, ya te despertaste cabrón.—colocó las flores y la bolsa en la silla de plástico a un lado de la cama.

—¿Cómo qué cabrón?

—¿No me recuerdas, wey? Soy Roier, tu compa de la primaria, y tantito de la secundaria también.

—... ¿Roier? ¿El wey del McTrio? ¡No la chingues, wey!—respondió emocionado, sentándose en la camilla—No mames... Hace un chingo no te veía, ¿cómo has estado?

Luchones [Luckity AU] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora