Capítulo 35

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Mientras el médico terminaba el papeleo para dar de alta a Quackity, Luzu estaba en la sala de espera, pensando a dónde podrían ir a comer algo.

Entonces, su teléfono lo sacó de sus pensamientos, vibrando en su mano. Lo miró y su rostro cambio de expresión a una de desagrado.

—Joder.

Contestó la llamada.

"¿Qué sucede, Auron?"

"¿Dónde está mi hijo?", un profundo suspiro salió del castaño al escuchar a su ex esposo.

"Por Dios, ¿vas a seguir insistiendo con tu estúpida demanda?"

"Claro, ahora me has dado más motivos, lo secuestraron en tu descuido, imbécil.", los ojos rojizos del español dieron vuelta con cansancio, comenzaba a llegar a su límite.

"Auron, no tengo tiempo para ti ahora, déjame en paz a mi y a Anselmo, ¿por qué no podemos simplemente mantener la cordialidad y amabilidad por los niños?"

"Porque contigo jamás estarán seguros, tu inestabilidad lo va a afectar más que ayudar, nunca fuiste un buen padre, Frederick siempre tenía miedo de que tu fueras a hacer una tontería en tus crisis tan tormentosas y dramáticas. ¿Quieres que siga?"

En ese momento, Luzu sintió un amargo sabor en la boca, sentía como su respiración dejaba de funcionar y las lágrimas salian de sus ojos de manera descontrolada.

"¡Al menos yo si estoy haciendo algo para mejorar!", rompió en crisis.

"¿Ser un guarro? Tu única relación buena fue con Lana, pero ni eso pudiste cuidar, me usaste todos estos años para superarla, porque no sabes estar solo, eres un dependiente emocional, me das asco, Luzu."

"¡JODETE AURON!"

La llamada terminó abruptamente, el español se agachó para intentar respirar, siendo auxiliado por la secretaria que estaba presenciando todo lo ocurrido en aquella sala. La gente miraba preocupada al español, creando un círculo donde la atención se centraba.

—Ah chinga, ¿pues qué están regalando?—Quackity se acercó al ver la bolita de personas—¡Lusu! ¡¿Qué te pasó?!

—E-Estoy bien Quacks, la señorita me ha ayudado a calmarme.—respondió aún con la respiración entrecortada.

—Pero, ¿qué pasó?

—No quiero entrometerme, pero el se alteró después de una llamada.—la secretaria comentó.

—Seguro fue el pendejo de Auron, ¿verdad?—el castaño asintió con la cabeza, sin mirarlo—Híjole, no sabe con quien se está metiendo.

Mientras tanto, el par de sinaloenses parientes de Quackity estaban por las calles de la ciudad, cerca de un ya conocido edificio donde habían llegado hace unos cuantos meses.

Cochi tuvo razón en su corazonada del día anterior.

Cuando el español puso sobre la mesa el nombre de Schlatt como involucrado en el secuestro de los niños, Cochi comenzó a teorizar algunas opciones.

Era bien sabido que todos los involucrados tuvieron una historia ya, una donde no terminaron bien y con cuentas sin resolver.

Beni le seguía el paso al azabache, en su rancho solían pasar cosas así también, y sabía por excelencia que Cochi tenía un sexto sentido para estas situaciones.

—¿Y qué hacemos si es verdad lo que dices?—cuestionó en un susurro, estaban escondidos cruzando la calle frente al edificio.

—Echarle el grito a Quackity, no sin antes meterles un sustito, ¿apoco no mi Beni?

Luchones [Luckity AU] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora