El quinto día de septiembre del 2023 fue el día que Yoo Jimin decidió levantarse para dejar todo atrás, otra vez. La luz le molestaba, pero no tanto como el sonido de vidrio romperse. Sus compañeros de pisos habían despertado con ganas de matarse entre sí, otra vez. Se levantó para colocarse una barata mascarilla para tapar el olor de azufre del lugar, de que le informaba que todo lo de ese lugar ya se encontraba podrido, otra vez.
Sus maletas ya estaban hechas hace dos días y las cosas que le faltaba poner era porque ya no le importaban. No quería esta ni un segundo más en ese lugar. No sabía que era peor, el olor o los malditos gritos. Siempre era lo mismo y desde hace tres años está convencida que es una maldición. No podía soportar más de cuatro meses en un solo departamento, ya que los gritos y el olor eran cada vez más presentes cuando convivía con personas. Sin embargo, tampoco tenía el dinero suficiente para arrendar algo más grande que una habitación.
—¡Vete a la mierda!—gritó uno de sus compañeros y ella se agachó para que la taza no impactara hacia su cara.
Jimin salió del departamento con sus dos maletas y soltó un largo suspiro al sacarse la mascarilla. Se miró en el espejo y se quitó las hojas de lechuga que le habían lanzado. Ya había pasado 3 meses en ese lugar, en el anterior tan solo duró uno. Ya eras hora de seguir adelante y disfrutar la primera semana de un lugar nuevo para después sufrir como la gente se va pudriendo.
Se había conseguido un lugar bueno, muy bueno. Lo visitó hace cuatro días y le tenía mucha esperanzas. Viviría con dos mujeres de su edad. Las mujeres solían ser menos violentas y con ellas no se imaginaba amenazándose a muerte entre sí. Lo más horrible que se imaginaba es que se dejaran de hablar y de ver.
Al salir de edificio estiró su mano para detener un autobús. Al ser temprano pasó entre muchas personas con el cabello mojado mirando su celular. Se le hizo difícil pasar entre ellos con sus grandes maletas. Cuando no pudo avanzar más se quedó en el lugar, se quedó mirando un anuncio de Coca-Cola.
Se puso a pensar sobre su examen de su ramo de salud mental. Estaba en periodo de exámenes y ni siquiera había podido estudiar bien con el caos de su antiguo hogar. Estaba en su 8vo semestre de Enfermería, por lo que se dedicaba también a ganar un poco de dinero con cuidados hacia adultos mayores y estaba agradecida que su maldición de arruinar la vida de la gente no se aplicara a personas fuera del lugar que dormía. Hasta solía mejorar la vida de esas personas.
Salió de golpe de su mente y apretó el botón para detener el transporte. Entre disculpas se bajó del autobús y soltó un largo suspiro al llegar al suelo. Debía de dejar de distraerse así, pensó, algún día dejaría de despertar a tiempo y se pasaría tantas paradas que se perdería.
—¡Karina!—giró su cabeza y sonrió al encontrarse con una mujer corriendo hacia ella con el cabello rojo y una flor blanca con el centro amarillo en el cabello.
—¿Vas camino a clases?—preguntó y la chica afirmó con la cabeza.
—Te dejé las llaves con el conserje, no pensé que iba a llegar temprano—miró la hora en su celular—Voy tarde—susurró—Tu habitación está lista para que la utilices, también te dejamos un lado en el refrigerador y un cajón en la cocina. Todo lugar vacío es tuyo, así que úsalo con confianza.
—Gracias.
—El fin de semana haremos tu bienvenida—dijo mientras se subía al autobús—¡Que la universidad está más difícil de lo esperado!—gritó mientras las puertas se cerraban.
Karina negó con la cabeza. Esa chica, Ningning, le daba muy buenas vibras y eso le encantaba.
Caminó hacia el edificio donde viviría y luego de conseguir las llaves subió al piso 17 para ir a al departamento 1702. Abrió la puerta y se encontró con lugar con adornos muy femeninos. Plantas, muebles blancos y un par de calcetas en el suelo. Se sacó los zapatos y fue directo al lugar donde dormiría.
El cuarto tenía de todo para un estudiante; Un escritorio donde podía colocar sin problema su computador y sus cuadernos, un mueble para dejar los libros y otros dos para dejar su ropa. También tenía una silla bastante cómoda para pasar horas estudiando y una pizarra de tiza para anotar lo que sea y decía "Bienvenida" con una hermosa letra.
La chica anterior debía ser adinerada y con muchas ganas de estudiar para tener una habitación así de perfecta. Ningning le había contado que había dejado sus cosas al no tener tiempo ni espacio para llevárselo a su hogar.
Con audífonos puestos, con una canción de Girl Generation, se dedicó a sacar sus cosas para acomodarse bien. Guardó su ropa, acomodó sus cuadernos y computador junto con sus otros intereses, como un par de posters de su grupo femenino favorito y un par de libro para leer para cuando estuviera aburrida. Se demoró mucho menos de lo que se esperaba y se dio cuenta de que cada vez que se mudaba tenía menos cosas. Quería arreglar eso.
Se recostó en la cama y sintió sus músculos relajarse. La cama estaba lista para dormir, por lo que se tapó para dedicarse a dormir como no lo hacía hace dos meses. Tenía que recuperar ánimos para comenzar a estudiar para su examen de mañana.
Se durmió con rapidez y soñó con mariposas. Hace mucho tiempo que no soñaba algo que fuera una pesadilla. No dejaba de pensar que ese departamento no hacía más que tener buenas cosas. Lo mejor de todo es que era mucho económico y justo almadio entre su universidad y su lugar de trabajo.
Se dio un par de vueltas en la cama y agarró su celular para mirar la hora. Ya había dormido casi todo el día. Soltó el celular para acomodarse para seguir durmiendo, estaba muy cómoda como para ponerse a estudiar.
"De todas formas me irá bien" pensó antes de volver a dormir.
ESTÁS LEYENDO
Crossroads [Winrina]
Fanfiction"¿Hola?", decía el mensaje que encontró Karina en la pizarra de su nueva habitación.