Karina se quedó viendo el marco de la puerta del departamento, luego de pasarla dejaría de estar segura. No tenía el valor de pasarla, no sin sus poderes. Agarró con fuerza el palo de fierro de su mano ¿Eso era suficiente para defenderse? Era tan solo el palo de la cortina de su habitación, bastante patético a comparación contra quien luchaban. Personas que fueron entrenadas, quién sabe cuánto tiempo, para matarlas. Hombres altos, musculosos que tenían hasta francotiradores.
—Tenemos que llegar antes que le hagan algo a Ryujin—dijo Yeji que le agarró la mano y tiró de ella para que diera un paso afuera del departamento. Con eso ya estaba dentro del radar, pensó Karina.
Las tres entraron al ascensor, cada una con un simple palo. Cada una pensando que no iban a sobrevivir, pero es mejor eso que no intentarlo, pensaba Karina. El palo de Yeji se cayó y las tres saltaron del susto. Se sentían tan patéticas, eran tan solo estudiantes contra expertos.
¿Una lombriz le podría ganar a una ave? ¿Una gacela le puede ganar a un león? ¿Ellas podrían contra ellos?
Karina pensaba que Minjeong se iba a enojar si la viera ahora. Le había quitado los poderes para que no los matara, pero no las ganas de vengarse por todo lo que le hicieron. Tenerla más de un año en una silla eléctrica no era lo único que le enojaba, también lo que pasó antes. La hicieron hacer que dejara de querer vivir mucho antes de eso ¿Y solo para salvar a sus mejores amigas? ¿Acaso no veían el sacrificio que estaba haciendo por su maldad? ¿¡Y ellas eran las malas!? Soltó un largo suspiro para calmar sus pensamientos, no le gustaba ¿Qué pasaría luego de todo? Pensaba que luego de sacarla de ahí ni se hablarían, pero al menos estaría viva.
"La saco de ahí y vuelvo a vivir como si nada de esto hubiese pasado" se prometió a sí misma. Rogándole a dios que ninguna de las chicas hablara del tema. Luego de todo, no podría ser lo que más le gustaba, ser una simple enfermera.
El camino fue largo. Caminaron entre las calles por dos horas, con la venganza creciendo en su pecho, junto con la conciencia que les rogaba que no lo hicieran. Pensaban que se dedicaban a pensar en otra cosa que no sea la imagen de Winter en la silla eléctrica, podrían encontrar una forma más pacífica y realista de como solucionarlo. No obstante, su dolor ante la idea de perder a su ser más querido le alteraba tanto su realidad que pensaban que ahora tenían la fuerza suficiente para asesinar al mismo diablo.
"No hay nada más peligroso que una mujer herida" Karina soltó una pequeña risa al pensar la frase que tanto decían los hombres.
Ningning se detuvo al ver la iglesia. Estaba igual de dolida que Karina, sin embargo, no estaba corrompida como la mayor ¿Qué más podrían esperar de chicas como ellas? Karina y Yeji eran simples enfermeras, comprometidas para salvar vidas, no detectives ni asesinas. Ningning era tan solo una estudiante de periodismo, nunca ha visto mucha sangre y la única vez que le provocó dolor a alguien fue cuando casi mata a Giselle.
Las tres chicas, antes de dejar la ética y la moralidad a un costado, le rogaron a Dios que no la castigara por eso. Habían sido buenas personas toda su vida. Solo esta vez... solo esta vez iban a hacer algo malo, no querían ser castigadas por eso. "He sido una buena persona", no dejaban de pensar "No me castigues por golpear a los tuyos", pensaron al volver a caminar.
"No debiste traer a esa chica" La voz era clara, penetrante y masculina. Inmediatamente alzó el palo al mismo tiempo que lo hizo Yeji. El estruendo metálico de los palos chocando hizo que Ningning se alejara por el miedo. Se alejó lo que más pudo, pero manteniendo la distancia para no ser una presa fácil de nadie. Sus manos temblaban en el agarre del palo y su posición de pelea era torpe y llena de errores. No estaba lista para pelear.
—¿¡Qué estás haciendo!?—preguntó Karina mientras evitaba que Yeji no golpeara su cabeza. Ninguna tenía habilidades de combate, solo se movían con ayuda de la adrenalina que hacía todo lo posible para sobrevivir.
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Crossroads [Winrina]
Fiksi Penggemar"¿Hola?", decía el mensaje que encontró Karina en la pizarra de su nueva habitación.