Capítulo 23

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Como si no fuera poco, Hinata no tenía auto porque estaba en el mecánico, así que se tuvo que subir al de Kageyama con clara mala cara.

—He estado pensando.

—Oh, ¿piensas? —preguntó irónico, poniéndose el cinturón. Kageyama resopló.

—Qué odioso eres.

—Gracias.

—En serio, ¿cómo se supone que las cosas van a funcionar cuando tú actúas así?

Preguntó saliendo del estacionamiento. Hinata lo miró indignado.

—¿¡Cómo quieres que actúe después de lo que me hiciste!?

—¡De eso te quería hablar! —Se quejó—. ¡Pero no me escuchas! ¡Nunca lo haces!

—No quiero escuchar como vuelves a negar que no fue tu culpa el haberme dejado solo a mí y a los niños.

—No me importa, lo harás hasta que lo entiendas —sentenció. Hinata bufó—. Mira, Shoy-

—Te dije que no me llamarás así.

—Mira, Hinata —corrigió de mala gana—. Sé que es difícil de creer pero hablo en serio cuando te digo que no sabía de ellos. Si lo hubiera hecho, me hubiera quedado a tu lado. ¿No puedes confiar siquiera un poco en mí?

Hinata no necesita verlo para notar que está desesperado.

Y claro que una parte de él, mejor dicho, su corazón, le pide a gritos que confíe en el pelinegro. Que sea igual de ciego como cuando era joven; sin embargo, la parte racional bloquea esos pensamientos porque no puede darse gustos como esos teniendo hijos. A Hinata no le importa si Kageyama lo lastima, después de todo, el hombre ya lo hizo y de alguna forma logró sobrevivir.

El problema será si sus hijos salen heridos. Si Naori y Nara confían ciegamente en Kageyama y terminan saliendo heridos. No podría vivir también con ese dolor.

¿Y qué hará si Kageyama lo deja otra vez?

Pero juzgándolo por cómo actúa últimamente...

¿Y si no lo hace?

¿Y si Kageyama realmente habla en serio?

¿Y si Hinata lo deja entrar a su vida otra vez y él se queda para siempre?

Se sentía un idiota.

Bufó.

—Veintiseis de marzo.

¿Y si Kageyama esta vez no se va?

—¿Q-qué?

¿Y si confia una vez más?

—El cumpleaños de los mellizos es el veintiseis de marzo —resopló, observando por la ventana—. Son alérgicos a la miel y todo lo que se relacione con las abejas.

—¿Eh?

—Y yo odio levantarme temprano para ir al trabajo por culpa del autobús, así que si puedes-

—Te llevaré y te pasaré a buscar. Está bien —Hinata apretó sus labios.

¿Y si queda como un idiota confiando en él después?

—No me gusta que me molesten en las mañanas tampoco. Y odio la salsa blanca.

¿Y si Kageyama lo lastima otra vez?

—Lo sé —rió suavemente.

—El viernes que viene es el partido de básquet de Teo. Toda la familia tiene que ir.

Our Dad's Secret | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora