Naori siguió practicando, cansándose demasiado y mareándose de vez en cuando. Sin embargo, prefería hacer eso y estar así en vez de estar solo y dejar que su cabeza lo hiciera caer contra la realidad.
Sin embargo y para la mala suerte de todos, estos momentos llegan. Estrellarse contra la dura pared de la realidad es algo que nadie puede evitar sufrir por más que lo quiera; la decepción es horrible y la mente en sí también. Más para un chico de dieciséis años.
Naori tira la pelota al cielo, perdiendo sus ojos en ella y comenzando con la carrera para realizar el saque, sin embargo terminó pisando mal y cayó, golpeándose en el suelo y gimiendo del dolor.
—No me quebré por suerte...
Murmuró sentándose, observando su rodilla sangrar levemente por el raspón. Soltó un quejido, odiando la sensación.
Clavó sus ojos en su herida, concentrándose en la poca sangre que de esta salía y ese fue su mayor error.
Huir de tu cabeza es fácil pero mantenerte así por lo que resta de tu vida es complicado. Naori cayó contra el horrible suelo de la realidad al momento en que dejó que su mente actuara por distraerse.
Y sin darse cuenta, comenzó a llorar.
Oh, un desgarrador llanto de un adolescente en una cancha comunitaria. Por primera vez en todo este tiempo, Naori deja que sus hombros se libren del peso molesto de una sonrisa falsa y de mantenerse estable para su hermana, de fingir que todo está bien y preferir ver un partido antes que entender qué está pasando.
Naori sufre por todo. Es sensible y llorón, un chico con un corazón grande pero egoísta, que se guía por si solo. Por eso mismo ahora está así, temblando por culpa del llanto mientras que, a sus cortos dieciséis años, intenta entender por qué le tocó una vida así, por qué se crió con un solo padre y qué hizo mal para que Kageyama Tobio no esté con él desde que nació.
Tiene muchísimo miedo. No quiere desilusionarse con él pero no puede hacer mucho para defenderlo, porque el mayor no hace más que confundirlo. Sinceramente, Naori no entiende nada.
Y odia estar enojado con su papá. Sabe que él ha dado todo por ellos y que siempre intentó criarlos de la mejor forma posible pero es inconsciente el enojo que nació en él al enterarse que Shoyo les había mentido. Probablemente tiene sus razones, Naori piensa después de su conversación con Teo, pero aún así encuentra toda la situación injusta. Él quiere entender qué pasa y nadie le da respuestas, ni siquiera la persona en la que siempre confió.
Llora con fuerza, sintiendo su garganta raspar. Las lágrimas no se detienen y su tristeza tampoco; es imposible detenerse ahora que piensa. Ahora que su cabeza trabaja y lo atormenta con todo: Quizás Kageyama los abandona otra vez o quizás no es su hijo y se equivocó. Tiene miedo, está aterrado y solo. Naori no es comprendido por nadie y no sabe qué hacer.
Y su rodilla sigue ardiendo, pero no más la pena que nace en su pobre corazón. Incluso puede decir que tiene frío, porque está asustado y a la deriva en un país que no conoce. Naori en realidad quiere regresar a casa y dormir, deseando que todo sea una sueño del que debe despertarse pronto porque sabe que el daño mental es irreparable. ¿Puede alguien escuchar su llanto desconsolado?
Y la respuesta es sí. La única persona que lo conoce tan bien como para saber que se escapó del hotel en plena madrugada.
Siente unos brazos rodearlo por detrás y el abrazo cálido de un padre que cuida y protege a su hijo. Naori siente las manos de quién le dió la vida rodearlo y solo se rompe más, aferrándose a él, mientras siente cada parte de su ser temblar.
—Solo eres un niño, Naori...
Hinata susurró apoyando su mentón en su cabeza, sintiendo su alma romperse en pedazos con cada sollozo de su hijo.
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Our Dad's Secret | Kagehina
Fiksi Penggemar-Eres tan estúpido... -Pero soy más alto que tú. -¡Dios, eres insoportable! Los mellizos Hinata son bastante problemáticos cuando se trata de vóley. Y más cuando se enteran que Kageyama Tobio, el jugador favorito de Naori Hinata, es su padre. «No le...