Capítulo 16

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La forma en la que se despidieron los mellizos hizo que Kageyama entendiera su situación con cada uno de ellos.

Mientras que Naori lo abrazó con fuerza y dijo que lo vería en Japón entendió que este realmente lo quería y ya confiaba en él. Nara, en cambio, solo lo saludó incómoda y se fue con Hinata, quien solo le deseó un buen viaje por cortesía.

Qué difícil sería todo.

Por fin, al igual que Naori, cuando Kageyama se sube al avión y apaga su teléfono, deja que su mente se concentre en algo que no es vóley y cae en cuenta de que, de un día para el otro, tiene dos hijos.

Con los que no estuvo por dieciséis años.

—¿Qué mierda...?

Murmuró pasando sus manos por su cabello, comenzando, poco a poco, a afectarse por lo que está pensando. Ni siquiera sabe en qué tipo de estado entra como para que su manager tenga que acercarse a él y decirle que respire.

No tuvo a sus hijos por dieciséis años. Estuvieron solos, ¿Qué tantas cosas habrán pasado por él? Kageyama no puede superarlo, se siente realmente mal.

—Necesito verlos... —murmuró ahogado, encontrándose con los ojos de su manager—. Necesito verlos.

—Estás es un avión, Tobio. No puedes, cálmate.

—No estuve con ellos —Jadeó tirando su cabello. Su manager negó y alejó sus manos—. No estuve con ellos, soy una mierda.

—Ahora recuperarás todo el tiempo perdido, ¿si? Cálmate, Tobio. Cálmate.

Regresar a Japón fue algo que Naori y Nara agradecieron apenas tocaron el suelo. Incluso estaban emocionados por ir a la escuela.

Una vez volvieron a instalarse en su casa, los mellizos se fueron a dormir y Hinata, a pesar del cansancio, llamó a sus amigos y agendó citas con el psicólogo para llevar a los niños, preocupados por que la nueva rutina de vida con dos padres les afecte demasiado.

Prefiere que Kageyama y él sufran antes que sus niños.

Sentándose en la cocina, luego de agendar citas, decide ponerse al día con los impuestos y se estresa todavía más cuando ve que tiene que pagar casi todo, sin embargo no cobra muy alto y teme que se queden sin dinero hasta llegar a fin de mes.

—¿Podría pagarle unos días después? Necesito el dinero para...

Tiene que llamar a inmobiliaria, luego a las compañías de impuestos. Hinata se estresa demasiado y el sueño no lo ayuda.

Por suerte, sus hijos siguen dormidos para el momento en el que él se duerme en la mesa.

—¿Papá?

Sin embargo, horas después, cuando la noche horriblemente cae, Naori tiene que despertarse al sentir cómo su estómago ruge y se encuentra a su padre tirado sobre los papeles de la mesa, roncando.

Luego de sacarle una foto para después molestarlo, Naori se acercó y ordenó los papeles, luego lo despertó.

—Ah, Nori...

—Te quedaste dormido, campeón —bromeó acariciando su espalda. Hinata pasó sus manos por su rostro, asintiendo—. Ve a dormir un rato, papá. Yo haré la cena.

—No, Nori. Ese es mi trabajo y-

—Ya, ya. No empieces —interrumpió. Hinata lo miró mal—. Vamos, ve a dormir. Haré la comida y te llamaré, ¿sí?

—¿Seguro?

—Sí, hombre. Ve.

Hinata asintió, levantándose. Naori puso los ojos en blanco avergonzado al sentir un beso en su coronilla.

Our Dad's Secret | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora