Capítulo 10

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—Nara, sostenme que me desmayo.

La chica puso los ojos en blanco y siguió caminando atrás de Kageyama, observando el lugar sorprendida.

Naori, por otro lado, tenía brillo en sus ojos.

—¿Te gusta el vóley?

Kageyama preguntó mirándolo. El castaño asintió repetidas veces.

—Incluso lo jugamos. Nara es líbero y yo soy armador.

—¿Armador? —Kageyama sonrió ladinamente. Naori asintió atontado—. Buena elección.

El mayor los guió hasta los asientos VIP, dándole su chaqueta a Nara porque notó que está parecía tener frío.

—Qué suerte tienes... —Naori murmuró. Ella sonrió, poniéndose la prenda.

—Muy bien, escuchen —La atención de los menores cayó sobre un serio Kageyama—. Ahora tengo que ir a jugar así que quédense aquí. Si dicen ser hijos de Hinata y yo, se supone que tienen que hacerme caso.

—Está bien —respondieron los mellizos a la vez.

—Y también porque si Hinata se llega a enterar que perdí a nuestros hijos, me mata así que, repito, quédense aquí.

—Tengo hambre. ¿Puedo pedir algo?

Kageyama suspiró y asintió, sacando de su bolsillo su cartera y de esta una tarjeta. Nara la tomó sorprendida, con su hermano mirando curiosamente el objeto.

—No causen problemas, ¿si?

—Sí, papá.

Kageyama puso los ojos en blanco y comenzó a alejarse, ya que estaba llegando tarde a los vestidores para prepararse con sus compañeros. Bajando las escaleras, decidió bloquear cualquier pensamiento en su cabeza y convertirse en el gran jugador que es, concentrándose solo en la pelota.

Cosa que obviamente, según sus pensamientos más internos, estaba mal. Debería estar en algún hospital haciéndose estudios de sangre con sus supuestos hijos para saber si lo que dicen es verdad o no, sin embargo él está más preocupado por jugar que otra cosa.

También es porque esos niños son el vivo retrato de la combinación de Hinata con él. Kageyama tuvo que mirar a los mellizos solo diez segundos para aceptar que tienen la sangre de su familia con la de Shoyo.

—Por suerte no salieron con mi carácter...

Murmuró mientras se ponía su camiseta. Por alguna razón, esto lo hacía muy feliz.

—¿Qué dijiste? —Su compañero a su lado preguntó. Kageyama levantó la vista y negó.

—Nada.

Los mellizos estaban en un estado de shock tan grande que ahora solo podían pensar que estaban en un estadio para ver, por primera vez, un partido profesional y no cualquiera, claro que no; por primera vez, verían a su padre jugar.

No les importaba pensar que Kageyama básicamente había aceptado que era su padre y que este estaba igual de atónitos que ellos. Como es de familia, los tres decidieron concentrarse en cualquier cosa excepto lo que estaba pasando realmente con sus vidas.

Y Hinata Shoyo recién estaba llegando a Italia. Es la suerte de tener un amigo que tiene mucho dinero.

—Naori, ¿Quieres algo para comer?

Preguntó su hermana a su lado. Él no la escuchó por estar concentrado viendo el gran lugar, con sus manos aferradas a la baranda y una gran sonrisa en sus labios. Estaba muy feliz por lo que estaba pasando.

Our Dad's Secret | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora