Capítulo 22

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—¿Podemos hablar?

—Si no me quieres matar, sí. No hay problema.

No hay mayor incomodidad que ser solo dos en un gimnasio. Naori sabe que Noa suele escaparse de la clase de química solo para ir a jugar básquet un rato, así que él hizo lo mismo para hablarle y pedirle disculpas, tal y como su hermana dictó.

—Escucha...

Noa lanzó la pelota, encestándola. Incluso se ve perfecto haciendo eso. Es realmente atractivo.

—Lamento... todo. Actué como un idiota —suspiró, observando la espalda de su mejor amigo—. Nara ya me dijo que lo que sea que pase entre ustedes queda entre... ustedes y... Bueno, tuve que soportar media hora de reproches por parte de Teo para entender que sí, soy un idiota y que lo siento mucho.

—Hermano —Noa se dió vuelta, mirándolo con el ceño fruncido—. Qué sentimental eres.

—¡Oye!

Noa soltó una risa, tirándole la pelota. Naori la atrapó como si nada.

—Tampoco seas tan llorón. Era obvio que ibas a reaccionar así conociéndome —se encogió de hombros—. Yo también haría eso si mi hermana me dice que le gusta un tipo como yo.

—¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora que te escuché admitirlo?

—Nada —sonrió—. Como yo tampoco le haré nada a tu hermana. No seré un idiota con ella si eso es lo que quieres oír.

—No puedo confiar en ti conociéndote.

—Nara me gusta —clavó sus ojos en él. Naori lo miró asqueado—. Y hablo en serio. Quiero invitarla al baile de primavera y quiero hacer las cosas bien con ella por una vez en mi vida.

—¿Y me dices a mí sentimental?

—¡Oye! —rió intentando atraparlo. Naori se alejó riendo—. Pero hablando en serio, no tienes que preocuparte. Y si llego a hacerle algo a tu hermana, dejaré que tú y Teo me golpeen.

—Nara te golpeará primero, no te preocupes.

—Y si pasa lo mismo con Teo, seremos Nara y yo los que te golpearemos.

Naori se molestó, robándole la pelota.

—¿Por qué todos me molestan con él?

—Porque eres estúpido.

Realmente hace años no pisaba Japón. Kageyama se había ido a Italia desde chico, criándose por completo en aquél país que tanto le gusta, dejando todo atrás por más doloroso que hubiera sido.

—¡Tobio!

—M-mamá...

Debería haber sonreído al verla, pero no pudo evitar romper en llanto cuando la pelinegra abrió la puerta. Ella abrió sus brazos angustiada, sosteniendo al hombre contra ella y palmeando su espalda sin entender realmente qué le pasaba. Cuando Kageyama tuvo la edad suficiente para vivir solo, sus padres regresaron y desde hace tiempo no los veía.

—¿Qué sucede?

—¿No viste la televisión? —preguntó sorbiendo su nariz. Ella negó—. Tengo hijos. Y soy el peor padre del mundo.

—¿H-hijos? —alzó sus cejas—. ¿Por qué lo dices?

—Hinata... ¿Te acuerdas de él? —Ella asintió con el ceño fruncido—. Cuando nos fuimos a Italia los tuvo. Y-y dice que yo lo abandoné.

—Oh... —Ella negó—. Era tu futuro, cariño. No podías hacer nada...

—No sé cómo hacerle entender que no lo sabía. Él simplemente no me cree —La mujer lo hizo entrar, Kageyama seguía llorando como un niño—. ¿Qué se supone que debería hacer?

Our Dad's Secret | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora