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“Antes de Explotar”
- Capítulo doce -

Las calles otoñales con clima fresco de la ciudad podían ser un deleite para quién disfrutara de temperaturas menores a los veinte grados, con la mayoría de hojas en los árboles ya pintando el paisaje de naranja y rojo mientras caían con la brisa al suelo. El olor a tierra mojada y ojas secas del parque junto al olor a manzana especiada de su café apple crisp de temporada hacían sonreír a Honey Lemon mientras recorría los senderos del parque de camino a su trabajo, trayendo nostálgicos recuerdos de años atrás.

El paisaje era cautivante, al menos para una amante de romantizar la vida como lo era Honey, el caer de las hojas hermosamente coloradas a su alrededor a causa de la brisa fresca, la ropa abrigada que ya todos empezaban de a poco a desempolvar de sus guardarropas, los niños con botas de agua corriendo en el parque y el sabor intensamente delicioso de canela, calabaza y nuez moscada en casi cualquier producto comercial de temporada y canciones cozy de Conan Gray en su reproductor. El camino siempre era más ameno cuando pensaba en lo dulce que podía ser todo a su alrededor.

Entonces un niño pasó corriendo junto a ella, siendo arrastrado por su hiperactivo perrito, giró la cabeza para verlo mientras reía suavemente al verlo alejarse, haciendo que por su distracción se tropezara con la persona que cruzaba justo frente a ella en la intersección en T que había antes de salir del pequeño parque, su café, del cuál apenas había bebido la mitad, se derramó sobre su suéter cable knit rosa pastel, para su fortuna fue una mancha pequeña.

— Lo lamento mucho, tu suéter se manchó — cambió su vista de la mancha de café en su ropa a la persona que tenía en frente, un muchacho preocupado, buscando algo en su mochila — Ten, sé que no quitará la mancha, pero podrás secar la humedad para que no te incomode — Le extendió un bonito pañuelo bordado de tela y la gentileza con la que el muchacho hablaba hizo sonreír a Honey, algo en él la hizo sentir cómoda, se parecía a alguien que una vez conoció.

— Gracias, pero soy yo quien debe disculparse, si no hubiese sido una completa distraída, no habría chocado contigo — limpió con suavidad el área, secando la tela y aclarando un poco la mancha, el muchacho no era más alto que ella, aunque era difícil serlo con los altísimos tacones que usaba, y su tez morena lucía cálida en un ambiente frío como el otoño.

— No te disculpes, a todos nos puede pasar — cuando terminó, Honey consideró devolverle el pañuelo, pero algo la impulsaba a no hacerlo, quizás era el como el extraño le recordaba a su querido Tadashi, o quizás era solo un arrebato de amabilidad, en el momento no supo describirlo.

— ¿Te molesta si me llevo tu pañuelo para lavarlo? No quisiera devolverlo lleno de café — el muchacho estaba sorprendido, lo veía en su expresión, pero esta rápidamente se tornó en una sonrisa dulce que dejaba a la vista un único hoyuelo en su mejilla izquierda.

— Bueno, si está bien para ti, está bien para mi — la risa suave del contrario se contagió a Honey, quién como reflejo ajustó sus lentes, tomando el pañuelo con la misma mano con la que sostenía el café, sacando su teléfono de su bolsa, abriendo la lista de contactos y extendiéndolo.

— Así podré ponerme en contacto para devolverlo, soy Honey, por cierto — el muchacho tomó el teléfono y sin borrar su sonrisa anotó su número, pero Honey pudo notar la inquietud del mismo luego de mirar unos segundos la pantalla de su teléfono.

— Verga, es tarde, lo siento, tengo que irme — le devolvió rápidamente el teléfono a la rubia, quién al ver la pantalla para verificar su nombre se llevó una sorpresa al ver que él mismo se había agendado como "chico del pañuelo".

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