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“Vasos Rotos”
- Capítulo veinticuatro -

Martes por la tarde.
Después de que Miguel se fuera.

Alzó una ceja, viendo con fastidio a dos de sus amigos, quienes estaban en la puerta de su habitación, era martes por la tarde, deberían estar trabajando, además, no era que tuviera muchas ganas de verlos, al menos no después de la noticia que recibió esa mañana.

   —¿Cómo sigues?— preguntó con sigilo el más alto mientras entraban ambos a la habitación. Wasabi se quedó de pie mientras Gogo se sentaba en el banco junto a la cama.

   —Bueno, tengo un brazo fracturado, por lo menos siete puntos, la intravenosa me duele y al parecer me quedé sin proyecto en la empresa, pero me dan de alta mañana y me quitan los puntos el sábado, así que perfectamente, gracias por preguntar— hablaba rápido y no había forma de confundir el sarcasmo y la molestia en su voz, tampoco en su expresión facial.

   —¿Qué esperas? ¿Que nos disculpemos contigo? Estás aquí por ti mismo, no por nuestra culpa—

   —Gogo, Gogo, relájate un poco, vinimos a visitarlo no a atacarlo— interrumpió el mayor de todos, intentando que el ambiente no fuese tan pesado.

El correo enviado por la empresa esa mañana también le había llegado, sabía que Hiro iba a estar furioso, sobre todo porque todos en el grupo sabían lo importante que era para él y lo emocionado que estaba por lograr perfeccionar esa nueva tecnología; era demasiado personal y por eso había querido ir tan pronto como fuese posible, necesitaba hablar las cosas con su amigo. Siempre ha tratado a Hiro como un niño, a pesar de haber demostrado tanto, Wasabi nunca podría dejar de verlo como lo que era, un niño de dieciocho años (al menos un niño en comparación a sus veintiséis), quería ayudarlo, verlo crecer, que Hiro pudiese sentirse orgulloso de sí mismo y a su vez comprenda que todos están igual de orgullosos de él. Pero justo ahora, sentía que debían estar al mismo nivel, dejar de intentar alcanzar sus objetivos con sobreprotección y autoridad parental como había intentado hasta entonces, lo admitía y se sentía incluso algo culpable, pero siendo de los mayores en el grupo le era inevitable a veces. En lugar de ello, debía empezar a tratar a Hiro como a un igual y así quizás, las cosas podrían mejorar para todos.

   —Bueno, ya saben que estoy bien y no me voy a morir, ya pueden irse— pero en lugar de ceder a su berrinche, ambos adultos entraron por completo en la habitación, ambos sentándose cerca de la camilla.

   —Hiro, escucha, venimos a hablar, si solo seguimos así, como hemos estado hasta ahora, no vamos a solucionar nada y sabes que necesitamos hablar— el asiático respondió solo con un bufido, su rostro mostrando demasiado fastidio.

   —¿Qué van a hacer? ¿Mandarme al rincón como a un niño? Es lo que les falta— reclamó —¿Qué más van a quitarme? Ya no soy héroe y DioX ya no es mi proyecto, son mis amigos pero pareciera que siempre están en mi contra—

El rostro de frustración en su rostro era dramático, con las mejillas rojas de la ira y cada arruga y pliegue que se marcaba en su piel por como la fruncía, incluso sus ojos parecían empezar a estar llorosos. Hiro estaba hecho un desastre, aunque la verdad, ya lo era desde antes, desde mucho antes, pero ahora mismo todo es desastre que había escondido debajo de la alfombra está empezando a sobresalir un poco... Y lo odiaba.

   —Hiro, no estamos en tu contra, solo estamos preocupados por ti, somos tus amigos, no podemos evitar preocuparnos— dijo Gogo, con un rostro que aunque serio, denotaba preocupación.

   —Y nos preocupamos porque sabemos que no estás bien Hiro, y sabemos que lo sabes— Hiro evadió la mirada de ambos, no pudiendo soportar la verdad —Eres de los tipos más inteligentes que he conocido Hiro, sé que lo sabes— insistió Wasabi.

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