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"El Mejor Amigo de mi Hermano"
- Capítulo cuarenta y cuatro -


Cuando por fin Miguel llegó a la puerta oeste, no le costó trabajo encontrar a su hermano, lo vió desde lejos y lo saludó. Marco estaba con uno de sus amigos, Franco, Miguel lo recuerda de aquellas tardes juntos en Santa Cecilia. Si iba a hablar algo importante, entonces no lo era tanto para tener a un tercero allí.

-¡Hey Miguel! Cuánto tiempo- el castaño lo abrazó en forma de saludo, de esos abrazos cortos de hermanos, no solía pasar mucho tiempo con Franco, pero las veces que lo hizo, disfrutaba de su compañía.

-Si, la última vez que fui a CDMX no pudimos vernos-

Franco Cruz tenía una personalidad parecida a la de Marco, pero era mucho menos coqueto, Miguel a veces se preguntaba cómo siendo amigo de su hermano, al pecoso nunca lo había visto de novio o ligue con alguna chica. Miguel debía admitir ahora, ya que antes ni muerto habría podido, que Franco era bastante atractivo.

Aunque se veía mejor cuando usaba el cabello más largo de adolescente, ahora lo llevaba corto casi rapado, pero Miguel pensaba que igual le lucía, ahora se veían más sus ojos verdes.

Detuvo su propio tren de pensamiento cuando se dió cuenta que de no hacerlo, no iba a parar de divagar en más cosas bonitas sobre el mejor amigo de su hermano mayor, se sentía bastante ridículo, como un cliché de película de adolescentes y a la vez, se sentía mal solo pensar esas cosas, por muy inocentes que fueran.

-Bueno, ya que llegaste, yo me voy. Solo estaba haciéndole compañía a Marco- Dándole una palmada a ambos en la espalda, el castaño se fue, dejando solos a los hermanos.

-¿Y qué era eso que querías hablar? Vengo del otro lado de la uni, más te vale que sea importante- Marco sonrió con malicia al oírlo quejarse.

-¿Qué más importante que querer ver a mi hermanito?- su voz se agudizó, sonando melosa como de caricaturas mientras pellizcaba el rostro de Miguel.

-Vete muy a la verga- Miguel le apartó de un manotazo.

-Ay mi chilito en polvo, vamos, yo pago los helados- lo convenció con esa última frase.

(...)

El menor ya conocía muchos lugares cerca de la universidad, cuáles eran buenos, cuales malos y cuales convenientes. Cuando llegaron a la heladería Marco insistió en quedarse para comer el helado en vez de salir a caminar y Miguel no pudo negarse, además, le había escrito a Cass, y no le importaba darle el resto del día libre.

-¿Cómo están los muchachos después de la fiesta de anoche? Julián se veía destruido en las fotos- ambos rieron, Miguel conocía a la mayoría de los amigos de Marco, Julián en específico era uno de los roomies de su hermano en la capital.

-Julián parece muerto en vida y Franco y Daniel pasaron toda la mañana sacándole el vómito de Julián a su ropa y sus tenis- explicó. A Marco le daba risa ver el estado de sus amigos, no se esforzó en ayudarlos, excepto a Julián, a quién le compró un café bien cargado para aliviarlo un poco. Pero Daniel y Franco lo merecían, sabían que no debían dejar al menor del grupo beber tanto.

-No tienen remedio- Marco rió, no, no lo tenían, conocía muy bien a sus amigos y aunque eran buenas personas, eran un desastre -¿Qué tal Franco?, ¿Ya se consiguió novia? No quise preguntarle cuando estaba contigo porque pensé que sería algo maleducado. No somos tan cercanos-

Marcó alzó las cejas, viendo un poco incrédulo a su hermano. ¿No lo sabía?, pero se había hecho un revuelo en el pueblo cuando el castaño dejó de ocultarlo, todos se habían enterado.

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