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11. No puedo

Rai estaba muy concentrado en Blake. Ese hombre era tan guapo, que cuanto mas serio se muestre, mas sexy era. Con esos cabellos negros y abundantes, que a veces caían por su frente, esas cejas oscuras que hacían juego con esos ojos profundos y misteriosos; sus labios serios que nunca sonreían y esa suave capa de barba que crecía, solo hacían que la ropa interior de Rai se humedezca.

—Hey —Blake chasqueó los dedos.

—¿Eh?

—Deja de soñar despierto y termina tus deberes de la universidad —Le regañó.

Rai volvió a sus libros de mala gana. ¿Acaso era idea suya o Blake estaba siendo mas distante estos días?

Se distrajo mirándolo con disimulo. Hace días que Blake no dormía en el departamento, ni tampoco tenían sexo.

¿Estaba molesto?

En un intento por descubrirlo, Rai dejó a un lado los libros y gateó hacia el regazo de Blake.

¿Por qué no lo tocaba, ahora que estaba tan necesitado?

¡Era tan frustrante!

—Rai... —Su tono serio, parecía una advertencia.

No hizo caso y Rai apoyó la cabeza en el hombro de Wolf, aspirando ese perfume tan adictivo que usaba. Lo rodeó con sus brazos y demostrando algo de necesidad, se frotó en su entrepierna y movió las caderas con ansias.

—¡Aah!

Se quejó Rai, cuando Blake le sujetó el cabello con fuerza. De pronto esa llama en su interior se redujo, al ver esos ojos furiosos que no tenían nada de humor.

¿Por qué?

La forma en que lo tiró al suelo, le recordó a la primera vez que lo vió. Tan cruel y de mirada inmisericorde.

Blake se puso de pie y estuvo varios segundos viendolo en el suelo. Finalmente, abandonó el lugar y desapareció por tres días.

*

Cuando oyó la voz de Blake, Rai fue corriendo a su encuentro, pero le cerraron la puerta de la oficina privada de Wolf.

Su mano estuvo a punto de girar la perilla de la puerta, de no ser porque Wolf parecía muy ocupado, tratando un asunto urgente.

Rai se quedó con la oreja pegada a la puerta, tratando de entender todo lo que Wolf y Joseph decían. Y sabiendo que escuchó demás, se fue a esconder cuando esa reunión finalizó.

Con la misma actitud de hace días, Blake no se quedó por mucho y volvió a salir, esta vez en compañía de su asistente. Esto fue aprovechado por Rai, que se metió en esa oficina y buscó comprender mejor lo que escuchó.

Leyó y revisó algunos documentos que estaban sobre el escritorio. Sin duda había información valiosa y peligrosa.

—¿Qué haces aquí?

Rai saltó de su lugar, al ser descubierto por Blake.

—¿Yo? Eh, te buscaba —Se escusó y fue una suerte que haya dejado todo en su lugar.

—Tienes prohibido ingresar aquí.

—Has estado ignorándome y no entiendo por qué —Rai se relajó y aprovechó la oportunidad de tener a Wolf de mejor humor.

Blake le observó por mucho rato, como si pensara muy bien su decisión.

—Rai... nosotros provenimos de vidas opuestas, de infancias y costumbres diferentes.

—¿Por qué me dices eso?

—Tú no conoces mi mundo, no tienes el alma podrida... —Blake dió unos pasos hacia la gran ventana, observando la ciudad desde esa altura. —He pensado que no deberías seguir aquí. Necesitas convivir con gente joven como tú y no con alguien como yo.